Las diosas del agua

Aunque fácilmente podrían ser modelos, estas paisas son las duras del nado sincronizado en el país.

Mónica Arango y Estefanía Álvarez fueron las primeras en llevar la bandera de Colombia en esta disciplina en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Nadan desde los cinco años y pasan más de siete horas diarias en una piscina, lo que es evidente por los cuerpazos que se mandan.

SoHo las buscó y les propuso una sesión fotográfica en su elemento.

¿Cómo se formó el equipo? Nos conocemos desde pequeñas, cuando cada una nadaba en su categoría en la Liga de Natación de Antioquia. Ya cuando llegamos al nivel de mayores, nuestras entrenadoras decidieron juntarnos porque éramos las mejores y si competíamos juntas podíamos hacer un buen equipo que tuviera chances de ir a unos Juegos Olímpicos.

Muchos en el país no conocen bien el nado sincronizado. ¿De qué se trata? Básicamente es bailar en el agua y consiste en lograr una rutina que tiene tres grupos de calificaciones: dificultad, que evalúa qué tan difícil y complejo es lo que uno está haciendo en el agua; ejecución, que mide el desempeño de la rutina, y lo otro es impresión artística, que mide la emoción, los gestos, el traje de baño y hasta la música. Es un deporte muy perfeccionista. Todo cuenta.

¿Cómo arman las coreografías? Primero hacemos una lluvia de ideas con todo lo que quisiéramos tener en la rutina. Ahí hablamos con nuestras profesoras de nado, de ballet y recibimos ayuda y comentarios de todos los que nos quieran aportar algo. La música es clave, así que buscamos qué música nos gustaría usar y con base en eso empezamos a armar una primera versión, que no suele durar tanto, pues apenas estamos experimentando. Luego sí vamos construyendo algo más concreto.

¿Cómo son los entrenamientos? Todos los días entrenamos entre tres y cuatro horas en la mañana, solamente nosotras en el agua. Hay días en los que tenemos clase de ballet y también todos los días hacemos unas horas de preparación física en tierra. Por las tardes nos juntamos con todo el equipo: somos ocho nadadoras en total. Cuando nos preparamos para una competencia, son por lo menos siete horas de entrenamiento diario.

¿Qué tal fue la experiencia el año pasado en los Juegos Olímpicos de Río?

Fue un sueño cumplido. Nos llenó de orgullo ser las primeras nadadoras sincronizadas que representaron a Colombia en unos Olímpicos y pudimos estar y compartir con las mejores del planeta, así que nos dejó muchas enseñanzas. Además había muchos colombianos, entonces siempre sentimos el apoyo del público. Aprovechamos también para conocer otros deportistas y tratamos de ir a ver otros deportes. Fue impresionante.

¿Qué tan cierto es que en la Villa Olímpica es fácil levantar?

Es cierto. Si se reúnen en el mismo lugar miles de deportistas de cientos de países lo normal es socializar, conocer y, obvio, ocurren relaciones espontáneas. Pero no solo pasa en los Olímpicos, también en las otras competencias internacionales uno conoce y puede salir alguna relación interesante.

¿Cómo les fue en el Mundial de Natación de Budapest, Hungría?

Mejoramos nuestra posición en el ranking con relación al último mundial de 2015. Quedamos de 18 entre 40 dúos participantes y, como colombianas, nos sentimos muy orgullosas de ser las primeras en la historia de estar en un top 20 mundial.

¿Qué viene ahora? En noviembre tendremos los Juegos Bolivarianos en Santa Marta. Ahí esperamos conseguir el oro en las tres pruebas (solo, dúo, equipo). Este es el primer campeonato del ciclo olímpico y esperamos lograr muy buenos resultados para empezar a asegurar la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

¿Cómo ven el futuro del nado sincronizado en Colombia? Nosotras somos la punta de la lanza en el deporte, pero se están haciendo esfuerzos para ampliar la competencia y que cada vez Colombia tenga más nadadoras. Ya abrimos el camino y queremos ser ejemplos de muchas futuras nadadoras y, ojalá, campeonas.