La cocina de nuestra tierra vive uno de sus momentos más vibrantes, y Espíritu quiso celebrarlo en grande. La colaboración entre los dos chefs rindió homenaje a los productos locales, las técnicas tradicionales y la pasión que define al talento emergente del país.
Periodistas, críticos gastronómicos y todo tipo de comensales fueron testigos de una experiencia culinaria irrepetible en Medellín: el restaurante Espíritu, ubicado en el hotel Novotel El Tesoro, convocó a dos titanes de la gastronomía colombiana para ofrecer una cena que rindió homenaje a la biodiversidad, la tradición y la innovación del país. Álvaro Clavijo, chef del renombrado restaurante El Chato, y Harry Sasson, ícono de la cocina colombiana, unieron su talento para presentar un menú que viajó a través de los paisajes y sabores de Colombia.
En una atmósfera íntima, donde cada detalle estuvo pensado para resaltar la experiencia sensorial, los asistentes vivieron un recorrido por ingredientes nativos reinterpretados con técnica y creatividad.
Álvaro Clavijo es hoy uno de los mayores embajadores de la cocina de autor en Latinoamérica. Su restaurante, El Chato, no solo ocupa el primer lugar en Colombia según Latin America’s 50 Best Restaurants 2024, sino que también se posiciona como el tercero en toda la región. Clavijo, quien también es el creador de la carta de Espíritu, ha construido su propuesta a partir de una exploración meticulosa de los ingredientes locales, apostándole a la sostenibilidad y a la innovación sin perder de vista el origen.
“Siempre es bueno buscar el balance y creo que eso se logra en la gastronomía cuando uno pone sobre la mesa muchos vegetales, alimentos de mar y distintos tipos de carnes. Además, siento que en un restaurante deben existir opciones para todos. Este fue un pensamiento recurrente al momento de crear la carta de Espíritu y se nota en el resultado”, le contó Clavijo hace un tiempo a Fucsia.
Por su parte, Harry Sasson es un nombre fundamental en la gastronomía nacional. Su cocina, reconocida tanto en Bogotá como en Cartagena, ha sido aclamada internacionalmente por su capacidad de fusionar lo tradicional con técnicas contemporáneas. En 2024, su trayectoria fue reconocida con el prestigioso Icon Award otorgado por Latin America’s 50 Best Restaurants.
“Queríamos que los comensales se sintieran en casa, como si compartieran una cena con la familia o amigos. Para nosotros, no basta con ofrecer lo mejor en la cocina: también debemos hacerlo en el arte de ser anfitriones”, expresó Harry durante la velada.
Ambos chefs representan dos generaciones que han llevado la cocina colombiana a las grandes ligas, y su encuentro en Espíritu fue un auténtico festejo de este momento.
El menú diseñado para esta ocasión fue una declaración de amor por los ingredientes locales y su versatilidad. Cada plato no solo fue una experiencia gustativa, sino también un relato de territorio, historia y biodiversidad.
Las entradas dieron la bienvenida a los comensales con sabores frescos y vibrantes. La ensalada de feijoa confitada, acompañada de granita de sandía, remolacha encurtida y ruibarbo, combinó lo dulce y lo ácido de manera magistral, exaltando una fruta típicamente colombiana poco explorada en la alta cocina.
Los nachos de cangrejo fresco del Caribe fueron otra revelación: aunque los nachos tienen raíces mexicanas, aquí fueron reimaginados con maíz colombiano, aguacate, alcaparras, tomate y hojas verdes, proponiendo una versión que honró tanto la tradición como el ingrediente local.
Entre los platos fuertes, el atún sellado con roux de flor de jamaica y chile, servido sobre caramelo de tuétano y yogur ahumado, fue una fusión perfecta entre ingredientes globales y técnicas locales. Le siguió la sobrebarriga cocida lentamente, acompañada de arracacha y una salsa de su propio fondo, que rindió tributo a las técnicas caseras que han pasado de generación en generación.
El homenaje al litoral llegó de la mano del pollo rostizado sobre arroz con coco, acompañado de picadillo de guatila y pepino, hojas frescas y jugo de naranja, evocando los sabores de la costa colombiana. Por su parte, los langostinos salteados al wok con marañones, hongos y crocante de pega de arroz (cucayo), trajeron una visión contemporánea de la cocina criolla, sin perder su esencia.
Los postres fueron un cierre inolvidable: el banano paso, típico del Urabá antioqueño, protagonizó una panna cotta de maíz con helado del mismo ingrediente y almendras. También brilló la torta de almojábana con bocadillo y queso campesino, remojada en melao, recordándonos que la simpleza de nuestros productos tradicionales puede ser también un lujo.
“Queríamos que los asistentes sintieran Colombia en cada bocado. Que con cada plato recordaran un pueblo, una ciudad, unas vacaciones, un paisaje o un momento especial que los conectara con nuestras raíces y nuestra diversidad”, sumó Sasson.
Desde su apertura, Espíritu se ha propuesto algo ambicioso: convertirse en un referente de la alta cocina colombiana contemporánea en Medellín. Su carta apuesta por ingredientes nacionales, técnicas modernas y presentaciones sobrias que dejan que el protagonista sea siempre el producto.
Ubicado en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, no solo ofrece una experiencia de altísimo nivel, sino que también busca convertirse en un espacio de encuentro entre el arte culinario y la cultura local, impulsando eventos como esta cena que trascienden lo gastronómico para convertirse en actos de identidad.
“Mi mayor deseo es que cada comensal sienta las mismas chispas de emoción que yo experimenté al crear y probar cada uno de los platos”, confesó en su momento Álvaro Clavijo, al hablar de la experiencia que buscaba transmitir a través de esta nueva propuesta.
Con iniciativas como esta, Medellín reafirma su posición como uno de los epicentros gastronómicos más vibrantes de Colombia y América Latina. Espíritu, con su visión audaz y sofisticada, promete seguir siendo uno de los grandes protagonistas de esta revolución culinaria.