13 de marzo de 2009
Mi primera vez con una mujer
Antes
que nada, para los incrédulos, sí estuve ayer en La T pero estuve
comiendo con una amiga en Crepes & Wafles y nada más. No tengo por
qué mentirles, ¿para qué? Igual no me conocen, solo que me gusta
coquetear y sospechar que alguno de ustedes de verdad me quiere conocer
más allá de los comentarios que suben. Yo había pensado escribir cada
tres días, pero veo que ha tenido muy buena aceptación el blog y voy a
intentar escribir a diario. Solo descansaré el fin de semana, por si
acaso. Si no puedo todos los días, tengan paciencia.
Y lo prometido es deuda, después de un blog medio triste (alguno de
ustedes me dijo que era una puta triste y sonó duro), quiero aclarar,
en todo caso, que igual soy feliz. Como a cualquiera de ustedes o de
cualquier persona me dan “depres” pero igual sigo adelante, es mi
trabajo. Volvamos al tema, les había dicho que quería contarles cómo
fue mi primera vez con una mujer y trataré de contarlo lo mejor posible
aquí.
Lo primero que debo aclarar es que a mí me gustan los hombres, no
soy bisexual ni lesbiana, pero en este trabajo uno no le para tantas
bolas a eso de estar con mujeres. Desde que estaba en el colegio, con
mis amigas nos vestíamos enfrente de otras, nos dábamos abrazos, besos
en la mejilla, cuando nos empezaban a salir tetas, nos las
comparábamos, en fin, y por eso nunca le he visto tanto misterio al
cuerpo de la mujer. Pero nunca –y es de verdad- pensé en que lo haría
con alguien de mi mismo sexo. El asunto fue así: me citó un tipo a un
apartamento por Chapinero Alto pero al entrar allí vi que en la sala
estaba otra mujer, que era su novia. Me presentó con ella y me ofreció
una copa de vino pues ellos ya llevaban más de media botella. Yo acepté
no sin antes advertirle que mi servicio era para él y no para ella. El
trató de convencerme de que hiciéramos un trío, que era la fantasía de
los dos (la misma lora que vine a oír después con muchas parejas) y me
pidió que hiciera una excepción. Yo me negué y le dije que todo costaba
el doble y si no, no había trato. Yo hablo de frente, para mí esto es
un trabajo, a mí ese cuentico de que me calientan el oído para que les
haga rebaja o les salga gratis pues no es conmigo.
A regañadientes el tipo aceptó. Ella estaba muy nerviosa y dijo que
nunca lo había hecho con una mujer. Lo mismo que yo pero no le dije
nada para no asustarla más. Se notaba a leguas que el tipo era el que
quería el trío y que la novia estaba haciendo su mejor esfuerzo por
complacerlo. Lo primero que se me ocurrió fue hacerle un masaje a
ella, tratar de excitarla al máximo, luego hacer lo mismo con él, y
luego que ellos dos hicieran el resto entre ellos dos. Pero el tipo
tenía otros planes. Puso música y me dijo que les bailara y que me
fuera desnudando. Así lo hice, me quité lentamente la ropa quedando
solo con mi tanga negra y ya con las tetas al aire. El le pidió a la
novia que se desvistiera también, ella lo hizo torpemente, estaba roja,
insegura, y se desnudó totalmente. Tenía un buen cuerpo, firme, se
notaba que iba al gimnasio. Lo chistoso es que no sabíamos qué hacer,
yo me le acerqué también con el corazón a mil pues no sabía qué iba a
pasar. El novio le dijo a ella que me tocara, que me acariciara y que
me lamiera las tetas. Ella siguió sus instrucciones aunque sin ocultar
su nerviosismo. Yo la dejé hacer lo que quisiera, me cogió el culo, me
masajeó las nalgas y, en efecto, me comenzó a chupar las tetas. No lo
hizo mal (ya quisieran muchos hombres aprender a besar unas tetas), y
como dicen por ahí “ya entrados en gastos”, yo también hice lo mismo,
le chupé las tetas, le besé el cuello, la acosté en el sofá, junto al
novio que ya estaba en bóxers, le lamí el estómago y le metí los dedos
muy suavemente. Para sorpresa mía, estaba muy mojada ya (ella y yo), y
la toqué en círculos y luego metiéndolos profundamente pero muy lento
(pensé en que así me gustaría que me lo hicieran y ante todo la
solidaridad femenina). El tipo me dijo que le hiciera sexo oral a ella
y yo dudé mucho pero al ver que ella ya se estaba moviendo con gestos
de placer, accedí. Puse mi lengua en su vagina y la lamí sin sacarle
los dedos, al rato gritó en un gesto de placer impresionante.
El novio se puso un condón y se puso detrás mío mientras yo seguía
chupándola a ella. No les miento, yo creo que la hice venir unas tres
veces con mi lengua. Después hicimos lo mismo pero al revés. El puso en
cuatro a su novia y la obligó a que me chupara allá abajo. Ella
disimulaba, se notaba que no estaba cómoda pero yo no dije nada
(insisto en que por ser mujer la entiendo). Ella lo hacía por su novio
quien, por lo visto, había visto muchas películas porno pues cuando
quiso venirse nos dijo que nos arrodilláramos frente a su pene, pero yo
me hice a un lado y dejé que se viniera ante ella. Casi de inmediato,
ella se metió al baño y no volvió a salir. Yo alcancé a vestirme, a
tomar un vaso de agua en la cocina y a pedir mi taxi, y ella no salió
nunca más. El tipo quedó feliz, me dijo que me llamaría mil veces más,
me pagó y me fui.
Admito que me gustó y sé que ella (no la he vuelto a ver) también pasó
bien, pero sé que le dio ese complejo de culpa y que por amor llegó a
eso. Porque, déjenme decirles: ustedes son muy machistas y eso sí que
lo he aprendido en mi trabajo. Ya quisiera ver la cara de más de uno si
su novia les dice que le paguen a otro hombre para hacer un trío...
Pero bueno, ese es otro tema. Así fue con ella y después han venido
muchos casos más donde yo he gozado también con mujeres. Hay momentos
en que me dejo llevar y también tengo orgasmos eternos. Como la vez que
me llamó una pareja de lesbianas y me acuerdo que me vine unas 7 veces.
Pero eso da para otro texto ¿no les parece?
Que pasen buen fin de semana. Un beso a todos.