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13 de marzo de 2009

Mi primera vez con una mujer

Por: Andrea

Antes que nada, para los incrédulos, sí estuve ayer en La T pero estuve comiendo con una amiga en Crepes & Wafles y nada más. No tengo por qué mentirles, ¿para qué? Igual no me conocen, solo que me gusta coquetear y sospechar que alguno de ustedes de verdad me quiere conocer más allá de los comentarios que suben. Yo había pensado escribir cada tres días, pero veo que ha tenido muy buena aceptación el blog y voy a intentar escribir a diario. Solo descansaré el fin de semana, por si acaso. Si no puedo todos los días, tengan paciencia.

Y lo prometido es deuda, después de un blog medio triste (alguno de ustedes me dijo que era una puta triste y sonó duro), quiero aclarar, en todo caso, que igual soy feliz. Como a cualquiera de ustedes o de cualquier persona me dan “depres” pero igual sigo adelante, es mi trabajo. Volvamos al tema, les había dicho que quería contarles cómo fue mi primera vez con una mujer y trataré de contarlo lo mejor posible aquí.

Lo primero que debo aclarar es que a mí me gustan los hombres, no soy bisexual ni lesbiana, pero en este trabajo uno no le para tantas bolas a eso de estar con mujeres. Desde que estaba en el colegio, con mis amigas nos vestíamos enfrente de otras, nos dábamos abrazos, besos en la mejilla, cuando nos empezaban a salir tetas, nos las comparábamos, en fin, y por eso nunca le he visto tanto misterio al cuerpo de la mujer. Pero nunca –y es de verdad- pensé en que lo haría con alguien de mi mismo sexo.  El asunto fue así: me citó un tipo a un apartamento por Chapinero Alto pero al entrar allí vi que en la sala estaba otra mujer, que era su novia. Me presentó con ella y me ofreció una copa de vino pues ellos ya llevaban más de media botella. Yo acepté no sin antes advertirle que mi servicio era para él y no para ella. El trató de convencerme de que hiciéramos un trío, que era la fantasía de los dos (la misma lora que vine a oír después con muchas parejas) y me pidió que hiciera una excepción. Yo me negué y le dije que todo costaba el doble y si no, no había trato. Yo hablo de frente, para mí esto es un trabajo, a mí ese cuentico de que me calientan el oído para que les haga rebaja o les salga gratis pues no es conmigo.

A regañadientes el tipo aceptó. Ella estaba muy nerviosa y dijo que nunca lo había hecho con una mujer. Lo mismo que yo pero no le dije nada para no asustarla más. Se notaba a leguas que el tipo era el que quería el trío y que la novia estaba haciendo su mejor esfuerzo por complacerlo.  Lo primero que se me ocurrió fue hacerle un masaje a ella, tratar de excitarla al máximo, luego hacer lo mismo con él, y luego que ellos dos hicieran el resto entre ellos dos. Pero el tipo tenía otros planes. Puso música y me dijo que les bailara y que me fuera desnudando. Así lo hice, me quité lentamente  la ropa  quedando solo con mi tanga negra y ya con las tetas al aire. El le pidió a la novia que se desvistiera también, ella lo hizo torpemente, estaba roja, insegura, y se desnudó totalmente. Tenía un buen cuerpo, firme, se notaba que iba al gimnasio. Lo chistoso es que no sabíamos qué hacer, yo me le acerqué también con el corazón a mil pues no sabía qué iba a pasar. El novio le dijo a ella que me tocara, que me acariciara y que me lamiera las tetas. Ella siguió sus instrucciones aunque sin ocultar su nerviosismo. Yo la dejé hacer lo que quisiera, me cogió el culo, me masajeó las nalgas y, en efecto, me comenzó a chupar las tetas. No lo hizo mal (ya quisieran muchos hombres aprender a besar unas tetas), y como dicen por ahí “ya entrados en gastos”, yo también hice lo mismo, le chupé las tetas, le besé el cuello, la acosté en el sofá, junto al novio que ya estaba en bóxers, le lamí el estómago y le metí los dedos muy suavemente. Para sorpresa mía, estaba muy mojada ya (ella y yo), y la toqué en círculos y luego metiéndolos profundamente pero muy lento (pensé en que así me gustaría que me lo hicieran y ante todo la solidaridad femenina). El tipo me dijo que le hiciera sexo oral a ella y yo dudé mucho pero al ver que ella ya se estaba moviendo con gestos de placer, accedí. Puse mi lengua en su vagina y la lamí sin sacarle los dedos, al rato gritó en un gesto de placer impresionante.

El novio se puso un condón y se puso detrás mío mientras yo seguía chupándola a ella. No les miento, yo creo que la hice venir unas tres veces con mi lengua. Después hicimos lo mismo pero al revés. El puso en cuatro a su novia y la obligó a que me chupara allá abajo. Ella disimulaba, se notaba que no estaba cómoda pero yo no dije nada (insisto en que por ser mujer la entiendo). Ella lo hacía por su novio quien, por lo visto, había visto muchas películas porno pues cuando quiso venirse nos dijo que nos arrodilláramos frente a su pene, pero yo me hice a un lado y dejé que se viniera ante ella. Casi de inmediato, ella se metió al baño y no volvió a salir. Yo alcancé a vestirme, a tomar un vaso de agua en la cocina y a pedir mi taxi, y ella no salió nunca más. El tipo quedó feliz, me dijo que me llamaría mil veces más, me pagó y me fui.

Admito que me gustó y sé que ella (no la he vuelto a ver) también pasó bien, pero sé que le dio ese complejo de culpa y que por amor llegó a eso. Porque, déjenme decirles: ustedes son muy machistas y eso sí que lo he aprendido en mi trabajo. Ya quisiera ver la cara de más de uno si su novia les dice que le paguen a otro hombre para hacer un trío... Pero bueno, ese es otro tema. Así fue con ella y después han venido muchos casos más donde yo he gozado también con mujeres. Hay momentos en que me dejo llevar y también tengo orgasmos eternos. Como la vez que me llamó una pareja de lesbianas y me acuerdo que me vine unas 7 veces. Pero eso da para otro texto ¿no les parece?

Que pasen buen fin de semana. Un beso a todos.