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14 de mayo de 2009

La mamá de Carolina Guerra - Janeth Molina

Por: Fotografías: Diego Cadavid © 2009
| Foto: Fotografías: Diego Cadavid © 2009

Les presento a mi mamá

Por Carolina Guerra

"¡Ya no sé cuál es cuál!", dice Diego Cadavid, el fotógrafo, en medio del shooting. Él se refiere a mi mamá y a mí, y aunque tiene clara la respuesta, no está menos impresionado de ver tras su lente a semejante mujerón que con tremenda belleza y a punta de energía pura logra confundirnos a todos en el tema de la edad. Tal vez entre los que podamos tener esta edición entre manos, quien menos se impresione sea yo. No me sorprende verla tan hermosa y despampanante como siempre, tan inocente y con cierto desconocimiento del efecto que produce su sola presencia. Debo decir que esta sesión fotográfica es más que oportuna y seguramente ella misma se preguntará entre emocionada y asombrada: "¿Esa soy yo?".

Ante tal duda, lectores, esa que aqueja a tantos incluida ella, permítanme aclarar cuál es cuál.

Ella no fuma. De hecho la vez que probó el cigarrillo, lo hizo conmigo… ¿no se supone que es al revés? Ella no toma. Hasta ahora comienza a acostumbrar su hígado con un trago de Bombay cada 15 días.

Ella no es que se defienda cocinando un par de cositas como la hija. No. Ella cocina de verdad, ¡y lo hace como el mejor de los chefs!

Ella tiene una habilidad impresionante para estar aquí y allá, conmigo, con mi hermana. Todo al mismo tiempo. Ella tiene una capacidad mística aterradora que, después de 20 años, he aprendido a adorar: lo puede predecir todo. Cuando dice que algo o alguien no le gusta… ¡cuidado! Si lo dice ella, no es un comentario ni una simple opinión, así parezca. Es una sentencia, créanlo.

Tampoco sé muy bien cómo hace para esperar despierta sin importar la hora, y no pegar un ojo hasta que mi hermana Natalia o yo lleguemos a casa, mientras que yo…. bueno, me quedo dormida cuidando un tigre. Ella me indujo al placer de desayunar de noche. Ella es como un bolero, una mezcla de magia, suavidad, encanto desbordado y a la vez una fuerza contundente. Ella es la persona con la que difícilmente podría estar más agradecida, es quien me enseñó, no con discursos sino por medio del vivo ejemplo, el significado de sacrificio, entrega, generosidad, sencillez, honestidad, amor. Como si no fuera suficiente, ahora ella también me enseña a posar, como lo ven en estas páginas.

Esta es Janeth, mi mamá. Mas allá de pretender presentarla, esto es una invitación a los lectores a entrar al más delicioso de los círculos, el de aprovechar cada segundo del ser más maravilloso y más perfecto, y para mí es ella. No me pregunten cómo lo hace, pero desde ya espero estar a la altura, y digo que todo lo que es y hace, son cosas que yo haré cuando ella sea abuela.