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10 de septiembre de 2007

Cómo es tener sexo con… una ciega

Cómo es tener sexo con… una ciega

Por: Jorge Eliécer Parga
| Foto: Jorge Eliécer Parga


Mi padre era periodista de El Tiempo y conoció a Sonia cuando realizaba un reportaje en San José del Guaviare. Ella tenía once años y su caso le llamó la atención. La que en el futuro iba a ser mi esposa andaba por el pueblo con un bastón, sin los recursos para que los médicos le revisaran su ceguera. Su historia impactó a mi papá y de inmediato habló con la familia de ella y contactaron al popular animador de la televisión Carlos Pinzón, que ayudaba a personas de escasos recursos para su tratamiento médico.

Reunieron una plata y Sonia llegó a Bogotá para que el famoso doctor Barraquer la operara en su clínica. Todo fue un éxito, ella recuperó la visión, me conoció, nos enamoramos y sin contarles a nuestras familias nos casamos. Yo tenía dieciocho años y Sonia catorce.

Nuestro hijo nació y estoy completamente seguro de que la mayor alegría de mi esposa es haber podido disfrutar de todos esos momentos con sus ojos en plenitud de condiciones. Todo era feliz, la vida sexual plena y normal y marchaba sobre ruedas.

Un día ella se quejó de una molestia en sus ojos, pero esta vez el dictamen fue lapidario: la presión ocular estaba subiendo y de nuevo había que operar, el riesgo era alto. Al año y medio, en el 87, cuando mi hijo tenía dos años y llevábamos tres de matrimonio, Sonia de nuevo perdió la visión en una mañana de domingo. Desde ese momento no ha vuelto a ver.

En un principio, la oscuridad que se apoderó de los ojos de mi esposa quiso extenderse y dejar nuestra relación por el piso. Afortunadamente, el tesón de ella me ayudó y pude superar la situación para entender por qué mi esposa de nuevo estaba ciega.

Nuestra primera relación sexual en estas condiciones fue dura para mí. En cierto momento me asaltaron varios interrogantes: ¿Será que ella siente igual? ¿El hecho de no verme le dará miedo? ¿Cómo debo besarla? ¿Debo tocarla de manera diferente? Curiosamente, y de nuevo impresionándome por su madurez y capacidad para salir adelante, Sonia me calmó, fue más tierna que nunca e hicimos el amor como siempre. Hoy, nuestra vida sexual es muy normal. Incluso les confieso que ella ha desarrollado más el sentido del tacto y eso ha ayudado a que el placer aumente. Incluso, a veces me toca frenarla…

De vez en cuando ella me pregunta si mi cara ha cambiado, si estoy más canoso. Son cambios que trato de describirle, pero que pasan a un segundo plano. Lo que ayuda al éxito de nuestras relaciones sexuales es que ella conoció bien mi cuerpo cuando veía. Sabe a la perfección dónde están mis zonas más sensibles.

Creo que a ella le excita el verdadero amor que sentimos, la convivencia y el estar juntos por veintitrés años. Sin duda, es una gran mujer. Terminó su carrera de Psicología y trabaja como cualquier persona. Todos los días aprendo de mi esposa, de su inteligencia. Perdió un sentido, pero no creo que le haga falta para nada, menos para hacer el amor conmigo.