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21 de agosto de 2012

Los consejos de una actriz porno

Cómo me convertí en actriz porno

Desde que era adolescente, Esperanza Gómez quería llegar a la industria del cine para adultos, pero lograrlo no fue nada fácil. Nuestra columnista de sexo cuenta aquí cómo llegó a cumplir su sueño.

Por: Esperanza Gómez @esperanzaxxx

En mi casa, el sexo siempre se nos mostró como un “pecado”. Me decían que la desnudez era vulgar, prohibida y espantosa. Así yo lo vi también hasta los 13 años, cuando una mañana, mientras tendía la cama de mi hermano, encontré una revista porno debajo del colchón. Lo que vi eran imágenes de unas mujeres muy lindas y unos hombres superdotados con unos cuerpos que ni en mis sueños imaginaba, en unas posiciones sexuales explícitas pero divinas para mí. Desde entonces comencé a ver la desnudez y el sexo como algo hermoso y me preguntaba por qué mi mamá decía que era algo feo. Y si Dios lo castiga, ¿ella por qué se acuesta con mi papá? Todas las mañanas me robaba la revista y la miraba, y cada vez me enamoraba más de lo que veía. Y pensé que mi sueño era salir en una publicación así. Claro que yo en esa época me sentía como el patito feo de la familia, así que en el fondo pensaba que no lo iba a lograr, pero aquí me tienen totalmente encuerada. No fue sino hasta los 19 años cuando un amigo me enseñó el primer video porno. Yo no tenía ni idea de que aparte de la fotografía también había filmes sexuales, y fue él quien me abrió las puertas de este mundo prohibido sin saber que esa industria era una fantasía y un sueño para mí.

Cuando estaba con mi pareja, en mi mente montaba mi propia escena: estaba totalmente metida en mi película y no lo hacía con él, sino con el actor y la actriz que había inventado. Yo sostenía un micrófono en el set, pero cuando los actores iniciaban la escena, yo me excitaba demasiado y ahí me lanzaba sobre la vieja, la sacaba de grabación y me comía al tipo en todas mis posiciones favoritas hasta que volvía a mi realidad por alguna palabra de mi pareja que me sacaba de ese maravilloso sueño.
Nunca pensé vivir de la pornografía, ya que mi idea era participar solo en un video, hacer unas cuantas fotos, ver cómo luce mi cuerpo completamente desnudo en las mismas posiciones que durante tantos años contemplé. Por eso, actualmente yo no vivo del porno, pues mi marido me da todo lo que necesito, y el dinero de mis películas permanece en una cuenta en el extranjero, destinado a futuras inversiones. Tampoco grabo muchas escenas al año, porque nunca quise dedicarme por completo a la industria. Creo que eso ha sido parte del éxito que he tenido: no he saturado el mercado trabajando con todas las productoras. Además, mi pareja y mi familia necesitan atención y ellos son una prioridad en mi vida.
Me demoré mucho tiempo en tomar la decisión de ser actriz porno; psicológicamente no me sentía preparada para enfrentar la reacción de la gente, así que primero quise quemar mi etapa como modelo y terminar mi carrera como diseñadora de modas. Fue en 2009 cuando sentí que había cumplido con todos mis ciclos. Ya llevaba dos años con mi marido, y un día hablamos acerca de los verdaderos sueños. Él me contó el suyo. Luego vino mi turno. Me quedé pensando y le pregunté que si en serio quería saber, porque se trataba de algo fuerte. Él me insistió y yo le conté. Se puso feliz y me apoyó incondicionalmente. Después de la confesión, hablamos con más calma de las cosas buenas y malas de la industria, de cómo me iba a cambiar la vida, si estaba dispuesta a defender mi idea ante mi familia y ese fue el paso más difícil de dar, pero afortunadamente ellos respetaron mi decisión y a medida que avancé, encontré su apoyo. Mi marido es un amante del cine porno y a pesar de que no tiene nada que ver con la industria para adultos, me dio su apoyo incondicional y hoy en día es el fanático numero uno de mis filmes.
Veinte días después de haber hablado del tema, él me compró tiquetes a Los Ángeles para que fuera a tocar puertas e hiciera casting en las productoras, pero no fue fácil. Algunas compañías me rechazaron porque no hablaba inglés; otras me decían que era muy bonita, pero también muy tímida, y que no servía para el porno, hasta que llegué a una que me dijo que sí, pero que regresara a Colombia, estudiara algo de inglés y cuando me defendiera un poquito con el idioma, volviera para grabar. Así lo hice: estudié durante tres meses y luego vino la grabación de South Beach Crousing 3, y con esa película, el inicio mi carrera como actriz porno. En mi caso no fue cierto lo que dicen acerca de que el director siempre hace el casting teniendo sexo con las chicas, porque yo lo hice directamente con el actor. En la entrevista del casting, uno dice a qué está dispuesto. En la industria no obligan a nadie a nada que no quiera. Puede ser con dos hombres, lésbico, anal, dos mujeres, en fin. Uno decide.
A mi esposo le pregunto si no se aburre de verme todos los días como para que en la oficina siga viendo videos míos. En serio, me sorprende ver el orgullo que siente cada vez que llegan personas a su empresa y les dice: “Les presento a mi mujer”, y les muestra un video porno mío. La gente hace como en Condorito: “Plop”. 

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