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14 de noviembre de 2006

Soy la dueña de... www.modelosprepago.com

La historia empezó hace siete años, cuando tenía 20 y fui a una entrevista laboral en un call center. Llegué y un tipo joven me dijo: “¿Sabes que esto es para trabajar en una hot line?” Pensé: “huy, me van a putear” y le dije: “¿Pero tengo que contestar?”.

Por: Karen Rodríguez
| Foto: Karen Rodríguez

“Vas a supervisar a las niñas, pero antes quiero que finjas ya un orgasmo”. “¿Cómo?”, exclamé y me puse roja. “Hazlo, pues si no sirves para hacer eso en público no me vas a servir para capacitar a las niñas”. No le vi problema y le dije: “Listo, pero no me mire”. Se volteó a mirar el computador y yo empecé a gritar a la lata. Boté toda la adrenalina y luego ya no quería verle la cara. Cuando salí, todo el mundo estaba aterrado: “¿Ya se la comieron allá?”. Me gané el trabajo y empecé desde ahí a capacitar a las niñas fingiendo orgasmos, enseñándoles todas las jergas para llamar al pene o la cuca y las diferentes formas de excitar a diferentes tipos, dependiendo de si eran sadomasoquistas, mimados o solitarios. Monitoreaba también las llamadas y cuando veía que a alguna le colgaban rápido más de una vez, les chuzaba la línea para ver qué estaba pasando. Falencias había muchas: niñas que se quedaban sin palabras cuando el tipo estaba arrecho y otras que eran muy repetitivas con las expresiones y había que ampliarles el léxico. Me tocaba documentarme mucho. Ver películas porno, leer libros de sexo, visitar páginas porno. Trabajaba de 10 de la noche a seis de la mañana por poco más del mínimo. Estudiaba de día, pero mi mundo giraba alrededor de la pornografía. Lo increíbles es pensar que salí de un colegio de monjas e incluso, durante dos años, estudié teología para convertirme en monja, pero supe de un sacerdote que tuvo relaciones con una compañera, la hizo abortar y hasta ahí llegó mi vocación. Llegué a Bogotá, entré a la universidad y el primer semestre dejé de ser virgen y primípara. Entré siendo la más mojigata y terminé haciendo de todo. Eso me abrió la mente.

A esto de las páginas de prepagos llegué navegando en Internet. Me di cuenta de que en México y Argentina había muchos sitios, pero acá ninguno. Estaba mamada en el trabajo y veía las facturas mensuales de los clientes de la línea caliente por un millón de pesos en promedio. Me metí a hacer cursos de diseño de páginas web y diseñé mi página con fotos falsas. En esa época yo era una viejota, me empecé a poner unos descaderados bajiticos, me disfrazaba de puta y me iba con una amiga para la wiskería de la 49. Me ponía a bailar, a fumar y a tomar y cuando veía una vieja buena le caía para echarle el cuento del negocio. Me hice muy amiga de Cristal y me presentó a las niñas en los baños para que nadie notara que estaba reclutando mujeres. Les decía que estaba montando un sitio en Internet para domicilios, que no tenían que trasnochar, fumar, ni tomar, iban a la fija, les pagaban por adelantado y les daban hasta lo del transporte.

En la línea caliente duré seis meses. Por correo electrónico le mandé unas fotos a mi amiga y le hablé del negocio, el correo rebotó y me echaron. Ahí le metí más la ficha. Me puse a hacerle publicidad a la página, buscando secciones de adulto para promocionarla e, incluso, pegué anuncios de la página frente a los inodoros de las mujeres en varias universidades y así recluté a muchísimas niñas.

Ya llevo seis años en esto y tengo dos páginas www.e-extasis.com o www.lasdivasvip.com y www.modelosprepago.com que funcionan en Bogotá, Medellín y Cali. Al comienzo yo contestaba, pero ya tengo dos operadoras, montadas con sus portátiles, celulares y teléfonos que desde su casa atienden y me envían los reportes por e-mail. Una era la niñera de mi bebé. La otra es la hija de la señora que me arregla el pelo. Yo solo verifico que me entre la plata que cobran las niñas de contado a los clientes, actualizo la página, cuadro al muchacho que les toma a las niñas las fotos, busco contactos para hacerle prensa al negocio y cuando hay un buen número de nuevas niñas (llama una al día a buscar trabajo) las cito en una suite para hacer un casting. Les pregunto por su experiencia, si hacen sexo anal, oral, masajes. Les digo: “No te vayas así, me parece de quinta, si van a ir a un hotel, van muy bien presentadas, nada boleta, pues los clientes quieren reserva, no sean obvias. ¿Alguna pregunta?” Les pido los datos, nombre, teléfono, dirección, edad, estatura, medidas. Se les toman las fotos y listo. La cosa funciona muy bien. Empecé con diez y ya tengo unas 120, la mayoría universitarias y todas con experiencia previa en el tema. Hay unas niñas que quieren quedarse con 100 y que yo cobre como 200 por ellas, pero a mí me toca decirles: “Tú no vales eso. Te falta estatura, tienes el busto natural, si te pones silicona hablamos”. Mis papás siempre han sabido todo. Mi mamá a veces me dice, “te mataste sacando una carrera, trabajando de noche para pagártela ¿y ahora vas a terminar manejando un negocio de putas? Mi papá cuando pelea con ella me dice: “Ay, mija, su mamá me da mucha cantaleta, más bien mándeme una vieja de esas” y mis hermanos son más frescos aún y me dicen: “Aproveche y gánesela suave”.

Estoy en la cima de ganancias y aunque la competencia aumenta, estoy fresca. Voy a estar en esto hasta que me dé plata. Después me busco otra actividad. Ya estuve en el sector financiero, tengo un título de administradora de empresas y una especialización en marketing de la Tadeo y estoy estudiando inglés, así que estoy bien preparada para lo que venga. Eso sí, cuando las peladas me abren su corazón y me dicen que quieren salirse, yo soy la primera en impulsarlas a hacerlo. Me da mucha tristeza verlas en esto.