14 de agosto de 2007
Cómo entender... el hablado caleño

Cuando me pisé de Cali, en 1970, los amigos de la gallada hicieron vaca para que apenas acuatizara en Bogotá ingresara en el Caro y Cuervo, a ver si dejaba de expresarme como Mayolo. Yo venía cargado de todo el lexicón caleño*, con el que no pude hacerme entender sino de mis coterráneos. Aunque nadie publicaba temas sexuales, quería convertirme en un Jorge Isaacs del porno, para escándalo u orgullo de mi terruño. A fin de no caer en un Hernán Hoyos, me consagré al estudio de terminologías clásicas y parapatías delirantes, del Marqués de Sade a Sacher Masoch con escala en el Aretino. Lo que tampoco me ha servido de mucho, a juzgar por estos textos comparativos abreviados que me requieren de SoHo. ¿Por cuál tipo de expresión decidirme? ¿La regional excluyente o la universal aparente? Espero el veredicto de los lectores.