La actriz acaba de protagonizar Débora, la mujer que desnudó a Colombia, una serie de 10 capítulos sobre la artista. En esta entrevista habla de esa experiencia y del homenaje de SoHo.
Antes de la serie, ¿qué sabía de Débora?
Que era una pintora. Había visto un par de cuadros, eso era todo. Hay uno o dos libros máximo, y algunos documentales de su obra, pero no de su vida. Después de hacer la serie supe lo que tuvo que pasar y enfrentar para ser ella.
¿Cómo le llegó el papel?
Venía buscando un personaje colombiano que hubiera sido revolucionario de alguna manera. Estaba un poco aburrida de que las grandes producciones sobre Colombia en el mundo siempre fueran sobre los mismos temas. Me puse a investigar ?para escribir, leer o actuar? y me dije: “Tiene que haber más mujeres, no solo Policarpa o Manuelita”, y en ese momento me llamaron de Medellín para ofrecerme el papel.
¿Cómo se enfrentó a la representación de esta mujer?
El solo hecho de interpretar a una persona real es una cosa dificilísima. Todo lo que vas a encontrar de ella son puntos de vista, porque para cada persona ella es alguien diferente. Entonces trataron de juntar todos esos puntos de vista.
¿Cuál fue el suyo?
Entender y mirar lo que había detrás. Cómo sintió ella cada una de las cosas a las que la fue llevando la vida. Tratar de meterme no en sus pantalones, sino en su alma.
¿Cómo se interpreta a una mujer cuyo cuerpo y ser religioso parecían en contraposición con su arte?
Pienso que una cosa es el artista y otra su arte. Y el artista no es su arte. Un músico puede ser supersolitario y, al mismo tiempo, tener las canciones más rebeldes y más fuertes del mundo. Débora Arango fue una mujer que tuvo la libertad de pensar y de expresarse orgánicamente hasta que la sociedad vino y le puso barreras. Lo que hizo es lo que haría una persona en un lugar sin normas ni leyes alrededor. Dijo: “Yo pinto lo que veo”. Pintó lo que veía y sentía, pero nunca pensó que estaba incurriendo en algún pecado; para ella era natural, como caminar.
¿Qué le parece el homenaje que SoHo le hace en esta edición?
Fantástico, ese erotismo de SoHo con la visión femenina que ella tenía es una combinación bellísima y le hace honor a su trabajo. Hay una frase en la serie que a mí me encanta, cuando llega el hermano que lleva años atacándola por pintar desnudos y Débora le dice: “Un árbol es un árbol, una mano es una mano y un seno es un seno”. El cuerpo humano es el cuerpo humano, es divino y cada cual verá cómo lo mira.
Débora Arango es una presencia muy fuerte en Medellín, no así en el resto del país, ¿cómo lo vivió?
Medellín es impresionante, yo iba a un lugar y decía que estaba haciendo este personaje y todos volteaban a mirar, me hacían preguntas y me contaban anécdotas. La gente en la calle me decía: “Usted tiene sobre sus hombros a la mujer más importante que ha tenido Colombia”. Por eso, lo que más me gusta es que muchas personas la están comenzando a conocer, porque ella es de esas artistas que solo conoce la élite del arte en Colombia.
La obra de Débora Arango encarna las primeras luchas feministas en nuestro país. ¿Cuál es la pertinencia de la vida y el arte de esta mujer?
Me le quito el sombrero por haber usado su arte para expresar esa inconformidad que ha habido durante tantos años. No es fácil que el arte sirva como manifestación social de lo que sucede; ella lo logró y de manera hermosísima. Fue la primera que se le paró a una sociedad machista, conservadora y religiosa, diciéndole “esto es lo que yo pienso”, y nos empezó a abrir el camino a punta de sacrificio. Le estoy infinitamente agradecida porque por mujeres como ella hoy podemos hablar de una revolución y de estos temas abiertamente, y usar la palabra feminismo, simplemente.