Luis Díaz. New Jersey-Estados Unidos. Septiembre 24 de 2022. Foto: Juan Carlos Sierra-Revista SoHo. | Foto: Juan Carlos Sierra

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“Tengo una obsesión con la pelota“: la entrevista de ‘Lucho’ Díaz en SoHo

Por: Soho.co

Después de una búsqueda por Liverpool, Nueva York y finalmente en Barranquilla, el gran Luis Díaz se sentó a conversar con SoHo sobre su lamentable ausencia en el Mundial, su familia y hasta del estudio de música que quiere montar.

Mónica Jaramillo: Sé que no le gustan las entrevistas, ¿por qué?

Luis Díaz: Al equipo de prensa del Liverpool suelo decirle que no, que prefiero no dar entrevistas, pero ellos me llevan a una, o a dos, y ya está salgo de eso rapidito. Sé que hay otros jugadores que sí se mueren por estar en los medios. Yo soy el otro extremo, mientras menos salga, mejor.

M. J.: Entonces somos los periodistas los que no le gustamos mucho...

L. D.: Es que son difíciles, y en el fútbol, más. Estaba aquí en Barranquilla, recuperándome de mi lesión –la que sufrió el 9 de octubre jugando contra el Arsenal–, y fui a una discoteca con mi hermana y mi familia. Yo sabía que me iban a ver y que sacarían la noticia. Me preocupé

porque la gente podría pensar que yo, a pesar de estar lesionado, me fui de rumba. Pero yo no hice nada, estaba ahí, solo, con mis gafitas y mi gorra.

M. J.: ¿Usted realmente esperaba que no lo reconocieran?

L. D.: No, yo sabía que me iban a sacar en las noticias, como ya lo habían hecho antes, pero en esa época yo estaba de vacaciones y podía hacer lo que quisiera. Por eso he decidido, mejor, no salir más. Voy a un restaurante, por ahí rapidito, para que la gente no me note, pero no más.

M. J.: ¿Si usted no fuera Lucho Díaz qué le gustaría hacer en Barranquilla?

L. D.: De todo, ir a un centro comercial, por ejemplo, que es un plan que me gusta mucho; e ir al cine. Aunque ayer pude hacerlo, con la familia vimos una película de superhéroes a las 9:45 de la noche. No había mucha gente, pero a los que me veían en el ascensor les decía así (hace la seña de silencio con el dedo en su boca), nos tomábamos una foto rápido y listo. En el cine pedimos unos perritos y nos fuimos a la medianoche.

M. J.: Debe echar de menos, también, poder caminar tranquilo por el malecón...

L. D.: Sí. Y salir a comprar ropa o a comer, o ir a la playa, pero no puedo.

M. J.: ¿A comer qué?

L. D.: Uy, yo como de todo. Mi comida favorita es el arroz con coco y pescadito frito y patacones. Mi mamá me los prepara cada vez que vengo.

M. J.: Esa es su realidad en Colombia, ¿le pasa lo mismo en Inglaterra?

L. D.: Allá tampoco salgo. Pero vamos de vez en cuando a restaurantes italianos, en ese país la comida es bien diferente.

M. J.: ¿Y cómo reacciona la gente cuando lo ve en un lugar público en Liverpool?

L. D.: De una manera diferente a como lo hacen aquí. En Colombia quizá me vean comiendo con la familia y aún así no les importará interrumpir y pedirme una foto. En Inglaterra los comportamientos son distintos, no habrá interrupción durante la comida, pero algunos hinchas me han perseguido hasta mi casa.

M. J.: ¿Usted nunca quiso perseguir así a alguno de sus ídolos?

L. D.: Perseguir, nunca; pero sí he querido conocer a algunas de las personas que admiro, como Lionel Messi; tenía que conocerlo y ya lo conozco.

M. J.: ¿Cómo fue ese encuentro?

L. D.: Casi me muero, casi le digo “te amo” y todo, je, je. De verdad, él siempre ha sido mi referente. Mi gran ídolo fue Ronaldinho, pero como ya se retiró, nunca pude enfrentarlo. El día que lo conozca sí que me voy a morir de verdad. Y bueno, Lio es el mejor del mundo. Mónica, ¿y tú eres de Cristiano o de Messi?

M. J.: ¿Yo? ¡De Messi!

L. D.: Me encanta Messi. La primera vez que tuve contacto con él fue en un partido de Colombia aquí en Barranquilla, pero no jugué de titular; apenas estaba empezando en la selección. Y luego me lo crucé en la Copa América de hace dos años y fue una gran emoción.

M. J.: Habrán intercambiado camisetas...

L. D.: No. Pero ya tengo la suya, se la pedí a través de otro jugador, me la firmó y todo, me puso “con afecto para Luis”. Mi vida ya está arreglada con esa camiseta. También tengo las de Cristiano y Neymar. Con esas tres, ¿qué más puedo pedir? Y la mía. Tengo varias camisetas por ahí para enmarcar.

M. J.: Su vida es el fútbol...

L. D.: Sí, yo creo que por eso tengo tan buen estado físico, porque desde pequeño mi gran interés era el fútbol. Corría, volvía a casa, y mi obsesión era la pelota, ¡la pelota! Era lo mismo en el colegio, donde llegué hasta décimo grado, de ahí en adelante no quise saber nada más del estudio. Me aburrí. Perdí un año, me vine para Barranquilla y aquí terminé mis estudios. Pero el fútbol no me dejaba, solo quería jugarlo y nada más.

M. J.: Ese era su plan desde niño...

L. D.: A mis compañeros de colegio les decía: “Ya van a ver cuando sea profesional”. Tenía eso metido en la cabeza, y mira cómo se dieron las cosas.

M. J.: Usted juega en uno de los equipos más grandes del mundo, el Liverpool, pero, ¿hasta dónde quiere llegar?

L. D.: Me gustaría jugar en un club español que siempre le ha llamado la atención a mi familia, pero es más una ilusión infantil. Ahora solo pienso en levantar trofeos y hacer historia con Liverpool, que es uno de los clubes más grandes del mundo. Estoy muy agradecidos con la oportunidad que me han brindado.

M. J.: ¿Qué sintió jugando la final de la Champions League este año?

L. D.: La noche anterior prácticamente, no dormí. Estaba pensando en qué pasaría al día siguiente. Pero saber que estaba ahí, recordar lo difícil que había sido llegar esa instancia, era increíble. Y me decía: estoy acá, tengo que hacer y dar lo mejor. En esos momentos se me erizaba la piel. Jugar la final de la Champions es otro nivel. Es un orgullo para mí por lo lejos que he llegado.

M. J.: ¿Y qué siente al saber que llegó la hora de Catar 2022 y Colombia no está?

L. D.: Me duele. Me duele demasiado. Era el primer Mundial al que iba a asistir. A veces quisiera devolver el tiempo, porque no me lo creo. Además, teníamos un equipazo. Y ver que ya se llega la hora es duro; va a ser un martirio, tocará esperar hasta la próxima Copa del Mundo. Pero, como dice la gente, Dios tiene las cosas preparadas para cada quien. Tenemos que romperla para ir al próximo mundial.

M. J.: ¿A qué selecciones apoyará en este campeonato, cuáles son sus favoritas?

L. D.: Argentina y Brasil. Esos son los dos equipos que estaré siguiendo. Ambos están muy bien, en buena racha. Y Brasil ni se diga, pero ojalá lo gane Messi.

M. J.: Mucha gente me ha dicho: “El gran ausente de este Mundial es Lucho Díaz”, ¿lo siente así?

L. D.: Yo también he escuchado las mismas palabras. “Lástima no ver a Lucho allá porque estaba en su mejor momento”. Pero trato de no recordarlo, es duro. Tenemos una selección con mucho futuro, son muy buenos los chicos que vienen de abajo, entonces, primero vamos a pensar en clasificar para el Mundial de 2026, y después a tratar de ganarlo. Hay que ir de a poco, tenemos selección para llegar.

M. J.: ¿Va a ir a Catar?

L. D.: Me habían invitado, pero dije que no. Eso sí, lo voy a ver, lo seguiré minuto a minuto desde el primer partido. Yo todo el tiempo estoy viendo fútbol. Si hay partidos todo el fin de semana, yo me echo en mi mueble y me los veo todos; todo el día, sin problema.

M. J.: ¿Y ve sus partidos?

L. D.: Sí, trato de analizar qué hago bien y qué hago mal, para aprender y ser mejor. Y algunas veces veo esos videos y digo: ¡guau! Ni yo mismo sé cómo hago ciertas cosas en el campo.

M. J.: ¿Sigue los partidos del fútbol colombiano a la distancia?

L. D.: Claro, y especialmente si juega Junior. Pero depende de la hora, porque cuando juegan a las 7:00 u 8:00 de la noche de Colombia, en Inglaterra es de madrugada y yo tengo que dormir bien. Si los encuentros son temprano no me los pierdo, y si se enfrentan buenos equipos como Nacional y Medellín, por ejemplo, seguro que veré el partido. Soy muy futbolero. Yo solo pienso en fútbol.

M. J.: Hay una foto por ahí circulando en la que se dice que es hincha del América.

L. D.: La historia real es que estaba en vacaciones y, como de costumbre, me fui a La Guajira. Hicimos una reunión familiar y yo me llevé una gorra del América que es de mi papá, quien sí es hincha de los Diablos Rojos. En medio del ‘parche’ me puse la gorra, nos tomamos la foto y la publiqué; yo mismo puse la historia en Instagram. Y al ratico me escribe el empresario: “Hey, hermano, ¿te has dado cuenta de que llevas puesta una gorra del América y tú juegas en el Junior?”. Qué problema.

M. J.: ¿De qué club era hincha en sus años de infancia?

L. D.: No tenía un equipo de mis preferencias. Pero cuando llegué a las divisiones menores del Junior me convertí en un ferviente hincha juniorista. En esa institución me sacaron adelante, ahí me dieron todo.

M. J.: Dicen que uno de sus grandes promotores fue el Pibe Valderrama...

L. D.: La verdad, no fue así. En las pocas entrevistas que he concedido he tratado de aclararlo. Él estuvo al mando de una

selección indígena con la que fuimos a jugar la Copa América; el Pibe escogía a los integrantes de ese equipo. Y hablé con él, claro. Me decía que tenía potencial y que podía llegar lejos. Pero quien me llevó a Barranquilla fue mi padre.

M. J.: ¿Cómo llegó al Junior?

L. D.: Por él. Aquí en la ciudad había un tío que a su vez tenía un contacto con un profesor de la escuela y él me permitió hacer la prueba. Yo no sé cuántos niños éramos, yo creo que miles; miles, de verdad, te lo juro. Duré casi un mes probándome. Me gané a pulso el poder entrar a las divisiones menores del club.

M. J.: Entiendo que la relación con su padre, Luis Manuel, es muy íntima...

L. D.: Total, mi papá siempre ha estado ayudándome, inculcándome los valores de este deporte. Él todavía tiene su escuela de fútbol y trata de formar niños para que sigan este camino. Mi padre fue muy buen jugador, en serio, pero no tuvo las oportunidades que yo sí he tenido. Los dos somos demasido futboleros y soy full pegado a él. Cada vez que vengo no se despega de mí. Y yo lo disfruto, soy muy familiar.

M. J.: ¿Va con frecuencia a Barrancas?

L. D.: Sí, me encanta, siempre visito el pueblo en vacaciones. Hoy no voy mucho por que es difícil salir y poder caminar tranquilo entre la gente. Pero trato de ir al menos tres días. Así mis vacaciones sean las más cortas, allá llego.

M. J.: ¿Cómo le describiría su pueblo natal a un inglés, por ejemplo?

L. D.: Le diría que para mí Barrancas es alegría y humildad, un lugar muy lindo en todos los sentidos. Las personas son muy carismáticas y amables, aunque viven con poco, son felices; y eso me encanta de allá. Ahí, además, están mis amigos; allá nací, por eso trato de ir.

M. J.: ¿Qué tan wayuu es usted?

L. D.: Tengo las raíces, tengo familiares lejanos que sí son wayuu, pero yo no lo soy. De hecho, he ido poco a sus rancherías, pero su tradición es divina, al igual que su gente. Vas allá y te enamoras. La cultura wayuu debería conocerse más.

M. J.: Le pregunto ahora por su hija, ¿por qué se llama Roma?

L. D.: Yo le dije a mi esposa (Geraldine Ponce) que eligiera ella el nombre, pero que ojalá comenzara por la letra ‘R’. Esa era la inicial de la abuelita de ella, Rosina; y de la mía, Rosaura. Las dos ya murieron. Geraldine eligió “Roma”, que leído al revés es “amor”.

M. J.: ¿Y si Roma quiere ser futbolista?

L. D.: Bueno, será decisión de ella, a mí me encantaría, sin problema, lo podrá decidir más adelante.

M. J.: Feliz con Roma, pero, ¿también quiere que llegue el Luchito?

L. D.: Je, je. La idea es esa; por mí, que lleguen tres o cuatro. Me gustan los niños, me gustaría tener un buen número. Ojalá llegue ese Luchito futbolista, a ver si hay otra generación y sigue la dinastía Díaz, porque, como ya lo saben, mis hermanos también juegan al fútbol.

M. J.: En su familia hay una fuerte herencia musical.

L. D.: Exactamente, también me encantaría que mi hija saliera cantante.

M. J.: ¿Y usted canta?

L. D.: Quiero aprender. Canto, por joder, en la casa, donde he tratado de armar un estudio. La música me apasiona, especialmente el reguetón. No soy de los Díaz que tocan vallenato.

M. J.: ¿Qué instrumento le gustaría tocar?

L. D.: La batería o el timbal, y la caja me gusta por sus raíces vallenatas.

M. J.: Bueno, cuente, ¿cómo es ese estudio que está armando?

L. D.: Tengo un computador, compré la mesita, los parlantes, la cosa para grabar, ¿ves? Un cantante top me creo yo, je, je. He estado tratando de aprender cómo usar todo eso de manera correcta, porque no es fácil, por eso cada artista tiene su productor.

M. J.: ¿Y ha grabado algo?

L. D.: Algunas cositas, pero más acústicas. Lo hago por pasar el rato y cuando tengo tiempo libre. La música es una de las cosas que más me gustan, como jugar a la Play (Station) y al billar, eso es lo que más hago en casa.

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