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24 de marzo de 2022

Relatos

El Chavo intenta revivir en un México que empieza a olvidarlo

La ilusión de volver a ver a Chespirito y a todos sus personajes en la televisión dejó ver una brecha generacional que hay entre los que lo aman y lo ignoran. SoHo recorrió Ciudad de México para escucharlos a ambos.

Por: Ricardo González Duque
Chavo en la Ciudadela
Chavo en la Ciudadela | Foto: Ricardo González Duque

Fue de nuevo en un televisor y rodeado de la vecindad, que volvió a aparecer El Chavo del 8, el entrañable niño pobre, torpe, inocente y tierno, encarnado por Roberto Gómez Bolaños, quien ahora por la muerte del Shakespearecito latinoamericano en 2014, habla con el comediante Eugenio Derbez a través de herramientas de deepfake, una tecnología de inteligencia artificial usada para animar fotos, hacer chistes, pero también para crear noticias falsas. “Como digo una cosa digo otra”.

Pero la noticia de que habrá una serie biográfica de Chespirito no resultó siendo falsa porque es verdad que están en sus preparativos para estrenarla quizá el próximo año, en una ágil cadena de mercadeo por mantener vigentes a los personajes de ese universo creado hace medio siglo y que ha derivado en caricaturas y hasta en videojuegos como el Fortnite de El Chapulín Colorado. Y es que ya han pasado 601 días desde que los programas dejaron de transmitirse en los canales latinoamericanos, un vacío que han llenado las plataformas de streaming, pero un abandono que no consigue superarse ni con las súplicas de Florinda Meza para que vuelvan a la pantalla chica. “Lo sospeché desde un principio”.

Cuenta la historia del pequeño Miguel Rivera en Coco, la película animada de Disney inspirada en México, que a quien no le exhiban su fotografía el día de muertos, empezarán a olvidarlo y es quizá lo que empieza a pasarle a Chespirito en las calles de México ante la ausencia en la pantalla. “No te vayas, Chavo”.

El olvido de 'Chespirito'

Era el programa número uno

Recorrer los tradicionales mercados de La Ciudadela y de Coyoacán al sur de Ciudad de México es encontrarse con la riqueza y el colorido de la cultura del país: mariachis, alebrijes, catrinas y calaveras -que no son lo mismo-, máscaras de lucha libre, Frida Kahlo y mucho tequila, pero cada vez en menos lugares y más escondido, el universo de Chespirito.

Ricardo Zaragoza es uno de los vendedores en La Ciudadela, administra un local que sí vende algunos objetos de El Chavo y compañía; a 30 pesos mexicanos (unos 5.500 pesos colombianos) está cada figura miniatura de madera de la vecindad. Le compré un Profesor Jirafales porque en la colección que tenía en casa era el que me faltaba, así que estaba haciendo sufrir a mi doña Florinda en Colombia sin tener quién le llevara flores. “Algunos extranjeros sí los piden” -cuenta mi tocayo sobre los muñequitos de la serie- “Pero los mexicanos no mucho. Crecimos con el programa y no se nos hace muy extraordinario”, concluye. Una primera explicación del porqué el olvido a Chespirito. “Chanfle”.

El Chavo en el mercado
En un rincón aparecen los objetos de El Chavo del 8 en algunos locales del Mercado La Ciudadela de Ciudad de México. | Foto: Ricardo González Duque

“El programa de mayor prestigio en el mundo de habla hispana” y “El programa número uno de la televisión humorística” eran frases que parecían grandilocuentes en voz de Rubén Aguirre, pero que no estaban alejadas de la realidad. A Chespirito lo veían 350 millones de televidentes cada semana en América Latina, fue emitido en 90 países del mundo y traducido en 50 idiomas, además, Televisa ganó 1.700 millones de dólares por vender a canales de televisión El Chavo desde 1992 hasta 2020, según la revista Forbes, una cifra que, sin embargo, fue desmentida por Roberto Gómez Fernández. “Qué cosas, ¿no?”

Quienes no solo se han reído con el fenómeno Chespirito, sino que lo han analizado a fondo, han visto en el programa de televisión algo más allá que unas rutinas de comedia. Fue en el contexto de la Guerra Fría que inicia sus emisiones El Chavo en 1971, una condición que para los autores del libro Resonancias de El Chavo del 8 en la niñez termina generando un eco continental: “¿Qué mejor, entonces, para unir a La Patria Grande, que un lenguaje y un conjunto de referencias comunes, un personaje familiar a todos y al mismo tiempo lo suficientemente universal para dejar atrás las especificidades?”. Seguramente fue “sin querer queriendo”.

No solo lo dijeron ellos, también en el homenaje a Roberto Gómez Bolaños organizado en Colombia por RCN, se puso sobre la mesa la identidad latinoamericana vista en el cuerpo y alma de los personajes del programa: “Hablar de Chespirito es hablar de toda América Latina: de los sueños, de la lucha por ganarse la vida, de la hermandad de los vecindarios, de las madres solteras, de los maestros que educan, de los niños abandonados, de los héroes anónimos, de los maleantes torpes, de los golpes de la vida, de los regalos de Dios, es hablar de nosotros mismos”.

¿Demasiado vintage?

Pero todo sol tiene su ocaso y la sociedad de 1971 no es la misma que la de 2022, las separan nada menos que medio siglo y es probable que por esa razón haya un choque generacional entre los viejos que recuerdan con cariño y risas por ejemplo al doctor Chapatín y los que se preguntan de quién diablos le hablan.

“No me llaman la atención esos programas, para mí no son buenos ni malos, simplemente me dan igual”: agrega Zaragoza, el vendedor que mira además con indiferencia una ‘playera’ del Chavo quien no debe tener más de 30 años.

Piezas de madera de El Chavo del 8 en mercados de artesanías de Ciudad de México.
Piezas de madera de El Chavo del 8 en mercados de artesanías de Ciudad de México. | Foto: Ricardo González Duque

Caminando por el Zócalo, la plaza central de Ciudad de México, Juan Carlos Aponte, quien tiene algo más de 50 años, evoca de otra manera a los personajes de Gómez Bolaños: “Es un ícono que nos inculcaron desde niños. Yo ya tengo mis años, pero esto fue algo bueno para los mexicanos”, al tiempo que recuerda con una sonrisa el capítulo en el que Quico y El Chavo entran supuestamente a la casa de la Bruja del 71. “He visto cosas peores en la actualidad. Antes cuándo ibas a ver a un niño con un celular y qué ves ahí: violencia pornografía”, advierte. Y finaliza con una frase que bien puede marcar otra brecha generacional: “El respeto se perdió cuando se empezó a faltarle a los maestros y a la autoridad”.

El debate es diferente con un par de jóvenes de 21 años que están parados frente a la icónica Torre Latinoamericana, el primer rascacielos de la capital azteca. Uno de ellos es Jonathan Ramírez, quien después de hacer una exposición para dejar claro que sí sabe quién es Chespirito, da en el punto: “Hoy la sociedad ha cambiado y siento que el ver esos programas que son de ataño ya no encajan ahora. Las personas que vieron El Chavo tienen hoy 40 o 50 años; a nosotros nos tocó, pero no lo fashion del programa”.

La otra es Carisma Crespo, quien tiene su pelo pintado de morado, un tapabocas de flores estampadas y un maquillaje de serie de televisión gringa. Ella recuerda con cariño a don Ramón porque es el personaje favorito de su papá, pero no duda en recordarnos lo viejos que estamos quienes vimos El Chavo en televisión: “Su público es de 60 años en adelante, ya es muy vintage, no representa a nuestra edad, no clasifica”, afirma con su marcado acento mexicano. Y hasta se atreve a proponer una idea basada en lo que ve ahora, como el éxito de HBO, ‘Euphoria’: “Si quisieran llamar la atención tendrían que adaptarlo, no sé, hacer a Quico gay tal vez”, se ríe. “Es una buena idea, se vendería”.

Le cuento de los testimonios de los adelantados jóvenes a Demalier Estrada, el conductor de Didi que me lleva al otro extremo de la ciudad del caótico tráfico y reacciona: “Ahora creen que todo está en la tecnología, en internet, en lo que es muy elaborado, en lo extranjero, pero lo bonito de Chespirito era justamente lo básico, lo sencillo, lo que era nuestro en televisión” y asegura que en su familia incluso a los más chiquitos les gusta aún ver y repetir por YouTube los capítulos de hace 50 años.

Fueron exactamente 1.278 los programas que grabó Roberto Gómez Bolaños, los que hoy están padeciendo una suerte de retención sin poderse emitir por los canales del continente o plataformas pagas. El dueño de los derechos de emisión es Televisa y el de los personajes es el Grupo Chespirito, comandado por su familia, por lo que sin acuerdo mutuo la única opción es seguir pirateando por la popular página de videos.

No contábamos con su astucia

Los que recordamos con cariño la introducción de los programas de Chespirito no solo sabemos que la dirección era de Enrique Segoviano, sino que la dirección de cámaras era de Roberto Gómez Fernández, el hijo y heredero del imperio de personajes que ha sabido mantener vigente por lo menos en un segmento amplio de la población la memoria, pero sobre todo el ingenio de don Rober, por eso intentan extender todo lo que puedan el universo de la vecindad o del chipote chillón, aunque de momento el intento más exitoso ha sido El Chavo animado, sin contar con el sorprendente videojuego de Fortnite de El Chapulín.

Del universo de Chespirito se vende peluches, portalápices, camisetas, muñecos de madera y de plástico.
Del universo de Chespirito se vende peluches, portalápices, camisetas, muñecos de madera y de plástico. | Foto: Ricardo González Duque

Eugenio Derbez, que engañó a más de uno pensando que esta semana volveríamos a ver de alguna manera a El Chavo y lo revivió en deepfake, tiene en su mente todavía la idea de mostrar como sea el espíritu latino, quizá con algo de intención comercial pero con mucho de objetivo regionalista: “Se trata de apoyar a los latinos y decirles que pueden llegar tan lejos como llegó Chespirito o como he llegado yo”, respondió a Telemundo. Pero está bien cañón, como dicen los mexicanos para expresar la dificultad.

Lo que hoy se hace en ‘tele’ es para públicos muy segmentados y no ha habido un solo programa latinoamericano que emule el impacto que tuvieron El Chavo del 8 o El Chapulín Colorado que se volvieron universales en el mundo de habla hispana y que crearon un lenguaje que bien o mal hablado ha estado en boca de todos los que vivieron en este lugar del planeta. “Era un programa infantil muy tierno, con chistes de humor blanco, muy tranquilo. Nada qué ver con lo de ahora que son chistes groseros o series de narcos”, reflexiona con pesar Jorge López en mi lugar de destino.

Y concluye: “He trabajado con europeos, argentinos, brasileños y me dicen que el mexicano tiene el gran defecto de que todo se nos olvida. Pase lo que pase, incluya ahí a El Chavo. No es un problema solo del mexicano, le replico. A los colombianos nos pasa igual y por eso la falta de memoria puede ser nuestro principal enemigo. La pregunta es, usted que nos lee en Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, Perú, Ecuador, Colombia o cualquier país de Latinoamérica, ¿ya olvidó a Chespirito?.

El olvido de 'Chespirito'
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