15 de mayo de 2015
Miembro de Número
30 señales de prosperidad
El periodista Gustavo Gómez enumera treinta cosas que actualmente nos venden como señales de "modernidad y prosperidad" pero que en realidad nos tienen más atrasados que las obras viales de Bogotá.
Por: Gustavo Gómez
- Las millonarias campañas cívicas en comerciales que heredó la Autoridad Nacional de Televisión de la Comisión Nacional de Televisión.
- Las parcelitas de Pretelt.
- Que con lo que vale un puñado de pasajes aéreos Bogotá-Villavicencio uno pueda pensar en comprarse una parcelita como las de Pretelt.
- La asombrosa facilidad con que cambiamos de smartphone, siempre pagando el triple de lo que costaba el viejo.
- Las finas corbatas de los abogados mediáticos.
- Comprarles a los policías de Bogotá motos eléctricas para que las arrumen.
- Mamarnos 20.000 millones de pesos en las consultas internas de nuestros Alí Babás.
- Los parqueaderos.
- Lo que cobran por un vino chimbo en los restaurantes del norte de Bogotá.
- La multiplicación del negocio de pasear perros ajenos.
- La cantidad de caras hinchadas de bótox con las que uno se cruza en un día.
- Ver atestadas las salas VIP de los aeropuertos.
- El precio de un capuchino fuera de esas salas VIP.
- El billete de 100.000, que pronto habrá que ofrecer en las aplicaciones de celular para conseguir un taxi.
- Las ediciones regionales de revistas o separatas de periódico, generosas en páginas y dedicadas a destacar las bondades de un departamento que todos sabemos está en la olla.
- Ver a personas acomodadas y con todas las posibilidades económicas, como Gustavo Petro, fustigando a los pudientes. Y recordar a Juan Manuel Santos prometiendo ser el traidor de su clase.
- La lucha encarnizada de la gente por hacerse a un puesto en las juntas directivas de las cámaras de comercio, cuando por esa dignidad dizque no se recibe sueldo.
- Los dirigentes deportivos, que logran vender la Selección Colombia a varios poderosos anunciantes a la vez.
- Un pan de Jacques, en Bogotá.
- La pauta incesante de Tío Nacho, Redu Fat-Fast y Anuice.
- Que cosas tan cotidianas como un rollo de papel higiénico o un cuaderno alienten el nacimiento de carteles delictivos.
- Lo que pagamos por ver en escena a cantantes que brillaron hace 40 años.
- La proliferación de carruseles turbios, fondos de inversión amañados, edificios hechos con materiales de segunda y asquerosos negocios judiciales que aguantamos, uno tras otro, sin que se desplome el país.
- Los voluminosos libros (pasta dura y papel satinado) que publicitan la responsabilidad social de las empresas.
- La buena vida que se da nuestra delincuencia en Cuba.
- El Audi del rector de la UIS (y la camioneta Mercedes Benz Sprinter que el excontralor Turbay Quintero cree que se nos olvidó).
- Que hayamos pasado del agua tónica criolla a la Fever-Tree.
- Regalar Isagén.
- El florecimiento de los community managers.
- Que en Bogotá, habida cuenta del “exceso” de obras exitosas y funcionales, la Bogotá Humana haya tomado la determinación de que las políticas viales giren alrededor de pintar carriles en las calles rebosantes de ¿reductores de velocidad?