14 de abril de 2005

Que se acaben los facilitadores de empresa

El mundo sería un lugar más feliz sin facilitadores de empresa, porque las personas regresarían al método histórico para solucionar un problema: reconocerlo y ponerse en la tarea de solucionarlo, y dejarían de tratar de endosárselo a un tercero, que es lo que hacen con los facilitadores de empresa.

Por: Andrés Restrepo

No entiendo a quién se le ocurrió pensar que un señor que no conoce una empresa, ni su historia, ni lo que hace, tiene más capacidad para encontrar las soluciones que los 300 tontos que padecen día a día los problemas.
Los facilitadores de empresa, como cualquier persona a la que se le pregunte por soluciones a problemas que no ha vivido de personas que no conoce, usualmente proponen generalidades o dan respuestas obvias. Son como los médicos de los programas de radio o televisión que resuelven consultas de pacientes por teléfono: "A la amiga radioescucha le sugiero que si el dolor al apoyar el pie es insoportable, camine lo menos posible". Conceptos inútiles que a nadie sensato se le hubiera ocurrido proponer por evidentes. Conceptos de facilitador de empresa.
Pero como un facilitador no puede cobrar la millonada que cobra por decir en forma escueta y directa lo que va a decir (en realidad, lo que diría cualquiera), entonces adorna con parafernalia y pompas innecesarias su discurso. Es que se vería muy feo cobrar 20 millones de pesos por decir: "Buenos días. Trátense con respeto, ayuden a sus compañeros en lo que puedan y sean responsables. Adiós".
No, señor, si uno cobra 20 millones de pesos por decir obviedades hay que ponerle al tema mucho papel: paseo a Paipa, sesiones de "trabajo", talleres de liderazgo, presentaciones interactivas, juegos, abrazos y llorada.
En su afán por justificar el paseo hasta Paipa, los facilitadores empresariales organizan charlas desde las siete de la mañana, en las que nos muestran diapositivas con flechas, pirámides y círculos que se mueven entrelazados buscando darle un aire de ciencia al tema. El desespero por tratar de convencernos de que detrás de su historia hay un fuerte respaldo teórico, resultado de años de estudio, los lleva a utilizar palabras que no existen en frases absurdas con las que creen darle un toque técnico al asunto: "Los elementos centralizantes de este ejercicio son: objetivamiento de los directivos, la compromisación de los empleados y la acauntabilidad de los socios". Palabras que si bien no existen, vuelan: porque en toda presentación de facilitador las palabras viajan en cuadritos a lo largo y ancho de la diapositiva formando una pirámide o un cubo o alguna forma geométrica que resulta tener poderes sobrecogedores. Formas que bautizan con nombres del estilo de Polígono de Valor SONSO: Sistema-Organizacional-Naciente-de-Sinergias-y-Objetivos. Parecen creer que forzar palabras para que formen una sigla cualquiera es un aporte significativo y concreto a la historia del conocimiento.
Usualmente, a partir de este aborto de creatividad construyen un mundo feliz donde todo lleva el nombre del dichoso invento: "Mira te digo (el facilitador, por definición, tutea): lo que pasa es que las actividades SONSO buscan el desarrollamiento (no desarrollo) de fortalezas SONSO para alcanzar los objetivos SONSO". Si se escucha con cuidado, el facilitador ya lo ha insultado tres veces llamándolo sonso.
Salidos de la parte teórica y despachando con el mismo almuerzo a todo el mundo, pasamos a las actividades prácticas. Tiemblen, recreacionistas, ante lo que puede hacer un facilitador de empresa con una cuerda y un espacio al aire libre. Porque el recreacionista, a pesar de todo, es humilde: se contenta con sonsacar una sonrisa, así sea fingida y forzada. El facilitador de empresa, por el contrario, es soberbio: espera que a punta de que la gente de jurídica cargue en caballito a la de contabilidad y de que operaciones forme una pirámide humana con financiera, descubramos que nos va mejor si trabajamos en equipo.
Yo lamento ser quien desilusione a los facilitadores de empresa: todos los que trabajamos en una empresa ya sabíamos eso. Lo que sucede es que las soluciones a los problemas de los grupos humanos son algo más complejos que repetir las ventajas del trabajo en equipo, el respeto, la solidaridad. Pero los facilitadores de empresa no lo saben porque nunca han trabajado en una. No hay empresas de facilitadores de empresas, todos trabajan solos. Creo que esa es razón suficiente para nunca contratar uno, por lo menos como facilitador de empresa.