21 de octubre de 2010

Clapton es blues

Con apenas su apellido y un grupo de amigos, Clapton hace un disco inolvidable.

Por: Ben Nevis
| Foto: Ben Nevis

CLAPTON
ERIC CLAPTON / REPRISE
Qué importante —y qué grato— es pillar a Eric Clapton haciendo música que no necesita de más acompañamiento que el de un grupo de amigos y un apellido, a lo sumo. En Clapton, Clapton se permite el lujo de regalarse sesiones increíbles con J.J. Cale, Jim Keltner, Wynton Marsalis, Allen Toussaint y otras glorias perfectamente ubicadas por todos aquellos que saben quién es Clapton y qué es su música. Ni qué decir del toque exótico de incluir las voces de Sheryl Crow y Nikka Costa. Es perfectamente válido pensar que se trata de un álbum de blues, pero resulta más preciso decir que estamos frente a un álbum de Clapton, y Clapton es blues incluso cuando se baja del bus del blues. Con el paso del tiempo, Clapton se va pareciendo más y más al periodista (musicólogo) Juan Carlos Garay, uno de los pocos tipos que conozco a los que realmente les importa el Clapton real. Uno se parece a las cosas que ama. He comenzado a parecerme a Ligeia, para desgracia de la dama con nombre de cuento triste, de cuento blue, de Poe.


ACUÉRDATE DE VIVIR
ISMAEL SERRANO / UNIVERSAL
Hay gente que no canta bien cantando bien. Armando Manzanero no canta bien, pero canta bien. Joaquín Sabina no canta bien, pero canta bien. Sus voces pueden no ser un homenaje a la perfección, pero de que cantan, ¡cantan! Le ocurre algo parecido a Ismael Serrano, cantautor español de intranquila voz temblorosa, al que, sin embargo, le queda bien el defecto que a otros les luciría fatal. En tiempos en que nada importa, brilla este disco, Acuérdate de vivir, con música comprometida y muy metida en el alma de quien lo lleve a los oídos.


ÁLEX, JORGE Y LENA
ÁLEX, JORGE Y LENA / KDISCOS/WARNER
¿Por qué tres artistas del pop (en su respetable rango baladesco, que no necesariamente llega a baladí), con carreras independientes, terminan fundiéndose en un trío y en un disco? Álex Ubago, de rimbombante comienzo y discreto sostenimiento; Lena Burque, de privilegiada voz y audiencias moderadas, y Jorge Villamizar, exitoso en el mundo de los bacilos (como Hansen, Koch o Ducrey), pero no una megaestrella como solista, unieron fuerzas, como los tres mosqueteros. Les cabe un D'Artagnan en el futuro, pues los tres mosqueteros fueron cuatro.


GUITAR HEAVEN
SANTANA / SONY
La guitarra de Santana ha estado siempre al servicio de las buenas causas. La mejor de ellas, de Perogrullo, la propia carrera de Santana. Es un tesoro con patas este señor al que se le acepta un disco como este, armado a punta de lugares comunes y calcado de otros proyectos anteriores. A pesar de las evidentes debilidades del álbum (y no son pocas), es un placer escuchar nuevas versiones de While my guitar gently weeps, Smoke on the water, Little wing o Whole lotta love. Les perdonamos tanta cosa intrascendente a otros, ¡cómo no a Carlitos!?


GOING BACK
PHIL COLLINS / ATLANTIC
He aquí a otro veterano que bebe en las aguas del pasado, tratando de emular en un álbum el hit que tuvo hace un millón de años con su versión de You can't hurry love. Collins nos lleva a momentos de abierta intranquilidad cuando procura que todo un disco suene como en los años dorados de Motown. Como EP hubiera sido un placer y como single una exquisitez, pero en álbum de 18 canciones uno comienza a pensar que se trata del episodio de Dimensión desconocida en que alguien está atrapado en la casa de muñecas de una gigante niña extraterrestre.