14 de abril de 2005

Los del mes

Dos libros que serán compra obligada en la feria del libro que se avecina. Villoro y Gamboa prueban de qué están hechos una vez más.

Por: Daniela Mendoza

El testigo
Juan Villoro
Anagrama
472 páginas
Uno de los tres epígrafes que escogió Juan Villoro para su última novela -ganadora del premio Herralde- corresponde a Fernando Pessoa. Dice: ¿Y qué más haría sino seguir y no parar y seguir? Julio Valdivieso regresó al D.F. después de 24 años de exilio en Europa. El mapa de su juventud ha cambiado. Hasta el PRI, el inamovible PRI, ha dejado de gobernar. Los mafiosos se han tomado las calles, sus viejos amigos van tirando de enredo en enredo y a él le proponen un trabajo muy tentador, una trampa: escribir una telenovela. Valdivieso, escritor de una calidad difícil de calificar por no decir menos, manotea contra los fantasmas de su pasado, contra los de la cultura mediática, que se ha tomado su país trocando su historia en vodevil. Y él, ¿qué hace? Pues seguir, seguir en ese viaje que comenzó décadas atrás y que ahora parece haber encontrado un puerto. Un viaje en el que de alguna manera todo México está incluido y del que Valdivieso es protagonista y testigo.

El síndrome
de Ulises
Santiago Gamboa
Seix Barral
355 páginas
¿Santiago Gamboa se ha vuelto un escritor profesional, de esos que fabrican libros como mago que saca un conejo de un sombrero, una moneda detrás de una oreja? Por fortuna no. En su última novela, la más sombría y sexual hasta la fecha, el colombiano sigue teniendo la sangre caliente, el tono preciso y cuidado para narrar la historia de un desespero, la angustia de ser inmigrante en París, la ciudad que lo arrebata todo.
Joseph Roth escribió Confesión de un asesino, una novela sobre un enigmático personaje, un inmigrante ruso que una noche en un café parisino confiesa un crimen ante un auditorio embelesado. Muchos años después, los personajes de la última novela de Gamboa están sentados en un café parecido, lejos de todo el esplendor francés, rememorando una historia igual de angustiante que la del eslavo de Roth: la suya propia.

Cómo evitar una Nochebuena pecaminosa
(y otras crónicas de humor viajero)

Alfredo Iriarte
Aguilar
199 páginas
Cada tanto los genios vuelven a la vida. La resurrección más reciente es la de Iriarte por la vía de sus crónicas de viajes. ¿Quién podría haber rescatado del olvido el absurdo de una pareja cachaca y muy pudiente que ante la decepción por no haber asistido a un funeral de la realeza los pusieron a ver en su lugar el cuadro Entierro del Conde de Orgaz- pensó en demandar a su agencia de viajes? Pues Alfredo Iriarte, ese viejo hermoso hurgador de cuanto archivo y memoria se topara, la desempolvó y ahora Aguilar nos la presenta junto a otras treinta delicias del mismo corte. Lo único malo de todo esto es que nos aviva la nostalgia de no tenerlo entre nosotros. Una ñapa de lujo: las crónicas vienen ilustradas por Guerreros.

El ABC de la música clásica
Eckhardt van den Hoogen
Taurus
424 páginas
No se engañe por la foto de la solapa: Van den Hoogen no es un caballista a pesar de que en la foto salga con sombrero y una casa de campo detrás de él. Es un musicólogo de la universidad de Colonia que con este libro le hará entender en pocas palabras por qué la música clásica no es cuestión de reverencia sino de sensibilidad. Y de vidas fascinantes y trágicas. ¿O acaso sabía que Franz Schumann trató de suicidarse tirándose al Rhin y fue rescatado para luego terminar sus días en un manicomio de Bonn?

En busca de Marcel Proust
André Maurois
Vergara
306 páginas
"Hacia las diez del día siguiente, Marcel pidió aquella cerveza fresca que le iban a buscar al Ritz. Albaret partió enseguida, y Marcel murmuró a Celeste que la cerveza, como todo lo demás, llegaría demasiado tarde". Menos la muerte. Proust se iba del mundo a los 51 años, sin su vaso de cerveza y supremamente frágil. André Maurois -seudónimo de Emile Herzog-, también escritor y su contemporáneo, trazó la línea vital del autor de una obra monumental para la literatura: En busca del tiempo perdido. En esta biografía dos talentos se encuentran en la distancia que confiere la muerte para dar testimonio de una vida marcada por la angustiosa necesidad de ser amado.