21 de octubre de 2010

Qué hubiera pasado si... El Libertador hubiera sido Santander

¿Cómo puede uno creer en un prócer que tiene dos departamentos? Tenemos un Bolívar, un Sucre, un Córdoba, un Nariño, un Caldas y por artes de la politiquería y la división, hay dos Santanderes.

Por: Antonio Morales Riveira
Qué hubiera pasado si... El Libertador hubiera sido Santander | Foto: Antonio Morales Riveira

¿Cómo puede uno creer en un prócer que tiene dos departamentos? Tenemos un Bolívar, un Sucre, un Córdoba, un Nariño, un Caldas y por artes de la politiquería y la división, hay dos Santanderes. Es la metáfora geográfica (por casualidad o por determinismo histórico) de lo que representa Santander en el pasado y el presente de Colombia: el prototipo del avión. Un emergente.

No es una cuestión de facilismo o de acomodamiento cardinal a las divisiones. El departamento de Sucre y el propio héroe de Berruecos hacían parte de Bolívar. Y a nadie se le ocurrió ponerle a Sucre departamento de Bolívar del Sur. O al Quindío Caldas del Sur y a Risaralda Caldas del Oeste. Pero sí tenían que salir los divisionistas y los santanderistas con el rollo de Norte de Santander y Santander, que además y como si fuera poco, también se llama Santander del Sur. Santander… de tanto dividir a los colombianos.

La malsana influencia de Santander sobre la vida de este país no se detiene en la geografía política. Por ejemplo, ¿con qué derecho el Banco de Santander está hasta en el ajiaco? Si fuera colombiano, santandereano, vaya y venga. Pero no, es español. ¿Cómo así que Santander (¿testamento) presta su patriótico nombre para un banco propiedad de quienes él dizque derrotó, los chapetones? Qué falta de coherencia, como todo lo de Francisco de Paula Chimpancé. Quisiera decir que es tal su total falta de sentido de pertenencia que Santander ni siquiera se posee a sí mismo: es de Paula, quién sabe qué inconfesable amante que dormía con él la propia noche septembrina cuando Pacho mandó a matar a Bolívar y este se le escapó para ir a mear bajo el puente del río San Francisco.

‘El hombre de las leyes‘ ¿en un país en el cual se hicieron y se hacen las leyes para que no perduren? Si Santander estuviera vivo votaría por Noemí Sanín y sería más neoliberal que Mockus. ‘El organizador de la victoria‘ ¿con todo y reconquista del BBVA? Carreta: Santander no fundó el Partido Liberal ni Bolívar el de los godos. Santander fundó el clientelismo y la corruptela bipartidista, en un país político hecho a su medida. Autor intelectual de la nacional práctica de "hecha la ley hecha la trampa" produjo herederos rojos y azules. Basta ver el famoso óleo llamado La muerte de Francisco de Paula Santander en Bogotá para entender que siempre estuvo rodeado de sapos y clientelas. Dime con quién mueres…

Ahora que el vástago de Simón, el presidente Chávez, mandó al laboratorio el enjuto esqueleto del Libertador, no tiene nada de raro que se compruebe que a Bolívar lo mandó envenenar el cicutista, el arsenicador Santander. No en vano los enemigos de Santander morían a tiros o por efectos del cianuro y otras bebidas. Muertes misteriosas, santanderistas, fueron las de los competidores del hombre de las leyes. Por ejemplo, la del Precursor Antonio Nariño, quien le disputó en 1821 a Santander la Vicepresidencia de la Gran Colombia. La del general José Antonio Anzoátegui, quien se llevó los laureles en la Batalla de Boyacá, la única en la que estuvo Santander mirando desde las lomas. Y el crimen detestable del mariscal Antonio José de Sucre, quien por defender a Bolívar conspiraba contra Santander. Para no hablar de la muerte del botánico e intelectual Francisco Antonio Zea, a quien Santander odiaba, y la más dura de las muertes, la del propio Bolívar, objeto de la guerra despiadada de Santander, quien murió quizás con su cuerpo saturado del veneno inoculado por la ponzoña de Santander. El historiador Miguel Peña lo dice sin ambages. Santander era admirador de los Borgia en el tema de brebajes y tóxicas porquerías para "obtener poder y librarse de quienes se interpusieran en sus designios".

A Santander no solo se le recuerda por traidor y mezquino, sino por sus frases.

"Si vamos de cabeza, nunca llegaremos al final" . Incomprensible máxima. ¿Se refería a la política del avestruz que tanto implementó?

"En América, solo los miserables pueden alegrarse por la muerte de Bolívar". ¿Una honesta autocrítica?

"Entre más mujeres tengas a tu espalda más hombre serás". Muestra de su obsesión malsana por los masajes.

"La espada de los libertadores tiene que estar, de ahora en adelante, sometida a las leyes de la República", o sea, a la exclusión de todos aquellos que no sean santanderistas. Por eso al M-19 nunca se le ocurrió robarse la espada de Santander. ¡Qué encarte!

"Nunca te esfuerces demasiado". Frase fundacional del Partido Liberal

"...El último día de mi vida será el día que me muera...". Piedra angular de la futura filosofía de otro Pacho, el Maturana.

Y las últimas palabras que pronunció fueron también su último retrato de hombre equivocado "¡Ahora sí!, buenos días, mis amados amigos", dijo, cuando hubiera debido despedirse y no saludar.

Por todo eso y más, el Libertador (a quien, dicho sea de paso, como tantas otras tierras y elecciones también se lo robaron los godos) dijo del Chimpancé el 19 de marzo de 1827: "¡Ingrato mil veces!".

Pero en realidad, además de la marrulla, la puñalada trapera y las leguleyadas, lo que queda de Santander es una escuela para tombos, una estatua medio decapitada en el museo de la Universidad Nacional (en 1976 lo tumbamos para poner al Che Guevara en la plaza) y un devaluado billete de dos mil pesos. Y ya es mucho...