14 de abril de 2003

Sake la botella

Tómelo por placer y sabiendo qué tiene entre manos. Es el sake, rey de las bebidas rituales y miembro de ese selecto club de productos que nos hacen felices sin que al otro día la cabeza amenace con explotar.

Cuando las modas se imponen no hay quien las detenga. Empiezan con la ropa, y luego con un par de palabras que se convierten en lenguaje coloquial, y se apoderan del peinado, y de la ropa, y de la mesa? y en la mesa, las bebidas. Pasó con el sake que, junto con los tatuajes de letras orientales, las camisetas estampadas, los espacios con toques asiáticos y los restaurantes de comida japonesa, está de moda. Olvídese de pedirlo únicamente porque otros lo toman. Aprenda un par de cosas que no debe ignorar quien bebe sake.
Lo primero es saber que se hace con la fermentación del arroz en el agua. Es un proceso parecido al de la cerveza, puesto que los dos se hacen con cereales que producen azúcar. Lo que cambia es que al sake se le puede hacer un 'raspado' para que la bebida resultante tenga más o menos contenido de azúcar. De allí, los sakes dulces o secos y la mayor o menor calidad: mientras más raspado se le haga al grano de arroz, de mejor calidad es el sake. Las calidades se dividen en ultrapremium (llamado daijinjo), premium (ginjo) y el más barato (futsu).
Aunque se acostumbre a tomar el sake caliente, la verdad es que los baratos se toman más calientes para que la temperatura disimule el sabor. El daijinjo debe servirse frío, pues tiene el sabor más suave de todos, un sabor parecido al agua.
Gran ventaja del sake es que no tiene sulfatos. Más bondades: tiene un tercio de la acidez del vino, así que quien haya sufrido las consecuencias de la acidez por el exceso de vino sabrá apreciar lo que esto significa. Y por último, lo que nos importa a todos: el sake de alta calidad, por su grado de pureza, no produce resaca.