A qué saben... Cinco vinos de caja

Color: Rojo brillante y feraz, tipo corraleja, muy apreciado por el alcalde de Turbaco.

Nariz: Sin saber su composición de uvas va desde gloriosos arándanos hasta sospechoso vinagre. Aunque no se siente alcohólico, sí deja un tufillo de tristeza.

Boca: Frutos rojos, con unos taninos más ásperos que el carácter del vicepresidente y un final más corto que la carrera musical de Karoll Márquez.

Conclusión:

El vino de caja es el producto de una “segunda” prensa, luego de hacer el vino “decente” por lo que su resultado es incierto, muy incierto…

Color: Sangre de toro, como el que brota en las corridas que suele frecuentar el “antitaurino” Armandito Benedetti.

Nariz: Sigue por la senda dulce aunque este “asciende” a la categoría de espejuelo en guantera asoleada que cubre la ruta Palmira-Guacarí.

Boca: Sigue muy dulce en boca, aunque ya aparecen taninos y otros elementos de un vino civilizado; sin embargo, el celador de su edificio podría devolvérselo de la ancheta navideña.

Conclusión: Un país donde campean estos vinos puede ser escenario de un Miss Tanguita o de un Senado con Roy y Armandito, un país del Sagrado Corazón o un acto de fe, como diría Borges. 

Color: Rojo teja, con un tinte oxidado como las aspiraciones de Pachito a la Alcaldía.

Nariz: La primera nariz me transportó a una sacristía o, en su defecto, al despacho del procurador. Puro y duro vino de consagrar, con una nota a bocadillo en patalón de motorista trasnochado, que cubre la ruta Neiva-La Hormiga, Putumayo.

Boca: Dulzarrón y hostigante como las intervenciones de Roy Barreras. El edulcorado vino Sansón parecería un jerez seco al lado de este brevaje.

Conclusión: Es un vino que hace honor a su nombre: Grosso. Grosso error sería comprarlo, aunque puede tener un uso clínico en las curvas de glucemia.

Fabricante: Agroindustrias Capricondo

Tiempo de Guarda: N/A

País de origen: Argentina

Alcohol: 12,9 % vol.

Temperatura de Servicio: 18 °C

Precio: $10.590Color: Rojo turbio y empantanado como el socialismo bolivariano del siglo XXI.

Nariz: La palabra “vergüenza” sería una leve caricia para describir este desastre que va desde el perro mojado hasta calzoncillo de loco, una hecatombe enológica.

Boca: Es una especie de naufragio bucal, donde la desesperanza es la única palabra que logro articular antes de las arcadas.

Conclusión: Es una tragedia en el mundo del vino, un aullido, un lamento para que el sol andino se apague y caiga la noche.