Todos saben que la Barreneche se fue a Milán con Silvia Tcherassi, que es una supermodelo y que seguramente tendrá diez años más de carrera exitosa. Lo que pocos saben es que tiene dieciséis años y un hermano inseparable; que cuando chiquita quería ser azafata y hoy en día quiere ser abogada y no actriz o presentadora, como casi todas las modelos; que después de San Andrés vivió en Armenia, Medellín e Italia y llegó hace muy poco a Bogotá, donde tiene pocos amigos; que dejó de fumar hace dos meses; que se hace la loca cuando la miran mucho en la calle y que le gusta mucho Usaquén; que tiene hora de llegada y que se está leyendo Al diablo la maldita primavera; que sabe que no existe hombre ideal, ni amistad verdadera en el mundo del modelaje; que tiene treinta y seis pares de zapatos y un genio de los mil demonios; y que dentro de una semana volverá a su isla adorada para hacer un catálogo de vestidos de baño.