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19 de octubre de 2009

Contra Peter Manjarrés

Por: Silvestre Dangond
| Foto: Silvestre Dangond

Es un gusto tener la oportunidad de plasmar en estas letras lo que representa, para mí, el colega Peter Manjarrés. Aunque muchos lo denominen mi adversario, no lo considero de esa manera, porque somos dos cantores de la música vallenata que nos dedicamos a hacer nuestro más significativo aporte a este folclor, abriéndonos cada uno nuestro propio espacio. Así es como ha sucedido. Somos estilos totalmente opuestos, pues Peter se caracteriza por ser discreto, cauteloso, metódico, serio, tranquilo, prudente, identificándose, repito, como un ángel y un caballero, seudónimos bien puestos. Contrario a mi estilo original, lleno de dinamismo, alegría, revolución, el cual es indescriptible.

Conocí a Pedro, como cariñosamente lo llamo, hace mucho tiempo. A pesar de que yo no vivía en Valledupar, iba con frecuencia y por lo tanto distinguía a muchos vallenatos, entre esos a Peter Manjarrés. Nunca fuimos amigos pero sí conocidos. Yo vivía en Urumita, Guajira, un pueblo hermoso, lleno de mujeres bonitas. Siempre supe de él, que le gustaba la música, que era un muchacho noble y buena gente. Recuerdo los inicios de Peter en Bogotá, cuando muchos de nosotros salíamos del bachillerato y nuestros padres, con gran esfuerzo, nos enviaban a la capital con el propósito de convertirnos en profesionales. En ese momento la llegada de unos costeños a "la nevera", como la denominábamos, nos permitía hacer de nosotros los personajes que queríamos ser: unos parranderos incansables, rumberos de tiempo completo, dedicados a las conquistas y a derrochar la juventud. De inmediato germinaban las inolvidables parrandas en los apartamentos de los amigos y, cada uno, hacía gala de su dote musical, y mostraba su talento ante los demás. Peter se apoderó de la caja, no recuerdo su faceta como cantante. Así transcurrían los días, haciendo nuestros sueños realidad en la sala de un apartamento, con las ansias vivas de estar en una tarima con un público eufórico cantando nuestras canciones.

Empezamos ese viaje por alcanzar nuestros anhelos, por grabar nuestro primer CD y ser reconocidos entre los grandes. Sin embargo, él poseía algo de lo cual yo carecía: las relaciones, punto clave para despegar su camino musical. Cuando Peter surgió como artista profesional, yo apenas andaba como cantante de parranda en Bogotá. Pero aún así emprendimos este largo camino del cual nos hace falta mucho por recorrer, poco a poco nos fuimos abriendo espacio en el género, abrimos las puertas a los colegas jóvenes que venían a incursionar en la más mágica de las ocupaciones. Nuestras vidas musicalmente han crecido y tomado forma, a medida que pasan los años evolucionamos como artistas y como personas, dejando atrás las polémicas sin sentido, que se presentaron por malentendidos en el pasado porque, como he dicho, dentro del vallenato hay cabida pa' todo el mundo.

Considero a Peter una excelente persona, aplomada, dedicada a su trabajo, noble y capaz. Tengo entendido que es un excelente familiar. Nunca hemos tenido la oportunidad de sentarnos por mucho tiempo a conversar. Sin embargo, cada vez que nos encontramos detrás del escenario aprovechamos unos minutos para hacerlo. Últimamente mantenemos una relación directa, para no dar paso a las personas mal intencionadas que durante mucho tiempo se dedicaron a indisponernos, a mal informar y a tratar de dañar nuestra relación. Como cantantes, somos diferentes. Me aterra su diplomacia en tarima, su sobriedad, sus presentaciones impecables, yo creo que él ni suda. Me llama la atención esa actitud calmada cuando está en el escenario pues yo soy lo contrario, soy acelerado, y esa imagen que él proyecta yo no la proyectaría jamás. Debo decir que no me gusta la corbata negra que usa ahora. Sí, muy elegante por cierto, pero refleja tristeza, duelo, sufrimiento, en fin, transmite cosas negativas, es muy fúnebre. Y está claro que en el vallenato le cantamos a todo, al dolor, a la alegría, al desamor, al desconsuelo, pero lo hacemos para aliviar las penas. Con el vallenato desahogamos nuestros sufrimientos cantando, somos nostálgicos pero alegres también. Su corbata dice otra cosa. Así como le admiro que a pesar de las críticas musicales que le hacen, es insistente y perseverante, lo que no me gusta de Pedro es que a veces tira la piedra y esconde la mano.