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21 de octubre de 2010

De gira con Sabina

Desde 1982 el autor de esta nota acompaña a Joaquín Sabina en sus discos y sus giras. Aquí comparte con los lectores de SoHo esta especie de diario de viaje por América Latina.

Por: Pancho Varona
| Foto: Pancho Varona

Quito, Quito, Quito, a ver, una palabra que rime con Quito… mito, grito, delito… al final elijo 'delito' y espero.

Estoy de gira por América con Joaquín Sabina. Bueno, la verdad es que llevo de gira con Joaquín desde hace 28 años. Llevo trabajando y viviendo y tocando y componiendo con él desde 1982. Y esta noche nos presentamos en Quito.

En cada concierto, entre la tercera canción y la cuarta, que siempre es Medias negras en esta gira, Joaquín recita un poema a modo de bienvenida o presentación. Pero cambia los cuatro últimos versos dependiendo de la ciudad en la que toquemos.

Hoy, en Quito, Joaquín se acerca a nuestro camerino de músicos antes de empezar y nos dice "hoy la rima es en ito, hay que rimar con Quito"… y nosotros buscamos una palabra que rime con Quito o con ito. Ya dije que yo he elegido 'delito'.

Empezamos el concierto y entre la tercera y la cuarta canción Joaquín recita "Uno acaba nunca la misma canción (mientras yo digo por lo bajo 'que diga delito, que diga delito') a la sombra de un ángel maldito, luego llega la hora de alzarse el telón y abrazar a mi gente de Quito".

Arggg, era 'maldito', tenía que haberlo imaginado, tenía que haberlo sabido, con lo que le gusta a Joaquín la palabra 'maldito'. Bueno, ninguno de los músicos acertó la maldita palabra. ¡El que la acierta se lleva cien dólares de premio! Y cien pavos son muy bien recibidos en Quito y en Singapur.

Esta es una de las distracciones que nos buscamos para amenizar una gira de dos meses por América. Es un trabajo maravilloso, es el mejor trabajo del mundo? pero dos meses sin ver a tu mujer y a tu hija supone realmente mucho tiempo.

Por eso la mayoría de nosotros llevamos nuestras computadoras portátiles y vamos buscando como posesos lugares con Wi-Fi, a poder ser gratuita, para conectar con nuestras familias usando algún programa de videoconferencia.

Y así llegamos a un hotel de Santo Domingo, en la República Dominicana, por ejemplo, y Pedro Barceló, nuestro batería, es el encargado de negociar con el o la recepcionista en estos términos: "Pero, señorita, nosotros no podemos pagar 15 dólares diarios por una conexión a internet, somos trabajadores y usamos las computadoras para hablar con nuestras familias en Madrid.

Quizá si les damos un par de invitaciones para el concierto ustedes tienen la amabilidad de..." etcétera.

Así es mucho más fácil. Marcas el número de tu casa en Madrid y ves las caritas de tus chicas al tiempo que ellas ven la tuya.

La crew que viaja por el mundo con Joaquín Sabina es un grupo compuesto por seis músicos, diez o doce técnicos, un road manager, un mánager, nuestra querida primita Jimena y el propio artista. Así suele ser.

Joaquín suele viajar separado de nosotros para no tener que sufrir la rigidez de nuestros horarios: el equipo técnico debe llegar a la ciudad a determinada hora para comenzar los preparativos y Joaquín puede llegar varias horas más tarde o, incluso, al día siguiente.

Y así llegamos al lobby de cualquier hotel los casi veinte integrantes del grupo de músicos y técnicos, y ahí empieza el jaleo. Uno quiere habitación exterior y el otro la quiere interior. Uno quiere planta alta y el otro planta baja.

En los aeropuertos pasa algo parecido con las facturaciones y las tarjetas de embarque. Todos queremos pasillo y tenemos bien aleccionado a nuestro road manager para que pida 18 pasillos para toda la expedición.

Llega Joaquín al camerino y dice que, ya que estamos en Medellín, busquemos una rima en in. Mientras nos cambiamos de ropa empezamos a pensar. Media hora antes de que empiece la actuación llega Rafa Meroño (stage manager) avisando que quedan 30 minutos, y ahí es cuando me meto en mi traje negro estilo sheriff de Arizona y en mis gafas de sol Ray-Ban mientras pienso "fin, patín, postín, motín, festín" y elijo 'festín'.

"Uno acaba nunca la misma canción con acordes que saben latín, luego llega la hora de alzarse el telón y volver a sentir Medellín". Mara Barros, nuestra excepcional corista, había elegido 'latín'. Así que, cuando Joaquín se da la vuelta al acabar de recitar y me mira, le señalo a Mara para que sepa que, en esta ocasión, ella fue la acertante. Se llevará 100 pavos y con ellos se comprará unos zapatos casi con toda seguridad.

Medellín fue una de las gratísimas sorpresas en esta gira por dos motivos: nunca habíamos tocado allí antes y además pensamos que fue posiblemente el mejor concierto de toda la gira americana. Doble alegría. Ciudades como México D.F. o Lima o San José de Costa Rica o Bogotá ya son nuestra casa: las hemos visitado muchas veces. Por eso, cuando llegamos a un lugar en el que nunca antes habíamos tocado, la sensación es doblemente placentera. En esta gira las novedades fueron Mérida en México y Medellín en Colombia.

Salimos de Madrid el 11 de abril en vuelo de Aeroméxico con destino al D.F. En México pasaríamos prácticamente el primer mes de gira, haríamos seis (¡seis!) auditorios en el D.F. para viajar luego a Guadalajara, Aguascalientes, Querétaro, Monterrey, Zacatecas, Mérida y Puebla. Casi un mes recorriendo el hermosísimo país mexicano. Durante gran parte de ese primer mes se unió a nosotros el equipo de rodaje del prestigioso y muy amigo director de cine Fernando León de Aranoa, que fue tomando constancia de nuestro ir y venir con vistas a editar un largometraje sobre Joaquín.

Además, en Aguascalientes sucedió la terrible cornada al enorme torero José Tomás, con Joaquín presente en la plaza. Aguascalientes es una preciosa ciudad con tres pequeñas placitas de toros: en una de ellas toreaba el maestro José Tomás y en otra actuábamos nosotros. Tomás invitó a Joaquín al festejo, al que nosotros los músicos no pudimos ir por tener que acudir a la prueba de sonido. Justamente íbamos hacia la prueba en un vehículo cuando escuchamos por la radio la terrible cornada.

Ahí todo cambió. Joaquín tuvo que salir a actuar mientras su amigo el matador de toros estaba más muerto que vivo.

Por suerte todo acabó bien, pero pasamos momentos duros, sobre todo al ver la carita de desesperación y tristeza de Joaquín por no poder hacer nada: Joaquín y Jimena habían visto la terrible cornada a escasos metros de donde se produjo. Incluso Jimena se ofreció para donar sangre cuando pidieron donantes por los altavoces de la plaza de toros. ¡Bravo por Jime!

Nosotros llamamos prueba de sonido al hecho de ir al lugar donde vamos a tocar y comprobar que todo funciona. Cada uno agarra su instrumento y tocamos unas cuantas canciones, mientras Joaquín suele esperar en el hotel. En esta gira hemos mecanizado bastante la prueba de sonido y siempre tocamos Viudita de Clicquot, Llueve sobre mojado y Contigo para comprobar que todo suena. No se puede considerar un ensayo porque la verdad es que vamos bastante ensayados después de tanto tiempo con Joaquín. Es simplemente una comprobación de que las luces lucen, los instrumentos suenan, los micrófonos también, y es el rato que tiene el ingeniero de sonido de fuera y el ingeniero de sonido de escenario para ajustar cada uno sus niveles y sus ecualizaciones, porque mucha gente no sabe que nosotros no escuchamos en el escenario lo mismo que escucha el público: cada uno de nosotros tiene su escucha personalizada y pedimos al ingeniero de escenario lo que queremos oír. Por ejemplo, lógicamente yo siempre oigo más mi voz que las otras voces para afinar mejor y oigo un poco más mi bajo o mi guitarra que al resto de la banda. Así, cada uno va pidiendo al técnico de sonido lo que necesita.

Solamente en Ciudad de México nos llegaron a ver 60.000 personas en las seis presentaciones que hicimos: el auditorio tiene cabida para 10.000 personas. Así que en el mes que pasamos en México nos vieron más de 100.000 personas.

Nos despedimos de México tras pasar un mes allí y volamos a Costa Rica, donde comenzó el segundo mes de la gira. Dos actuaciones en San José y luego San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Santiago de los Caballeros, Bogotá, Medellín, Quito y Lima.

Llega Joaquín y dice: "La rima es con Bogotá". Mientras me visto empiezo a pensar en palabras agudas terminadas en a. Recurro a una que seguro es del gusto de Joaquín, muy dado a usar en sus canciones y poemas palabras hermosas, raras y sonoras: 'Jacarandá'. Existe la palabra 'Jacaranda' y la misma pero acentuada: 'Jacarandá'. Y además Joaquín usó dicha palabra en una canción que le hicimos a la cantante española Pasión Vega. Así que pienso que puede rimar perfectamente Jacarandá con Bogotá.

"Uno acaba nunca la misma canción entre el cómo, el dónde y el ya? (¡mierda!),? luego llega la hora de alzarse el telón y volver a sentir Bogotá". Nadie acierta.

Llegamos al Caribe y es extraño saber que mientras en España se hielan de frío tú andas con bermudas y aspecto de turista japonés arrastrándote de calor por las ciudades. Normalmente estamos tres días en cada ciudad en la que actuamos. El día que llegamos, los técnicos visitan el recinto y toman decisiones. El día siguiente ya es el de la actuación y los chicos se dan un madrugón y empiezan a montar todo el aparato de sonido, luces, vídeo, escenario? hasta que llegamos nosotros a probar sonido. Luego aparece Joaquín, hacemos el show y regresamos al hotel. Y al día siguiente viajamos a otra ciudad y comienza el ritual de nuevo.

Joaquín se presenta en el camerino del Auditorio Nacional de México y avisa: "Hoy debéis buscar una rima en 'ido' porque terminaré diciendo México lindo y querido". Y empieza la búsqueda de la palabra clave. Nido, olvido, solemos huir de participios u otros tiempos verbales porque nos parece un recurso fácil al que Joaquín no suele recurrir. Cuando hemos elegido la palabra cada uno, se la decimos a José Luis, nuestro road manager, el cual la apunta en un papel para que quede constancia. José Luis es nuestro notario. Elijo 'nido'.

Joaquín recita: "Uno acaba nunca la misma canción con aromas de antiguos corridos, luego llega la hora de alzarse el telón en mi México lindo y querido". Brillante de nuevo y, como de costumbre, nadie acierta. Creo que yo acerté un par de veces en esa gira. En Querétaro elegí 'chicano' para rimar con queretano. Y de la otra ni me acuerdo.

Antes salíamos por las noches. Antes íbamos a bares. Ahora terminamos agotados y ya tenemos una edad: la edad perfecta para quedarnos en el hotel tranquilamente después de la actuación. Pero somos muy bien representados por los técnicos que salen casi todas las noches y suelen dejar el pabellón bien alto. Son la marea negra. Siempre vestidos de negro (como marcan las normas no escritas) visitan las ciudades por la noche. Yo, en cambio, recorro y paseo las ciudades por la mañana. Soy paseante profesional. Soy caminante vocacional. El paseante insurgente Varona. Camino y camino y disfruto cada ciudad y cada calle como si fuera la última vez. Por la noche me relevan los técnicos y son ellos los que recorren cada bar como si fuera esa noche la última vez.

Otro aspecto que nos proporciona risas y buenos quebraderos de cabeza es el cambio de moneda en cada país. Nos volvemos locos. Y cuando ya estás empezando a manejarte con dificultades, tienes que volar a otro país con un cambio totalmente diferente. Hubo una época en la que llamábamos a todos los billetes de todos los países 'mortadelos' (incluidos los dólares) en honor a unos billetes que existían en España en un juego de niños sacado de un archifamoso cómic español llamado Mortadelo y Filemón. Así no había dudas entre colones y pesos y sucres y balboas y bolívares y dólares: todos mortadelos y se acabó. En Europa, el euro. En América, el mortadelo.

El repertorio de un concierto apenas cambia de una ciudad a otra. Si visitamos Buenos Aires es obligado cantar Con la frente marchita y Dieguitos y Mafaldas. Y si vamos a Lima es obligado hacer Rosa de Lima. Y si tocamos en Madrid, Yo me bajo en Atocha. Por lo demás, el repertorio cambia poco. Hay tres o cuatro canciones que entran o salen del repertorio dependiendo del lugar en el que toques, pero una gran gira es una gran gira. Y suele haber pocos cambios notables entre una ciudad y otra en una gran gira porque la maquinaria está preparada y engrasada para sacarle el mayor rendimiento siempre al mismo repertorio o a uno muy parecido. Las programaciones de las computadoras así lo exigen: no conviene volverlas locas porque se pueden enfadar y una computadora enfadada echa por tierra lo que podría haber sido una gran actuación.

Esta gira que empezó en noviembre de 2009 con conciertos en España, un viaje a Suramérica donde tocamos en Chile, Uruguay y Argentina, un segundo viaje a América con presentaciones en México, Costa Rica, Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, Ecuador y Perú. Regresó a España en junio de 2010 donde comenzó la gira española de verano en la que todavía estamos inmersos. Finalizará la primera semana de noviembre, o sea, un año después de que empezara. Un año de trabajo tan intenso junto a Joaquín es de las cosas mejores que me han pasado en la vida. ¡Todavía no acabó la gira y ya estoy loco por que empiece la próxima!

Joaquín Sabina se sube al escenario en San José de Costa Rica y cuando termina la tercera canción recita:

"Uno acaba nunca la misma canción del otoño que el alma complica, luego llega la hora de alzarse el telón y volver a cantarles a las ticas".

Nadie acertó.