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22 de agosto de 2008

Opinión

BOLT FOR ALWAYS

La Máquina de Follar es el nombre de la nueva columna de opinión del escritor Efraim Medina. En esta primera entrega Medina le hace un homenaje al nuevo hijo del viento: el jamaiquino Usain Bolt.

Por: Efraim Medina Reyes
| Foto: Efraim Medina Reyes

1. CIEN EN 9:69

Un negro alto y guapachoso ha dejado pasmado al mundo. No se necesita mucha inteligencia para entender que correr cien metros planos en 9.69 es algo sobrenatural. Más aún si lo hizo un jamaiquino que un momento antes de realizar su hazaña estaba bailando reggae y mamando gallo con su rivales y, en plena carrera hacia la gloria, abrió los brazos y volvió a bailar y bailando cruzó la meta. Para los terrícolas era una cita con la historia, para Usain Bolt sólo otra carrera con sus amigos. El hecho que lo observaran noventa mil chinos mientras el resto de la humanidad seguía sus increíbles movimientos por la televisión no pareció afectarlo. En poco más de cuarenta zancadas Usain mandó al demonio el rigor y la concentración como premisas del triunfo y llevó al trono del deporte mundial el desenfado y la alegría propios del Caribe. Al finalizar la vuelta de honor Usain le confesó a uno de sus asistentes que cuando había recorrido los primeros cincuenta metros supo que había ganado la carrera y buscó a su madre, entre los noventa mil chinos, para dedicarle la victoria. Todos pudimos ver como veinte metros antes de culminar su monstruosa hazaña se distrajo mirando a sus rivales y golpeó su pecho para decirle a la multitud que él, un negro criado en la plantación de café donde trabajaba su familia, era la verga herida. 9.69 para cualquier ser humano son un suspiro y en ese suspiro Usain se adelantó al futuro y celebró con su madre la medalla de oro que un instante después ganaría.

Ningún deporte o cualquier otra experiencia humana puede compararse a los cien metros planos. Ese trayecto es el arte esencial; los soberbios guepardos corren los cien metros planos cada día para sobrevivir, también los antílopes y las cebras. Las otras cosas que llamamos deportes son derivaciones pendejas de esos cien metros. A menudo nos preguntamos cuál es el sentido de la vida y quizá todo se reduzca a esos cien metros; el día que la raza humana logre recorrerlos en el menor tiempo posible tendremos la ansiada respuesta. Usain nos ha acercado a ese día ulterior, el encarna el sueño de la noche de los tiempos. Comparados con Usain las estrellas del fútbol, los golfistas, la NBA, etc, etc, son babosas infladas. Usain sintetiza y destroza los imposibles, es él la posibilidad que tiene Aquiles de alcanzar la tortuga; cuando el guepardo persigue al antílope las hienas se limitan a observar y luego se alimentan de caca podrida. Noventas mil chinos en el estadio y el resto de la humanidad, incluidos futbolistas, golfistas, la NBA y demás etcéteras, hemos observado a Usain honrar al guepardo ¿Qué piensas comer hoy?

2. GUEPARDO VS DIABLO S.A.

Quizá Usain Bolt no lo sepa pero esos magníficos cien metros planos de Pekin fueron su última carrera, a partir del momento que abrió los brazos y cruzó la meta se convirtió en una celebridad y cayó en las entrañas de la máquina que convierte todo lo bello y auténtico en física mierda. Hasta hace unos meses Usain era prácticamente desconocido, su nombre sólo les decía algo a los expertos del atletismo que lo consideraban un chico prometedor. Ni siquiera era habitual verle correr los cien metros. Pero después que batió el récord del mundo en New York (9.72) su destino empezó a cambiar. Sin embargo, hace dos semanas nadie lo reconoció en el vuelo que lo llevó a Pekín y en el aeropuerto un puñado de periodistas que lo estaban esperando no sabían cuál de aquellos atletas que llegaban de Jamaica era el que amenazaba con borrar de la pista a los temibles Tyson Gay y Asafa Powel. Él no se esforzó en hacerse notar, caminaba entre la multitud masticando caramelos y escuchando a Bob Marley en su ipod. No estaba allí para dar entrevistas sino para honrar al guepardo. Y lo hizo. No creo que nadie dude, y menos yo, que seguirá venciendo y destrozando récords, sólo que ya no lo hará para honrar al guepardo sino para atraer a las hienas. A esta hora su agente estará negociando su alma con el Diablo S.A. A cambio de cifras astronómicas se usará la imagen de Usain para promocionar todo tipo de baratijas y en adelante él correrá para convencer a las hienas de tragarse esas baratijas. Su desenfado y buen humor serán etiquetados y empacados rigurosamente al vacío y en su contrato estará establecido cuando debe reírse y cuando debe bailar. Por supuesto que no volverá a sentarse en los incómodos asientos de la clase turista y podrá elegir entre el rebaño de top models la que más le guste y será ella quien, aburrida y desdeñosa entre el público, espere su señal de victoria y sonría luciendo una gorrita del patrocinador. Tal vez en poco tiempo Bolt decida abandonar a Glenn Mills, su fiel entrenador, porque a su top model le resulte demasiado vintage. Me gustaría pensar que exagero y que Bolt logra evadir la maldita máquina tritura almas, después de todo es el hombre más rápido del planeta y no un zombie como Beckham. O tal vez Bolt, como casi todos, ha llegado hasta allí empujado por el ansia de entregarse a esa máquina. Cada quien debe cuidar su propio trasero, el guepardo lo hace y Bolt debe hacerlo. A los sentimentales nos quedan esos inolvidables 9.69 para seguir soñando.

3. DOSCIENTOS EN 19:30

De nuevo el relámpago jamaiquino ha reinventado la historia; doscientos metros en 19:30, el sagrado récord de Michael Johnson (19:32), que duraba desde 1996, fue roto en mil pedazos por la furia centelleante de Bolt. Descifrar lo que significan ese par de décimas no es tarea sencilla, pero el grado de dificultad equivale más o menos a que un jugador cualquiera de ajedrez se enfrente en una simultánea a los doscientos mejores ajedrecistas del mundo y con los ojos vendados logre vencer a todos en 19:30. Pero esas dos décimas son sólo un detalle de la gesta de Bolt; su demoledor paso hizo que pareciera un juego de niños romper los registros mundiales de los cien y doscientos metros con medallas de oro incluidas•. Es como si Messi jugara, él solo, la final de México 70 contra el inolvidable Brasil de Pelé, Tostao, Jairzinho, Rivelinho... y los venciera por 5 a 0. El grado de dificultad que afrontó Bolt es sólo comparable al desparpajo con que asumió cada fase de su vertiginoso viaje a la inmortalidad. Sé que el fantasma del doping gira sobre la cabeza de Bolt como una espada de Damocles (también sobre la de Phelps y tantos otros), pero mientras no existan pruebas concretas su hazaña es incontrastable. A mí los hipócritas controles al doping, que enriquecen a quienes producen las drogas dopantes y a quienes las controlan (como el juego de los hackers y los antivirus), me importan un pito. Como suelo decir, cada cual debe cuidar su propio trasero; estoy a favor de la legalización de todas las drogas y del doping. El Diablo S.A. ofrece millones de dólares a quienes sean capaces de bajar registros mundiales (Phelps recibió un millón hace poco) y luego, ese mismo Diablo, condena a los dopados. Pero dejemos ese tema para otra columna. Lo que cuenta, al menos para mí, es que he visto a Bolt volar sobre Pekín sonriente y he sentido un inmenso regocijo. Después he bajado a sacar una botella de Jameson de mi bodega secreta y me he zampado un par de tragos en su honor y en el de mi entrañable amigo Ángel Perea.

• En las olimpiadas de L.A. (1984), el "hijo del viento" Carl Lewis ganó cuatro medallas de oro incluyendo los 100 y 200 metros, pero sin romper los registros vigentes de esas distancias.

 

Reseña biográfica de Efraim Medina Reyes
(Cartagena, 1967), ha escrito Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, Sexualidad de la Pantera Rosa (novelas). Pistoleros/Putas y Dementes (poemas). Cinema árbol (relatos). En Italia ha reactivado la 7 Torpes Band y lanzarán en breve el CD La forma del vacío. Su próxima novela se titula Los infieles.

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