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15 de noviembre de 2001

En la cama con Catherine

Marcela Carvajal, protagonista de la obra Monólogos de la vagina, entrevistó a la escritora francesa Catherine Millet a propósito de su libro best–seller, La Vie Sexuelle de catherine m.

Por: Marcela Carvajal

A sus 53 años, Catherine Millet está más allá del bien y del mal. Además de dirigir exitosamente la revista Art Presse —y de haber publicado varios libros sobre arte—, la curadora e intelectual francesa lleva 20 años de feliz matrimonio junto al escritor y fotógrafo Jacques Henric. Pero, entonces, ¿por qué escribió un libro en el que quedó consignado hasta el mínimo detalle de su estrepitosa vida sexual? ¿Por qué contó que una vez satisfizo el apetito sexual de varias decenas de hombres en la parte trasera de una camioneta? ¿Por qué reveló que asistió a encuentros en los que se involucraron sexualmente más de 120 personas?

La respuesta de Catherine es simple: “Escribí el libro porque alguna vez quise leer uno parecido y no lo encontré. Quise responder esas preguntas que yo tuve sobre mi propia sexualidad y permitir que los lectores confrontaran sus experiencias sexuales con las mías”.

A pesar de haber sido parte del París de la Generación del 68, Catherine no es una ex drogadicta ni tampoco incurrió en sus alocadas prácticas sexuales obedeciendo un extraño sentido de autodestrucción. Por el contrario, esta francesa de voz gruesa y espíritu festivo es en la actualidad un icono del triunfo y, como tal, no le debe explicaciones a nadie.

Por eso, siente satisfacción al haber dejado un documento verdadero, íntimo y revelador en su libro La Vie Sexuelle de Catherine M.; un documento en el que más allá de las orgías, los parteuzes (fiestas francesas donde se cambia de pareja) y las cifras de los amantes, transmite la sensación de encontrarse al lado de una mujer que ha vivido sin renuncias, sin importar los momentos exclusivos dedicados a darle gusto a los playboys masculinos.

Quienes pretendan encontrar en su libro una fuente pornográfica de excitación pierden su tiempo, así como también lo harán quienes lo empuñen con aires literarios. El testimonio de Catherine no es otra cosa que una meticulosa descripción de ese filo de la navaja en el que la nueva sexualidad de la mujer ha puesto al hombre. Damas y caballeros: ¡Catherine Millet!

¿Le da lo mismo que su libro sea considerado pornográfico o erótico?
La verdad es que me tiene sin cuidado. A la hora de escribirlo no quise hacer ni un libro erótico ni uno pornográfico. Mi meta no fue suscitar la excitación del lector, sino dar un testimonio de una sexualidad abierta. Igual, si lo reciben así pues tampoco me incomoda.

¿Existe una diferencia entre erotismo y pornografía?
Aunque hace un tiempo se pensaba que la pornografía era algo completamente distinto, hoy en el mundo —sobre todo, en Europa occidental— ya no se hace la diferencia. Lo que antes llamaban erotismo es un ropaje estético que le ponían a la pornografía.

¿Confesar tantas intimidades de alcoba fue una especie de exorcismo sexual?
Para nada. Hacer un exorcismo equivale a botar lo que uno tiene adentro, y yo no quiero botar nada. Si de alguna forma mi vida ha cambiado y mis comportamientos sexuales ya no son los mismos, el libro en sí mismo es una manera de guardar y no de botar.

¿El libro es una extensión exhibicionista de su vida sexual?
Yo no soy exhibicionista. El libro es el placer de darme. De la misma manera que en una época yo me daba a muchos  hombres, creo que al escribir mis experiencias me estoy entregando a muchos lectores.

¿Por qué cambió sus prácticas sexuales?
Creo que la vida evoluciona y cuando uno se aburre debe cambiar. A mí ya no me gusta asistir a reuniones en las que sé que va a haber contacto sexual con mucha gente, pero en cambio le he encontrado mucho placer a tener relaciones sexuales con mi marido en lugares públicos.


Si usted hubiese tenido hijos, ¿qué les hubiera recomendado en materia sexual?
Soy una convencida de que pocas cosas son tan equivocadas como influir en la vida sexual de los hijos. Creo que no haría nada, ni siquiera para enseñarles la libertad que yo encontré. Preferiría que lo encontraran ellos mismos.

Para participar en los parteuzes, ¿usted necesitaba estar bajo los efectos de alguna sustancia alucinógena o del alcohol?
Siempre iba en completo estado de conciencia. Algunas veces tomé unos tragos pero nunca me drogué. Más bien lo que pasaba es que algunas veces el mismo placer de la relación sexual me hacía perder la conciencia…

¿Cómo afecta a los hombres la posibilidad de que una mujer busque sexo sin la necesidad de afecto ni de procreación?
Muchas de las reacciones negativas que generó el libro provienen de hombres libertinos y ‘muy machos’ que extrañamente se sentían desposeídos de su sexualidad porque creían que les estaba siendo arrebatado un tipo de poder.

¿Para un hombre es incompatible una relación estable con una mujer sexualmente liberada?
Cada pareja resuelve a su manera los problemas inherentes a la revolución sexual femenina. En mi caso, lo que hicimos con mi esposo fue darnos siempre mucha libertad sin tratar de provocar al otro. Yo iba a mis encuentros y no le contaba; él iba a los suyos y tampoco me contaba. Uno no debe provocar los celos y no pensar futilmente en una transparencia absoluta de las relaciones.


¿Cree que ese ropaje representa la sutileza de lo femenino frente a la concreción de lo masculino en el sexo?
Todo lo contrario. Las mujeres somos más directas y más crudas en lo relacionado al sexo. De hecho, creo que nuestra fuerza radica en esto. Sin embargo, hago hincapié en que si bien las mujeres somos más realistas, también es cierto que siempre estamos más atentas que los hombres a las sensaciones y los pensamientos que nos pasan por la cabeza durante el acto sexual. En la percepción de las sensaciones más puras radica lo femenino del sexo. Las diferencias entre las sexualidad masculina y la femenina son algo irreconciliable que va a seguir existiendo hasta que se acabe la humanidad

¿Un tip para ser buen amante?
No hay tal. Creo que la diferencia de lo que se cree el sexo siempre es de dos y depende de los dos. Una persona puede ser muy mala con una pareja y ser muy buena con otra. Lo único que sí se puede decir es que los hombres son muy ignorantes respecto del placer femenino. En el libro usted habla de una anécdota en la que satisfizo a varias decenas de hombres en la parte trasera de una camioneta.

¿Cuándo se trata de una sucesión de parejas sexuales se experimentan cosas distintas con cada una?
Sí, claro que sí. Así uno esté con muchos hombres diferentes, desde la penetración hasta las caricias se experimentan cosas distintas con cada hombre.

¿Qué pensó su esposo del libro, sobre todo, teniendo en cuenta lo que usted mencionaba acerca de la importancia de no despertar los celos del otro?
Yo hablé con mi marido desde mucho antes del proyecto y él siempre me apoyó. De hecho, fue él quien me aconsejó cómo darle comienzo. Creo que al poner algo en un libro lo sacas del contexto de la vida real.

¿Es más satisfactorio el sexo con una pareja estable?
No hay leyes para esto. Creo que es mentira que las sensaciones sean más fuertes con una pareja estable. Con un desconocido se pueden tener sensaciones tan fuertes y violentas como las que propicia una pareja de toda la vida, y hasta más. Todo depende del estad