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21 de mayo de 2001

Testimonios

Érase una vez el amor, pero ‘tuvo’ que matarlo

Después de ser goleador en un torneo de fútbol playa y de tener una racha de novias gordas, Efraím Medina salta a la fama con su novela, no apta para todos los públicos.

Por: Mauricio Becerra

AEfraím Medina Reyes le gusta la vida que vive. Sin ser pistolero, les dispara frases de amor a todas las mujeres que ostenten un par de tetas del tamaño de la luna. Sin ser un superhéroe, cuando se sienta a escribir ni la kriptonita, ni Lex Luthor, ni el Acertijo pueden acabarlo. Sin ser un jugador de fútbol, en su hoja de vida escribe con orgullo que fue goleador de un torneo de fútbol playa, y que hubo ‘pepazos’ de todos los estilos. A sus 33 años, Efraím Medina recuerda muchas cosas. Reconoce, por ejemplo, que durante un buen tiempo tuvo una catastrófica racha de novias gordas. A todas las olvidó. También recuerda que ganó algunos concursos mediocres de cuento y, por supuesto, que quisiera ser asquerosamente millonario. ¿Para qué?, le pregunto. Para tener un yate asquerosamente hermoso, una mansión asquerosamente llena de cuartos y… Alto. ¿Efraím Medina nos está metiendo cuento? Respuesta: no.

A Efraím no le interesa andar con mentiras. Las mentiras son cuchillas de afeitar que cortan el alma. Pedazos de desperdicios que se descuelgan de la boca. Por eso, cuando habla, lo hace con la verdad. Y cuando habla con la verdad se confiesa sin temor. Dice: “Me deportaron de Francia después de una pelea con un árabe por culpa de la selección Colombia”. O recuerda: “Renuncié a un trabajo porque me prohibían jugar banquitas con los obreros de la construcción de al lado”. O, incluso, se defiende: “París/Texas y Terminator son las dos más grandes películas en la historia del cine”.

Stop. Un momento. ¿Quién diablos es Efraím Medina Reyes? Respuesta: el niño genio de la nueva literatura colombiana, de la literatura no comercial. La misma literatura que repta por las calles y que tiene erecciones en un bar a la medianoche. La misma literatura que sabe a flan de chocolate porque es dulce, y blanda, y engolosina al lector. La misma literatura que jamás hizo García Márquez por andar pendiente de las mariposas de Mauricio Babilonia y del rabo de cerdo del último de los Buendía. La misma literatura que tampoco escribió Álvaro Mutis porque andaba mareado con Maqroll en altamar, y nadie le prestó ayuda. La que jamás hará Fernando Vallejo por haberse ido por el ‘desbarrancadero’ de sus ataques despiadados contra el mundo.

Segundo stop. Frenemos en seco: ¿de dónde salió este personaje? Respuesta: del Caribe. De una tira cómica patentada en Cartagena hace 33 años bajo el título de: Efraím Medina Reyes, escritor, moreno, uno ochenta y muchos centímetros de estatura.

“Mi papá era hippie, así que crecí oyendo a Jimmie Hendrix en Cartagena. Siempre creí que esa música era nuestro folclor, que el rock era colombiano, que Hendrix era colombiano, que las guitarras eléctricas eran colombianas; pero después supe que no, que estaban Joe Arroyo y Diomedes Díaz, dos tipos que no me gustan”.

Mmm… Efraím. A ver: detengámonos un momento o, si lo prefiere, vamos despacio. ¿Usted escribe como gringo pero vivió en Cartagena casi toda su vida? Pues sí, dice. Allá nació y allá se emparrandó con mujeres de todos los tamaños. Altas, bajas, rubias, inocentes y pecadoras. También con mujeres invisibles. Allá fundó un movimiento punk. Allá vio morir a su mejor amigo una noche que lleva clavada en su memoria. ¿Vio morir a un amigo? “En realidad, no”, dice, y añade: “Estábamos en el Ratapeona, que era el bar que quedaba antes de que montaran Tu Candela, y nosotros nos encontrábamos bebiendo. De pronto, mi amigo me dijo: ‘ya vengo, voy a salir, pero me demoro’. Dejó su trago en la mesa, cruzó la puerta del Ratapeona, y entonces se le tiró a un carro y se mató”. Todavía lo espera el ron que nunca se tomó.

Tercer stop. Por favor, organicemos toda esta introducción: ¿qué quiere ser usted en la vida? Respuesta: millonario. Asquerosamente millonario. “Sin embargo, no pienso trabajar para conseguirlo”.

—Dicen que usted es el Bukowski colombiano, ¿eso es cierto?

—Me gusta mucho la cerveza.

—La última vez que nos vimos usted trabajaba en Caprecom. ¿A qué se ha dedicado todo este tiempo?

—A embaucar mujeres lindas y a escribir historias como La sexualidad de la Pantera Rosa.

—Debajo de mi cama tengo el manuscrito, ¡el original!, de su nueva novela Érase una vez el amor pero tuve que matarlo…

Efraím se contrae, repta, toma un sorbo de cerveza, mira las pantallas de televisión que iluminan las paredes de Sobick’s, y me dice con un cigarrillo en la boca: “te lo cambio: dame el manuscrito y te regalo mi pieza teatral Poetas & carniceros”.

—Okey. Pero primero, te fusilo con estas preguntas.

—Pues hagámosle...

¿Qué quería ser cuando grande?

Lo mismo que todavía sueño: quisiera ser un pistolero del oeste. Un tipo armado que va por ahí y si lo joden, dispara. En el Oeste, lo mismo que en Bogotá o en cualquier parte, hay que ser astuto y rápido para sobrevivir... Puedes llevar tus armas y desafiar a cualquiera. Aquí uno tiene la sensación de que todos llevan armas menos uno, y eso no es bueno para los nervios.

¿Cómo se debe encarretar a una mujer?

Si la mujer es joven: con mentiras. Y si ya no es joven bastará con la verdad. El asunto es simple: cuando le dices mentiras a una mujer joven ella cree que es la verdad, y cuando eres sincero con una mujer mayor ella no te cree. Un hombre que se acerca a una mujer que le gusta rara vez tiene segundas intenciones: la quiere a ella. Quiere tenerla allí, es todo.

La mujer siempre tiene segundas intenciones con el hombre que le gusta. Quiere tenerlo allí, pero eso no es todo. “Sólo se obtiene lo que se pide con indiferencia”, dice Pavese, y creo que es un buen método.

Si revelas a una mujer lo loco que estás por ella estarás perdido (quizá la obtengas y entonces será peor porque tendrás a alguien que te tiene, ¿capisci? Cada movimiento que ella haga te joderá).

Siempre hay que hacerle saber a una mujer lo que nos gusta de ella pero nunca debe ser eso que nos gusta (si tiene bonitas piernas y te gustan mucho sus piernas entonces nunca se lo digas. A cambio dile que te gusta

algo que no te gusta. Una mujer sabe lo que tiene bien y mal, y si resaltas lo que está mal diciendo que está bien ella estará confundida, no sabrá que tan en serio lo dices y... (el resto puede consultarse en Mecánica de seducción, uno de los manuales que trae mi próximo libro. Es una novela titulada Técnicas de masturbación entre Batman y Robin).

¿Cuándo se debe desistir de estar con una mujer?

Siempre se debe desistir, no importa si no se logra. Es como ese estúpido lema olímpico de “lo importante no es ganar sino competir”. Lo ideal sería dejar a una mujer dos horas antes de lo que ella ha planeado dejarnos, pero eso es difícil porque la mujer nunca planea dejarnos, sólo lo hace. Nada hay mejor en la vida que ganar pero si no puedes hacerlo al menos debes competir ferozmente, debes hacer que el adversario sufra, tanto como te sea posible, tu victoria. Cuando una mujer se echa un pedo delante tuyo y ni siquiera pide disculpas ya es tarde para dejarla.

¿A qué horas escribe?

Supongo que lo hago, pero la verdad no lo sé. Es como esa canción de Tom Waits, Rain Dogs, nunca sé cuando la pongo, siempre me descubro ahí, oyéndola. Es igual que con el sexo: se puede usar para muchas cosas, desde abrir el apetito o aplacar a una mujer que no te deja ver la tele hasta calmar el hastío y conciliar el sueño... Me gusta usar el sexo para todo lo que sirve y más que nada para lo que no sirve, pero cuando escribo no tengo segundas intenciones, en verdad no tengo propósito o intención alguna, sólo lo hago. Si quisiera tener conciencia del tiempo sería cajero de banco o prostituta.

¿Qué autores tiene en su mesa de noche?

En mi mesa de noche tengo el control de la tele y el estéreo, un poco más allá Límites, un libro de relatos de Fran Arroyo que es magnífico, también algo de Djuna Barnes, Emily Dickinson (a quien adoro) y Aldo Nove.

¿Para qué sirven los libros?

Creo que los libros deben interesar y divertir. Cuando un bebé no tiene hambre ni sueño y quiere llamar la atención, grita. La madre viene lo mima y todos en paz. Nadie te ha pedido escribir, uno lo hace para llamar la atención. Uno quiere esa atención y la necesita, y si no la obtiene uno se amarga. Para obtener atención uno debe ser medianamente lúcido y divertido, debe tocar fibras sensibles en el lector, debe encantarlo como hace un bebé con su madre. La mayoría de escritores colombianos están más interesados en reflejar su ineficacia que en divertir. No pueden escribir libros divertidos porque ellos no lo son. No pueden tener intensidad sensual y sexual porque son reprimidos e impotentes. Creen en la literatura de un modo tan obsoleto que parecen momias. Divertir no significa siempre hacer reír, significa estremecer, herir, irritar... La mayoría de escritores de mi generación que conozco parecen momias y otros tratan de inventar lo que no son capaces de vivir y les queda grande y les queda falso.

¿Qué películas le gustan?

París/Texas, de Wenders, me encanta. Terminator es una obra maestra y Stranger Than Paradise es magnífica. La verdad James Cameron y Jim Jarmusch son los mejores directores que existen. Vi Titanic nueve veces. Cualquier criatura sabe que en esa película el guión es lo de menos. Lo increíble no es la cantidad de dólares que costó la película sino como cada dólar está justificado toma por toma. Jarmusch, por su parte, hace cosas extraordinarias con pocos dólares. En cambio aquí los directores de cine con poco o mucho hacen muy poco. Se les nota la miseria porque no tienen talento para cubrirla.



“Si hay algo que odio es una cosa hecha con propósito”.

Fragmento de la entrevista que le hace la revista Perro muerto al protagonista de Érase una vez el amor pero tuve que matarlo.

PM: Algunos opinan que lo suyo es pose, que habla de ese modo para llamar la atención.

Yo: Estoy plenamente de acuerdo con esas opiniones.

PM: ¿Qué pretende en realidad?

Yo: Una mujer con unas buenas piernas. Encontrarla es más difícil de lo que parece: unas piernas largas, ligeramente torneadas, ligeramente sinuosas. Que nazcan en el sexo mismo y mueran en el dedo gordo del pie. Sin grasa, sin várices o demasiado músculo. Esa, querida mía, es una alquimia muy rara. En mi larga vida de reptil busca–hermosaspiernas no he conocido más que cinco o seis mujeres que las tuvieran.

PM: Hace unos años se le veía en cocteles y todo tipo de reunión intelectual, ahora es casi un ermitaño. ¿A qué se debe ese cambio?

Yo: Antes no tenía dinero, debía esquilmar tragos por allí. Ahora puedo pagar una bella puta, no tengo que soportar viejas horribles con ínfulas trascendentales.

PM: ¿Se considera autosuficiente?

Yo: Las cosas esenciales de la vida son actos solitarios: pajearse, cagar y morir. Podrías hacer todo eso encerrado en el baño. Sin embargo, hay otros lugares en una casa.

PM: ¿Qué sugerencia le haría a las nuevas generaciones?

Yo: Les sugiero la inmortalidad del cuerpo y la venta del alma, que en vez de visitar iglesias vayan a las carnicerías.

PM: ¿Qué opina del amor?

Yo: Es un asunto de velocidad, si no te andas aprisa te joden…

PM: ¿Qué opina de las mujeres con talento?

Yo: Que cocinan bien.

PM: ¿Se considera egoísta?

Yo: Jamás caminaré tres kilómetros de ardiente sol para salvar los delfines rosados, los delfines deben cuidar su propio trasero. Sin embargo, podría cruzar el desierto por nada, por pura y física incapacidad de frenar la caminata. Si hay algo que odio es una cosa hecha con propósito., “siempre quise ser un pistolero del oeste,
un tipo astuto y rápido para sobrevivir”

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