No sé por qué, pero siempre me ha dado pánico pensar en un tratamiento dental. Tiemblo, sudo, me pongo helada, me da ansiedad, taquicardia. He buscado ayuda donde personas que hacen hipnosis y regresiones, y he visitado bioenergéticos, pero no me han curado.
La primera vez que tuve que ir al odontólogo acá en Colombia fue por un dolor de muela. Me dijeron que me debían poner calzas. Inmediatamente me angustié, entré en crisis. Primero visité a tres odontólogos en Villavicencio. Luego me fui para Bogotá y hablé con otros 15. Y ninguno me quería sedar. Hasta que encontré a una odontóloga que se le midió a dormirme para ponerme calzas. Tuve que explicarle mi situación y, aunque al principio no entendía la gravedad de mi fobia, finalmente accedió. Desde entonces, me han sedado cuatro veces. (
Mi Fobia al... Vacío)
Pero la idea es evitar esos tratamientos, por eso soy extremadamente cuidadosa con mis dientes. Trato de no comer dulces, sobre todo los duros, como el Bon Bon Bum. Si salgo de rumba, procuro no comer. Si me invitan a un
restaurante, llevo mi cepillo portátil y busco un espacio para cepillarme. El cuidado tiene que ser extremo. Hace tres años fue mi última cita al odontólogo. Esa vez me pusieron siete calzas, pero eso fue luego de diez años de no ir a una consulta. Debo decir, por último, que me sale muy costosa esta fobia. La primera vez que me hicieron el procedimiento me cobraron 600.000 pesos solo por la sedación. Lo peor es que no hay de otra, esa es la única solución que he encontrado para mi problema. (
Mi Fobia al... Mar)