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14 de abril de 2003

Qué pasa cuando uno se llama Álvaro Uribe

Por: Álvaro Uribe

Le tengo un gran respeto al doctor Álvaro Uribe Vélez, por quien yo también voté (al igual que la mayoría de los colombianos). Ahora me arrepiento de haber votado por él. No por motivos políticos ni nada en contra de su gestión. El motivo es personal. Después de ese fatídico 7 de agosto mi nombre se volvió objeto de odios, blanco de chistes malos y, Dios no lo quiera, blanco de otras cosas.


Cada vez que conozco a alguien y me presento "¡Mucho gusto, Álvaro Uribe!", salta el comentario con voz de retrasado mental y en forma de pregunta: "¿Vélez?". La gente parece no entender que el silencio que sigue después no es de agradecimiento. Una vez está bien, dos es aguantable pero... les suplico: ¡ya no más! 

Estoy cansado de tener que mostrar mi cédula hasta para el más insignificante trámite. Si llego a una cita con el doctor Fulano de Tal, la secretaria me pregunta de parte de quién. "De Álvaro Uribe", digo. Inmediatamente los músculos de la cara de la secretaria esbozan una leve sonrisa y me entran ganas de cogerla a patadas cuando dice: "¡No, en serio!". 

Como si fuera poco, la pinta no me ayuda porque hasta tengo un jarto parecido con él: flaco, de gafas y con cara de trabajar, trabajar y trabajar. Ya siendo uno feo de nacimiento, con nombre serio y ahora siendo homónimo del Presidente, creo que estoy jodido durante los próximos cuatro años. 

"¿Qué hubo, Presidente?", es otra de las frases que me humillan... ¿Por qué tienen que ser lambones? Búsquense motas en el ombligo, métanse a la cocina y organicen la alacena por orden alfabético... cualquier cosa, ¡pero no me jodan! No puedo creer que la gente sea tan ignorante.
 
Trabajo en una emisora. Me dedico a hacer humor. Pero no falta el desubicado que, como en el caso de un tipo de una entidad gubernamental de la Costa, me manda decretos para aprobar. ¿Quién puede ser tan "inocente" como para pensar que el Presidente trabaja en una emisora juvenil? Le contesté el e-mail: "Gracias por enviarme los decretos, pero yo sí les pegaría una revisadita porque los veo acartonados. Ah, y por favor revísense el contrato del que me mandó el correo porque está bien desinformado". 

Pero he tomado la firme decisión de usar todo esto a mi favor y aprovecharme de la posición presidencial que muy 'amablemente' me han otorgado las personas que encuentran en mi nombre la mofa constante de su día a día; así que, de ahora en adelante, a todo el que me pregunte "¿Vélez?" le contestaré "¡Sí, Vélez, y se me va quitando porque voy a entrar!".