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17 de agosto de 2006

Sandra Bessudo

Ella representa, literalmente, la belleza al natural. Es nuestra modelo no modelo de agosto. Se llama Sandra Bessudo y está al frente de la Fundación Malpelo… y frente a la cámara de SoHo.

Sandra Bessudo es de padre francés y madre belga, pero ella es más de aquí que cualquiera. Es tal su pasión por Colombia que un día decidió estudiar Biología Marina para luego crear la Fundación Malpelo, institución que dirige actualmente. Y en pocos años ha hecho mucho: logró que el gobierno ampliara el área marina de la isla de Malpelo —hoy es la novena área marítima protegida más grande del mundo— y también que fuera declarada recientemente Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. A pesar de las buenas noticias, ella sigue luchando por su causa, repartiendo el tiempo entre su hijo de cinco años y la pesca indiscriminada de tiburones. Precisamente uno de sus mayores sueños es poder concientizar a las personas para que respeten las vedas, utilicen métodos de pesca sostenibles y hagan una pesca responsable. Según ella, los pescadores cada vez tienen que navegar más lejos, y encuentran especies cada vez más pequeñas, lo cual es un fiel indicador de cómo las técnicas indebidas acaban con la fauna marina, ocasionan un desierto debajo del agua y dejan sin comer a las poblaciones costeras.


Sandra, a quien le encanta bailar, vive dedicada ciento por ciento a su fundación. Un día típicamente laboral se desarrolla entre su escritorio y reuniones de trabajo, pero es en el mar, buceando, donde se encuentra consigo misma, sea en el Océano Pacífico o en el Mar Caribe. Por eso vive convencida de que uno de los mayores males son las basuras arrojadas a los ríos y al mar, pues dañan el paisaje y acaban con la biodiversidad. Debido a esto cree que la implementación de programas de recolección de basuras ayudaría mucho en la educación de la gente, para que no sigan destruyendo su entorno.

Cuando era pequeña no se perdía ningún documental de Jacques Cousteau, y piensa que si estuviera vivo, se aterraría de ver cómo las pesqueras de atún matan miles de delfines por año, cuando el máximo permitido por el gobierno colombiano es de cincuenta. De todas maneras, y a pesar de los graves problemas ecológicos que el país tiene que solucionar, siempre será refrescante tener una activista ecológica tan hermosa como ella. Ojalá decidiera realizar documentales por televisión, para así poder admirarla más a menudo. Por ahora, aquí está en SoHo.