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14 de diciembre de 2012

Testimonios

Qué se siente...tener tetas chiquitas

Buscamos que usted entienda y conozca aquellos sentimientos y situaciones que, por ser hombre, difícilmente entiende. La escritora Wendy Guerra le describe qué se siente tener tetas pequeñas.

Por: Wendy Guerra

Soy: La modelo que busca el equilibrio sobre la esfera, la andrógina niña-niño sin pechos, la gracilidad en el peligro, señales que me hablan desde de la época azul picassiana.
Desnuda: Siempre voy de espaldas ante el fotógrafo maldito. Mis senos solo excitan al lobo que delira, me detuve en la adolescencia, en esa distrofia infantil de toda una generación que creció poco porque comió menos. Mis senos breves con un centro terso, elástico, exhibicionista. El fotógrafo quiere captar esos pechos que nunca amamantaron. Me despojo descuidada ante el que me desea, pero del fotógrafo me cuido, el que no toca ni goza, le doy mi espalda blanca y él abre el torso que esconde la pieza simple como dibujo japonés, como sushi de alga y luz. La proporción de mis caderas voluptuosas contradicen mi frontalidad donde puebla la ausencia.
Vestida: No hay vestido que entalle bien en la parte superior de mis hombros hasta la cintura. Trucos, pinzas, rellenos aparecen en mi busto engañando a la luz como exótica modelo.
Hombres TETA madre: Ninguno de mis hombres, de los 17 a los 42, ha dejado de buscar a su madre entre mis precarios pechos, también, seamos sinceros, a sus rudos y marciales padres, lo hacen a bordo de ese gesto masculino que esconden muchos de mis hombres. Alguna vez extrañan aquel ejercicio de alimentarse y vivir, otras veces se complacen con la idea de una criatura que no sea ni hembra ni varón, que les escale como diablo bendito por el cuerpo en algunas madrugadas sin miedo, sin tetas ni testigos. No hay hombre que se queje, pero muchos muerden tragando el vacío molesto que invoca algo más que yo no tengo. Dos grandes madres tetas. Soy de esas mujeres que nunca amaron como una madre. Amo como un soldado, de pie y con las botas puestas.
Abrir el cuerpo: Ya no, es tarde, ya nadie abrirá mi cuerpo para poner dos simulacros de tetas plásticas. Una muñeca erótica bajo mis pezones harían escapar el alma de la niña que aún me habita, haciendo equilibrios sobre la esfera.

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