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31 de octubre de 2022

Historias

Misiles a 10 cuadras: el colombiano que vivió un ataque ruso en Ucrania

¿Qué se siente vivir de cerca la explosión de misiles rusos en Kiev, la capital de Ucrania? Un músico colombiano aceptó cantar en medio de la guerra que deja más de 6 mil civiles muertos y un número indeterminado de militares. Este es su relato.

Por: Soho.co
Colombiano en Kiev, Ucrania
Unrecognizable soldier with a gas mask and a rifle in a warehouse (chemical and biological weapons concept). | Foto: Getty Images

Hace un par de meses César Ávila, un bogotano que tiene una banda reconocida de black metal estaba organizando una gira por Europa. Era un jueves frío como muchos otros en su ciudad, cuando un mensaje entró al inbox de su Facebook. Allí, en un mal inglés, un fotógrafo ucraniano, que era amigo suyo en esta red social desde hace varios años, le escribió un mensaje. “Me dijo que si yo quería tocar en Kiev y pues a mí me pareció interesante la idea”, cuenta. No se alcanzaba a imaginar lo que vendría.

Él no tenía dudas de viajar y tocar en Ucrania en medio de la guerra que continúa por la invasión rusa. Hacerlo era ideal porque tenía muy buenas referencias de las bandas de black metal ucranianas y sabía que la escena metalera era bastante grande. La pregunta era si iba a poder convencer a su banda de estar tan cerca del peligro. “Me pareció que era un reto, pero no sabía si los otros integrantes de la banda lo iban a asumir viajando hasta allá”.

En ese momento, Ávila sabía que sería inédito ver a una banda colombiana tocando en tierras ucranianas y no le puso tanto drama al fuego cruzado que aún allí persiste. “Cuando me invitaron dije: ‘básicamente la parte fuerte de la guerra fue en marzo y abril de este año’ o era lo que yo sabía por la noticias. Entonces, pensé que ahora todo debía estar calmado”. Lo que escuchaba de la guerra me lo ratificaron: “Varias personas de allá me lo confirmaban, me decían que en Kiev no estaba pasando nada. La gente incluso allá está de fiesta. Solo me advirtieron que en algunos lugares del país sí estaban en conflicto y pues como eso es algo a lo que estamos acostumbrados los colombianos, no le vi problema”.

César pensaba que las amenazas recurrentes que se pueden vivir en Bogotá serían las mismas que enfrentaría en Kiev, una ciudad que aspira a ser como las grandes de Europa, con una fuerte movida cultural pero con un conflicto que no parece tener fin y que ya ha causado la muerte de más de 6 mil civiles en los últimos meses. “Yo dije, ‘bueno mientras no nos vayamos a las fronteras con Rusia todo va a estar bien, va a ser otro toque más. Espero que sonemos muy bien’”.

Después de haber evaluado todos los puntos y de que los miembros de la banda aprobaran el concierto, César agendó este show a su gira por varios países en Europa. Y comenzó la travesía.

Llegando a Ucrania

Ávila cuenta que cuando entró a este país no vio nada raro, pues le pidieron la documentación requerida que cualquier lugar le exige a las personas que lo visitan. “Ya cuando comencé a ir más adentro, empecé a ver que habían muchos camiones represados que no podían salir ni entrar, ahí sí me pareció rara la cosa. Me habían dicho que posiblemente se presentarían demoras para entrar pero como iba en tren no sentí tan grave la cuestión”.

César llegó a la primera ciudad, Úzhgorod, un lugar maravilloso lleno de iglesias ortodoxas. Cuenta que le pareció un sitio muy barato que le hizo recordar a América Latina. Luego de visitar esta ciudad se desplazó a Kiev, donde tocaría la noche del sábado 8 de octubre.

Llegó el día del evento en Kiev y los otros miembros de la banda llegaron a este lugar sin ningún inconveniente, el único detalle que les llamó la atención fue haber visto militarizada la parte en la que Ucrania limita con Polonia. “Ese concierto fue la locura, asistieron unas 120 personas. Esa noche noté que la gente tenía una amabilidad bien particular, pues no es así en todos los lugares de Europa”, relata.

En medio del show y de la emoción que sienten los músicos por su presentación, César se dio cuenta de que el organizador del evento estaba preocupado, “yo le pregunté: ‘¿te sientes bien?’ porque yo lo veía como preocupado y me decía: ‘no, no, yo estoy bien’”. Sin embargo, no le prestó atención a esto, pues él estaba enfocado en el sonido de su banda y en que el show saliera bien.

Uno de los hechos que quedó grabado en la memoria de Ávila durante ese concierto fue que uno de los asistentes se le acercó y le pidió que mencionara lo del Puente de Crimea, pues le aseguró que a la gente le iba a gustar. Para el colombiano fue raro porque en sus shows nunca había hecho menciones de este corte. La petición se debió a que en días pasados habían volado el puente que une a Crimea con Rusia. “Entonces bueno, yo al final me decidí a decir esto antes de tocar un tema y la gente lo celebró”.

Luego de que el concierto terminó, los miembros de la banda dejaron la ciudad para seguir su viaje a otros países de Europa. Sin embargo, Ávila se quedó en Kiev, pues tenía varios amigos que había hecho de manera virtual y quería conocer esta bella ciudad. Ese domingo decidió tomarse unos tragos con otras personas. Allí hablaron de los problemas en este país y escuchó historias desgarradoras de sus protagonistas.

En medio de la tertulia, la cerveza y el tequila, César escuchó una historia que lo impactó, “había una chica de Donetsk, una de las partes que está ocupada por los rusos, que nos contó que a su familia la habían matado. Esa noche no teníamos idea de que un ataque estaría próximo a nosotros. En medio de su relato la mujer entró en una crisis nerviosa y nos comenzó a contar su drama, que había vivido hacía 6 años”.

Misiles a 10 cuadras

Después de la conversación llegó la hora de dormir. El sueño plácido de Ávila lo interrumpió el estruendo de dos misiles que cayeron a 10 cuadras, calcula él, de donde estaba. “Me despertó eso. La última vez que sentí algo así fue cuando tendría como 8 años o 9 y explotó el edificio del DAS, que fue una explosión muy fuerte. Ha sido lo único parecido que yo había vivido hasta ese momento. Empecé a ver una nube de humo y ahí me di cuenta de lo que estaba pasando”, recuerda impresionado.

El sonido ensordecedor de las baterías antiaéreas estaba activo, mientras buscaban evitar que los misiles llegaran a la ciudad. Ávila cuenta que toda la gente estaba preocupada. Las mujeres estaban llorando, los hombres estaban nerviosos y en ese momento lo que la gente quería era salir corriendo rápido a la calle. “Querían hacerlo para poder comprar cervezas, tomar un rato y así relajarse frente a lo que estaba pasando”, cuenta en detalle Ávila quien no duda que el alcohol era nada más que un relajante en estos angustiantes momentos.

Y así fue todo el día siguiente, no cesaron los repetidos ataques a Kiev, la fortaleza ucraniana que no consigue caer ante el asedio ruso. La paradoja la estaba viviendo esa mañana de octubre, César no había vuelto a vivir una situación así en un país tan violento como Colombia, pero sí en uno lejano, que seguía en lo más crudo de la guerra, contrario a lo que él creía. “Yo soy bogotano y pues habré vivido un par de cosas cuando he viajado a Santander o cosas así muy ligeras de riesgo, pero pues nunca estar en un escenario de combate o algo así, porque después de los dos misiles se empiezan a escuchar más explosiones”.

El infierno de la guerra

En medio del revuelo y de los estruendos, Ávila relata que la gente estaba muy nerviosa, pues no sabían si los iba a alcanzar un misil. “La mayoría de personas se esconden en las estaciones del metro o la gente que está en apartamentos ya tiene preparados sótanos o búnkers”, explica Ávila, que vivió el mayor susto cuando el dueño de un apartamento le dijo que ya no había espacio para el refugio. “Me dice: ‘hay una manera de resguardarnos, pero es sobre el suelo’”.

César asegura que en esos momentos no tuvo tiempo de pensar en nada, solo salió con sus amigos a buscar algo de tomar y de comer, porque los supermercados y tiendas quedarían cerradas por varias horas. “Ellos mandan un aviso a todos los teléfonos, incluso me llegó a mi teléfono, que no tenía una sim card de Ucrania, ahí llega un aviso que pide que para proteger la vida se tiene que acudir rápidamente a un búnker”.

El colombiano relata que en ese momento lo que hizo fue buscar una solución para salvaguardarse en una de las estaciones. Agrega que aquel ataque duró cuatro horas y que después sonó una alarma que les avisó que los ataques ya habían terminado. Luego de esto, César salió a recorrer un parque ubicado en el centro de Kiev, allí habían caído un par de misiles horas atrás justo al lado de una de las obras que más llamó su atención porque hacía alusión a las millones de víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

Luego de la tempestad llega la calma

“Después de que pasaran los ataques me di cuenta de que la situación en Ucrania es mucho más extrema de lo que uno piensa. La gente trata de continuar con sus vidas. Ningún hombre puede dejar territorio ucraniano, ellos deben estar acuartelados, deben estar alertas, pues en cualquier momento les toca batallar por su país”, cuenta Ávila. “Es normal ver a una mujer solitaria con un montón de maletas viajando en un bus o en un tren dejando atrás a su pareja”, agrega el músico.

Luego de ver este panorama, César entiende por qué las bandas de black metal en Ucrania son muy buenas, pues utilizan su problemática para hacer catarsis, para canalizar su dolor, lo toman como una cuestión existencial, porque es una constante.

“Si hubiera muerto en los ataques, no me hubiera importado por lo bien que fui escoltado”, escribió César en sus redes sociales, en donde describió además la “experiencia subterránea e increíble” que había vivido, por supuesto más pesada que su música.

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