(Eingeschränkte Rechte für bestimmte redaktionelle Kunden in Deutschland. Limited rights for specific editorial clients in Germany.) ' German/American physicist Albert Einstein in a deck chair at the Baltic Sea- 1928 (Photo by Atelier Balassa/ullstein bild via Getty Images) | Foto: Getty Images

Historias

La historia del robo del cerebro de Albert Einstein, el científico más influyente del siglo XX

Por: Soho.co

El famoso científico estaría cumpliendo 144 años de edad este 14 de marzo.

Aunque uno no sea una persona de ciencia o experta en temas que le daban dolor de cabeza en el colegio, seguramente ha escuchado de Albert Einstein y, ¿cómo no hacerlo? este científico fue uno de los hombres más influyentes del siglo XX por sus descubrimientos.

Para hacer un pequeño resumen, Albert fue el hombre de la relatividad. A diferencia de lo que se puede llegar a creer, este personaje de cuatro nacionalidades, alemán de origen judío, nacionalizado suizo, austriaco y estadounidense, utilizó su visión e imaginación para establecer una de las teorías mas importantes de la historia.

Sin lugar a dudas, la vida y obra del hombre que posó sacando la lengua permanecerán en la historia para la eternidad, pues sus descubrimientos cambiaron la forma de entender el mundo. Tal fue su impacto que hasta robaron su cerebro, ¿lo sabía?

Albert Einstein

La historia del robo del cerebro de Albert Einstein

Hay mucha historias que a diario se conocen en Internet, algunas de esta son verídicas y otras son parte de la la imaginación de algún cibernauta. Para conocer relatos insólitos basta con escuchar historias de vida. Algunas se convierten en libros, novelas o películas y otras esperan su momento en lo desconocido.

Bueno, una de estas que se convierten en rumores y leyendas urbanas es la del robo del cerebro de Albert Einstein. Al famoso científico literalmente le robaron el cerebro.

El 18 de abril de 1955 fallecía, en horas de la madrugada, Albert Einstein por un aneurisma aórtico. Como es usual, el cuerpo fue sometido a una autopsia para determinar oficialmente las causas de su muerte. El hombre encargado fue Thomas Harvey, el nombre de otro personaje de la historia.

Resulta que la tentación, la idea de que se le pegaría la inteligencia, las ganas de tener una reliquia humana en el centro de su mesa, vender un famoso órgano en el mercado negro o la razón que sea que se le haya pasado por la mente, Harvey se robó el cerebro de Albert.

La coartada era perfecta, pues Einstein había pedido que su cuerpo fuera incinerado. “Quiero que me incineren para que la gente no vaya a adorar mis huesos”, fue su deseo. Es decir, nadie iba a notar la ausencia de su cerebro. Sin embargo, el rumor empezó a esparcirse por todas partes.

El científico aseguró que se había quedado con el órgano paras ser estudiado, pues este podía ser un referte para estudiar otros cerebros. Esto es algo que hacen algunos hospitales científicos, pero el hombre nunca tuvo la autorización para hacerlo.

Albert Einstein.

La obsesión de Harvey

Thomas dedicó su vida al cerebro de Albert. Lo llevaba con él diseccionado en 240 trozos que conservó en celoidina en recipientes guardados en su sótano. Además, creó diapositivas para enviársela a varios científicos con el fin de que lo estudiaran, algo a lo que muchos se negaron por considerar que todo era una broma o que Harvey estaba loco. Su carrera se fue al piso y el mundo olvidó que el cerebro del hombre más importante del siglo XX había desaparecido, ¿irónico?

La historia se convirtió en leyenda hasta que el periodista Steven Levy, del New Jersey Monthly publicó el articulo “Encontré el cerebro de Einstein”, una entrevista exclusiva con Harvey. En esta conversación, el hombre afirmó que aún conservaba el cerebro del científico en una caja de sidra que escondía debajo de un enfriador de cerveza.

La publicación devolvió a Harvey a la luz pública y varios científicos pidieron fragmentos del órgano para estudiarlo. Para enviarles la muestra a los interesados, el patólogo comía desaforadamente frascos de mayonesa, una vez desocupados guardaba un pedazo que cortaba con un cuchillo en su “cocina especial” y la enviaba por correo.

Harvey murió en 2007 a los 94 años de edad, pero pasó a la historia como el hombre que robó , vivió y cuidó el cerebro de Albert Eintein. En la actualidad, los fragmentos que aún existen del órgano se encuentran en el Museo Nacional de Salud y Medicina del Ejército de Estados Unidos.

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