15 de septiembre de 2009
Entretenimiento
No los pudieron tapar
Ser arquero no es fácil. La mayoría de los goles terminan siendo culpa de ellos, y cada vez que hacen una gran atajada son pocos los aplausos y mínimo el reconocimiento que les otorgan. Y peor aún cuando se las tienen que ver con los proyectiles del público.
Monedas, botellas, pilas, zapatos. Todo artículo que se cuele en las gradas de un estadio puede terminar siendo un misil de largo alcance que suele llegar hasta la grama -más lejos si se lanzan en un estadio europeo donde casi no hay pistas olímpicas que separen las tribunas del campo-. ¿Qué tanto duele un bengalazo que cae encendido, lleno de pólvora y desde una gran altura? Habría que preguntarle a Dida, quien recibió uno directo en la parte superior de la espalda, entre el hombro y la nuca, en un partido contra el Inter en la Champions League. La reacción parece un poco exagerada, ¿no? Pero la de Armando Ribeiro se ve bastante verdadera, sobre todo por la sangre que le brota de la nariz luego de que a quemarropa un fanático del Real Betis le aventara una botella de agua completamente llena, el 15 de marzo de 2008, en un partido contra el equipo del arquero, el Athletic Bilbao. Y uno de los golpes más polémicos fue uno que no existió, el del Cóndor Rojas, en el famoso “Maracanazo de la Selección chilena”, cuando fingió que una bengala lo había golpeado. Chile necesitaba ganar para clasificar al Mundial de Italia 90, e iba perdiendo 1-0. Aprovechando una bengala que cayó cerca suyo, el guardameta se cortó la cara, evento por el cual la selección austral decidió abandonar el campo. La idea era jugar un tercer partido en una cancha neutral (lo que en teoría favorecería a los chilenos), pero la trampa fue descubierta antes de tiempo. Roberto Rojas fue suspendido del deporte de por vida. ¿Recuerda algún otro golpe provisto por los hinchas contra un arquero?