10 de noviembre de 2003

La Cruz del Sur

Aunque parezca una locura, no es descabellado pensar en que Colombia se una al Brasil como primer paso para el nacimiento de un nuevo continente: la Cruz del Sur

Por: Eduardo Arias

Suena loco pero es muy simple. Que Colombia se una a Brasil. ¿Cómo así? ¿Y por qué Brasil en vez de la antigua Gran Colombia? ¿Acaso en Brasil no hablan otro idioma?
Es Brasil, por muchas razones (y que conste que quien lo propone es hincha de Argentina, que le suena mucho más Maradona que Pelé y Ronaldo juntos) que van desde la simple suma de geografías, de territorios privilegiados, hasta puntos en común que tienen que ver con el espíritu de ambas naciones.
¿Cómo hacerlo? ¿Armar un solo país que atraviese por completo a Sudamérica? ¿O de pronto forjar una alianza al estilo de la unión europea? Lo importante es dejar de mirar al fétido norte y de arrodillársele todo el tiempo a los gringos y conseguir un aliado de verdad. Que lo sea de igual a igual, no esa relación amo-sirvienta entre Estados Unidos y Colombia que nuestra clase dirigente intenta vendernos como "relaciones bilaterales". ¿Qué clase de aliado puede ser un país que con el sólo tema de las visas pone semejante cantidad de trabas? ¿Que obliga a países vecinos como los de Centroamérica a exigirnos visas? ¿Cuántos problemas no han tenido los empresarios colombianos para hacer negocios en Guatemala, Honduras o Costa Rica por culpa del trámite de la visa?
En cambio Brasil... Para comenzar, Colombia y Brasil comparten la cuenca del Amazonas, el ecosistema estratégico más importante del planeta, una de las principales fuentes de agua dulce del mundo y no sobra recordar que dentro
de muy pocas décadas el tema del agua dulce será tan importante como lo es el del petróleo en
nuestros días.
Colombia y Brasil son los dos países con la mayor biodiversidad del mundo. Esa diversidad natural se traduce en una gran diversidad cultural. Es decir, varios siglos de historia en los que ambas naciones han aprendido a que convivan bajo una misma bandera y un mismo concepto de patria, usos, costumbres y tradiciones. Son dos pueblos acostumbrados a convivir con lo indígena, lo europeo y lo africano.
Sería una superpotencia cultural. No más unir castellano, portugués, por lo menos cien lenguas indígenas, el inglés de San Andrés y Providencia, más el aporte de las numerosas colonias europeas y del lejano oriente asentadas en Brasil.
Brasil no es sólo carnaval. Brasil fabrica aviones, manda cohetes al espacio, es la octava economía más grande del mundo, comparte con Colombia intereses comunes como el café, al igual que Colombia tiene un inmenso potencial de desarrollo en ciencia y tecnología.
El tema del patriotismo habría que mirarlo con algo de calma para no herir susceptibilidades, aunque en realidad no sería demasiado grave pues la mayoría de los colombianos son hinchas de Brasil. Por himnos y banderas tampoco hay que sufrir demasiado. Los europeos inventaron una bandera con estrellitas que no se parece ni a la de Francia ni a la de Alemania, ni a la de Holanda, ni a ninguna otra y decidieron que su himno era la Oda a la alegría de la Novena de Beethoven. La moneda tampoco sería un obstáculo. Basta quitarle tres ceros al peso colombiano para obtener un real.
En el mapa se descubre que el siguiente paso de esta unión sería Venezuela y las Guayanas, países que comparten lo andino, lo llanero y lo amazónico, y que están rodeados por Colombia y Brasil.
Por el lado del Amazonas también resulta casi obvia con Perú, Bolivia y Ecuador. De hecho, Perú y Bolivia ya desarrollan proyectos comunes con Brasil en su zona fronteriza.
Es algo así como el sueño de Bolívar pero visto desde una perspectiva amazónica. Si la nueva Europa nació de una comunidad económica, la nueva Sudamérica podría surgir a través de una comunidad ecológica. Y si a esto se agrega que Brasil, a través del Mercosur, ya armó equipo con Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, se podría pensar desde ya en un continente fuerte, unido en una causa común. El continente de la Cruz del Sur.