17 de noviembre de 2009

Historias

Yo nunca pude jugar un mundial

Uno de los futbolistas más grandes de la historia jugó en tres selecciones distintas: Argentina, Colombia y España. Pero nunca pudo jugar en un mundial. Alfredo Di Stéfano cuenta su historia para SoHo.

Por: Revista SoHo

[Historia publicada en 2009] Hoy, con 83 años, digo que no me faltó ganar nada y estoy más contento que una pascua. A mí nunca me interesó marcar un hito con las selecciones en las que estuve, que fueron tres. ¡Y podés creer que con ninguna jugué un mundial! (Las mejores anécdotas de Maturana)

Mi mayor y única aportación con Argentina fue el Sudamericano de Ecuador (1947), jugué seis partidos y fui el mejor del campeonato que ganamos. Frente a Paraguay, en el primer encuentro, se lesionó Pontoni así que me tocó dar la cara el resto del torneo.

Cuando debuté ante Bolivia no estaba nervioso aunque me veía un poco raro vistiendo esa camiseta. Ganamos por goleada y yo marqué un gol. Imposible olvidar ese equipo con Cozzi, Colman, Palma, Yácono, Perucca, Pescia, Boyé, Méndez, Pontoni o yo, Moreno y Lostau. Resulta que Rossi y yo éramos los más pequeños y los otros se iban por ahí a beber cerveza y a nosotros no nos dejaban ir. A veces también nos tocaba sacarlos de nuestra habitación en la que se jugaban al póquer todo el dinero que les daba la Federación. "No te metás en lo que hacemos, enano", me decían algunos.

Recuerdo que en ese Sudamericano jugamos contra Colombia y fue mi mejor partido porque anoté tres goles, fijate lo curiosa que es la vida, le marqué tres a mi siguiente selección. Por aquel entonces yo tenía solo 21 años pero jugué seis partidos con la celeste, marqué seis goles y ahí terminó mi historia con Argentina. (En contra de Cristiano Ronaldo)

De la Selección Colombia qué puedo decir. Ni me acuerdo de los cuatro partidos que dice la historia que jugué. Fueron en el 49 y de lo que sí estoy seguro es que no marqué ni un gol. Colombia fue muy importante en mi carrera, yo todavía canto esa canción que dice: "De Chiquinquirá yo vengo de pagar una promesa", pero de verdad que de la selección no recuerdo nada.

Ahora, si me preguntás por cosas bonitas de Colombia te diría: su verdor, la catedral de sal de Zipaquirá, que en febrero te ponés colorado con el sol de la sabana y las mujeres… era una locura porque te mandaban flores a la casa, había mucha farra, así que decidí casarme con Sara para evitarme problemas.

En Colombia fui feliz hasta que me di cuenta de que todo empezaba a torcerse. Millonarios seguía bien pero los otros clubes habían dejado de pagar así que yo cerré mi ciclo y me fui. Pero como digo, en Colombia fui feliz hasta el punto de que quise nacionalizar a mis dos hijas que nacieron allá pero en el consulado colombiano en España, cuando llegué al Real Madrid, me dijeron que como argentino las tenía que inscribir en el consulado de mi país. ¿Podés creer que el embajador no me dejó hacerlas colombianas? Así que me hice español junto con toda mi familia.

La historia con la selección española fue diferente. Con la roja jugué 31 partidos y marqué 23 goles. Además me tocó enfrentar en uno de esos encuentros a Argentina, no te podés imaginar lo difícil que fue. El país en el que nacés lo querés defender a capa y espada, igualmente cuando te nacionalizás es porque querés al país que entrás. Cuando vos representás un país es el éxito más grande que puede tener un individuo y tenés que hacerlo bien, te enfrentés a quien te enfrentés.

Con España debuté en el Bernabéu, era como jugar en casa. Me nacionalicé porque el Real Madrid me lo pidió para poder contar con Kopa y cuando ya tuve el pasaporte llegó el debut que muchos esperaban. Fue contra Holanda y marqué tres goles, era un partido benéfico.

Era 1957 y yo no había ido a ningún mundial. Al del 50 porque Argentina no quiso ir y yo estaba sancionado, Colombia tampoco fue. El del 54 llegó en un limbo mío de papeles. Y el de Suecia 58, justo para el que me nacionalicé español, España no clasificó y mirá que teníamos un equipazo con Miguel, Kubala, Suárez, Gento y yo. (En la cabeza de Juan Pablo Ángel)

Esa clasificación la perdimos fallando goles increíbles ante Suiza. Empatamos a dos y la prensa y los aficionados se nos vinieron encima porque a España siempre le faltan diez céntimos para completar la peseta, así se decía antes de la llegada del euro.

Y llegó la Eurocopa del 60 en la Unión Soviética. Yo tenía la maleta empacada y de pronto recibo una llamada en la que me dicen que por motivos políticos no vamos. Así que a esperar el Mundial del 62, y a ese fui, no crean que no, fue el único al que asistí aunque no jugué ni un minuto.

Me lesioné en un partido amistoso contra un equipo austriaco justo antes de viajar. En la mitad del partido sentí un fuerte dolor en la pierna, me dio un tirón que me afectó hasta el nervio ciático. Aun así viajé a Chile porque los médicos no estaban seguros de cuál era mi lesión y yo sigo pensando que se debió al entrenador, Helenio Herrera, que quería hacernos adelgazar y para lograrlo nos daba cien pastillas al día y para cenar una naranja y una manzana. Bajé de 76 a 72 kilos.

En Chile yo entrenaba con mis compañeros pero a los veinte minutos la pierna me empezaba a doler. Cómo estaría de ansioso por jugar que por la noche me ponía la lámpara del hotel en la pierna para mantener el músculo caliente. Yo tenía la ilusión de que mis padres, que los había invitado, me vieran jugar en un mundial con la camiseta de España, así que le pedía al entrenador que me dejara descansar, le juré que no iba a coger peso, pero mirá si era terco Herrera que no me dejó descansar mientras me seguía dando verdura para comer. (La resurrección de Falcao)

Así que no jugué, pero recuerdo con emoción aquel mundial. Fue injusto perder el primer partido ante Checoslovaquia; a México le ganamos 1-0; y frente a Brasil me senté en la tribuna con Pelé, que también estaba lesionado, ese partido nos lo robaron. Yo creo que si en ese momento las reglas de la Fifa hubieran permitido los cambios habría podido jugar porque para un rato sí que estaba preparado.

Pero que quede claro que no me traumatiza no haber jugado un mundial, lo veo más bien como si hubiera sido suplente. El título de campeón del mundo era lo de menos, a mí lo que me duele es que mis viejos no me pudieron ver jugar una Copa del Mundo. Al final le di yo mucho más al fútbol de lo que este me dio a mí porque nosotros no cobrábamos nada en ese entonces. Ahora los medios, sobre todo la televisión, han impulsado y repercutido en el fútbol porque te lo ponen en la cama, porque este entra por los ojos y no por el oído. Y así disfrutaremos casi todos del próximo mundial.

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