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1 de septiembre de 2022

Opinión

Cuando las ‘tiktokeras’ dicen “el señor de 30 años”

Imagínese saliendo con una joven de 20 o 25 años que terminará transmitiendo la cita en vivo, grabándolo para subir un TikTok que lo ponga en ridículo y al final pidiéndole que se suscriba a su OnlyFans. Si le aterra todo esto, usted es “el señor de 30 años”.

Por: Ricardo González Duque
El reto puede dejar heridas físicas, como golpes o fracturas de gravedad en quienes participan en él. | Foto: Fotomontaje / SEMANA

Siempre me ha gustado cumplir años, me encanta celebrar esa fecha que coincide con el festivo del 20 de julio y en una época dorada con las vacaciones de mitad de año del colegio, lo que significaba piscina o jugar fútbol con los primos en el parque, mientras me creía alguna de las estrellas del mundial o la Copa América, eventos que por esas fechas recién habían terminado y estaban frescos en la memoria de un niño. Con el paso de los años el cumpleaños se tradujo en una súper fiesta en la que “juntaba parches” de todos mis amigos, bailaba con la que me gustaba y tomaba trago como si fuera la última vez que fuera a soplar la vela del pastel.

Con el paso de los años, solo hubo un ‘japiberdi’ en el que una tusa, de esas que se lo quieren llevar a uno al demonio, me hizo desear no sumar más años a mi vida. La pasé mal, no quería que me celebraran nada y miraba con expresión de bacteriólogo a todos mientras aplaudían el canto del “Happy birthday to you…”. Ya se imaginarán cómo se sentían los que me homenajeaban mientras yo, sin quererlo, los convertía en mi mente en una muestra clínica. Fue a mis 26 años, cifra a la que además le di un significado aún más dramático porque la matemática ya me ponía más cerca de los 30 que de los 20 y dejaba de ser un “adultescente”, ese que pasa bueno porque ya le pagan salario, no tiene compromisos, ni controles de nada ni de nadie. Ahora pasaba a ser un “adulto contemporáneo”.

¿La crisis de los 30? Eso pensaba, pero por fortuna no fue así. La tusa pasó y la “adultescencia” se prolongó un poco más, aunque ahora estoy pensando si está llegando a su fin. Resulta que cuando usted cree que está a la vanguardia en todo, puede seguir considerándose joven: si le gusta el reguetón de Bad Bunny, se enfiesta sin mayores consecuencias y en sus conversaciones incluye lo que ha visto en TikTok, podría estar en la onda de los más jóvenes.

Pero paradójicamente el principio del fin empezó justamente por TikTok. Es bien sabido que las hasta ahora hegemónicas redes sociales gringas se están enfrentando por estos días a la amenaza de su rival china, que con razón Donald Trump quiso expulsar de su país. Esta red social se convirtió en la favorita de los más jóvenes, así que criticarla, no entenderla y más aún, no tenerla ni siquiera descargada en el teléfono, era una señal inequívoca de que una hebra de cabello adornaba el poco pelo en mi cabeza, parafraseando a Diomedes Díaz. De manera que me resistí y me metí en esa adicción del scroll de videos y más videos de gente del común: reí, aprendí, mate -y sí, desperdicié- mucho tiempo.

Todo iba bien hasta que me encontré la tendencia que me tiene escribiendo esto. No fue uno, ni dos, sino una larga lista de videos que me encontré en TikTok sobre “el señor de 30 años”. El primero fue el de una actriz de ‘entretenimiento para adultos’ -eso me dicen que es (guiño, guiño)- llamada Nayareth o Tatiana Morales, quien simula estar viendo una película de Netflix con uno de mis contemporáneos al que mira con una mezcla de ternura e impaciencia porque está concentrado en una película, cuando ella quiere otra cosa:

-Oye, la película está chévere - dice el hombre

-Ajá...- apenas responde la joven

-Oye, él es mi actor favorito – sigue él

-Ah, bueno – responde ella con una sonrisita hipócrita cuando lo mira y una mala cara al volver su mirada al supuesto televisor

El tipo al final entiende:

-Me voy quitando la ropa, ¿no?

-Sí – finaliza ella con un tono de obviedad y ahora una sonrisa que ya es absolutamente sincera.

El video va acompañado de la frase: “Cuando el señor de los 30 te invita a ver Netflix”.

¡No nos traten tan mal, por favor! No somos unos venerables ancianos, no vivimos en una burbuja geriátrica para no entender que la invitación a ver Netflix es el “genérico” para pedirlo, para que cualquier actor en pantalla “nos vea” las nalgas al aire mientras estamos penetrando o haciéndole oral a quien nos llevó a ver películas. Y es que la táctica es vieja, la aplicaba desde los tiempos de la universidad cuando la invitación era tan falsa que se hacía aún sin tener televisor en el cuarto.

Pero qué más da, así nos ven y no es lo único que ocurre. En la red social de los jóvenes ya tenemos fama de viejitos los treintones y eso lo prueban además otros videos donde una voz de niña chiquita dice: “¿lo puedo abrazar, señor?” haciendo alusión a esos momentos a veces raros e incómodos posteriores al sexo. Nos creen además los sugar daddys que las vamos a mantener, a pesar de que tengamos tan solo unos 10 añitos más, aunque también algunas hermosas tiktokeras usan la tendencia para mostrarnos como ‘tipos interesantes’.

Hago el ejercicio: seguramente si salgo hoy con una mujer de 40 años habrá comportamientos que quizá me aburran y que pueda considerar ‘acuchados’, pero apuesto lo que sea a que no nos veríamos tan diferentes. En cambio, una cita con una de 20 seguramente implicará una cantidad de chistes, rutinas y comportamientos de los cuales apenas se verá la puntica en redes sociales. Quizá transmitirá la cita en vivo en su cuenta de Instagram, me grabará sin darme cuenta para hacerme un TikTok en el que quede en ridículo, se burlará porque aún tenga un perfil de Facebook, si es que sabe qué es eso y al final me dirá que si quiero verla desnuda me suscriba a su cuenta de OnlyFans donde “vende contenido”.

“Gracioso, pero no gracioso de risa, gracioso de raro”, como dice otra popular tendencia de la joven red social. Así que sí, después de verme saliendo con una veinteañera, ya entiendo porque ellas nos ven como “el señor de 30 años”.

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