15 de mayo de 2015

Columna

¡No congelen los embriones de Sofía!

El problema de Nick es de impotencia… la impotencia de conseguir otra mujer famosa y millonaria. ¿Estaría Nick dando la misma pelea si no fuera el embrión de Sofía sino de Yidis Medina? No.

Por: Javier Uribe
Por Javier Uribe.

Qué acto de amor tan conmovedor: un hombre luchando por salvar sus embriones congelados. De los 170 millones de espermatozoides por milímetro de semen que produce el hombre, Nick Loeb se encaprichó con dos de ellos, los que descansan congelados con los óvulos de Sofía Vergara. Es difícil no apoyar la lucha de Nick por encontrarles a esos huevitos una gallina. Finalmente, Sofía ha logrado hacer de su idiosincrasia, de sus rasgos de mujer costeña, una marca. A ella se debe que las costeñas estén de moda en Estados Unidos. Shakira, Paulina Vega generan tal furor que Avianca no cabe de la dicha con sus siete vuelos semanales Barranquilla–Miami. Por esto cobra validez el cuestionamiento de Nick: ¿cómo podríamos mantener congelados los embriones de una de las colombianas más notables de su generación, con estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood? ¿No necesita con urgencia este país mujeres con esa información genética? ¿No seríamos una mejor nación si existieran embriones de —yo qué sé— Policarpa Salavarrieta, Manuelita Beltrán, María Eugenia Rojas de Moreno?

Colombia ya había vivido esta situación: De la Rúa, devastado ante la ruptura, demandó a Shakira. Pero, hay que reconocerlo, De la Rúa dejó de ver los partidos del FC Barcelona y se levantó no solo del hueco oscuro sino a una caleña, con la que ya tiene una hija. Si él pudo, Nick, ¡tú puedes! No es fácil dejar a una mujer costeña. Y, bueno, si se le suma famosa y millonaria… Pero, en general, terminar una relación no es sencillo. Por esto son tan importantes, pedagógicos, casi patrióticos, los realities de RCN, como esa genialidad estética llamada Separados. Creen que no nos damos cuenta de que detrás de ese reality que cualquiera calificaría de canalla, prosaico y siniestro, hay un mensaje escondido. El sentido común dirá que estamos hartos del formato de pruebas físicas en la arena, jurados, amenazas y salvaciones. Pero RCN, detrás de ese intento grotesco por llevar a las pantallas el día a día de una Comisaría de Familia, oculta en realidad un mensaje subliminal de reconciliación. Este programa se suma a la idea de la firma de la paz. Un reality pre-posconflicto que nos invita a convivir con el enemigo. Gracias, RCN.

Los padres de familia de Separados cometen un error: presentan el acto de vanidad de exponerse en televisión tras un acto de amor. “Por la educación de los hijos”, dicen. Pero la verdadera pregunta es con qué cara llegarán estos progenitores a la reunión de padres de familia del colegio. Desde ya vaticino —si al país le queda un remedo de decencia— que ninguno de ellos será nombrado representante de curso. Yo les vetaría la asociación de padres. Después de ese reality, ¿qué hijo va a querer que sus papás vayan al bazar? Estos padres han garantizado solo una cosa para sus hijos: el bullying. ¿Qué otra salida tendría uno como compañero de curso? Padres peleándose en calzoncillos en el horario de mayor audiencia. Aparecerá esa inocencia tan bonita de los niños: “Tu papá tiene un tatuaje en el brazo flácido y odia a tu mamá porque le puso los cachos”. “Tu mamá le dijo groserías a tu papá y en una prueba de burros le dijo que ni a esos animales sabía montarlos”. “Pepito, ayer vi a tu mamá dormida en calzones; ya entiendo por qué tu papá no la volvió a tocar”. A la separación se sumará el trauma del bullying, que deja a tres de cada cinco niños con daños severos. Muchos de ellos, en medio de alguna depresión, preferirían ser unos embriones congelados antes de estar vivos.

El problema de Nick es de impotencia… la impotencia de conseguir otra mujer famosa y millonaria. ¿Estaría Nick dando la misma pelea si no fuera el embrión de Sofía sino de Yidis Medina? No. Porque Yidis no es costeña. Mi mensaje es, Nick: no gastes dinero en pleitos y fertilización in vitro. Recuerda que la gallinita de los huevos de oro te despachó. Acá, en el ICBF, te tengo 12.000 niños que pueden ser adoptados para que sacies ese ímpetu por la paternidad. Y habrá más, si la Procuraduría sigue interpretando la ley desde sus convicciones religiosas. No te queremos ver, Nick, haciendo pucheros. No descongeles los embriones, en un futuro se repetirán traumatizados: “Mi madre nos abandonó cuando apenas éramos unos embriones”. ¿Cómo los quieres? ¿Extrovertidos? ¿Talentosos? ¿Rubios? ¿Bonitos? ¿Costeños? Acá te los tenemos en el ICBF Regional Atlántico.

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