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26 de enero de 2015

Entrevistas

Maitena para adultos

La humorista argentina, creadora de Mujeres alteradas, abandonó su autoexilio para contarle y presentarle a SoHo sus dibujos e historietas eróticas. Está recopilándolos para un libro que quiere titular Lo peor de Maitena y lanzar en abril de este año.

Por: Andrés Grillo
Maitena

En la cresta de la ola, después de vender un millón de ejemplares de sus libros y alcanzar el reconocimiento en Hispanoamérica, la humorista argentina Maitena Burundarena, a la que todo el mundo conoce como Maitena a secas, abandonó su carrera. La creadora de Mujeres alteradas, la historieta que la catapultó al éxito, dejó de dibujar y se alejó de todo. Durante 15 años se refugió en una casa en la playa en La Pedrera, una población sobre el Atlántico de no más de 100 habitantes, situada a más de 200 kilómetros de Montevideo, la capital de Uruguay.

Allá se dedicó a ver ballenas desde su ventana, leer hasta diez horas diarias, pasear con su perra Aike, escribir una novela titulada Rumble y criar a Antonia, su hija menor. Hace dos años la niña terminó la primaria y Maitena decidió que era el momento de regresar a la ciudad, a Buenos Aires. “A esa edad vivir en un pueblo de 100 habitantes es el averno”, dice con sabiduría materna. Desde este lugar, que conoció por su exmarido y al que vuelve de vacaciones cada vez que puede, habló con SoHo del proyecto en el que está trabajando desde hace unos meses: un libro con lo mejor de su trabajo erótico, el que hizo antes de dedicarse de lleno al humor de Mujeres alteradas.

Vea aquí la galería de Maitena para adultos 

¿Cómo surgió este proyecto?

El año pasado mis editores querían reeditar mis libros. ¡Me pareció tan aburrido que volvieran a imprimirlos! Les hice una propuesta: voy a hacer uno con todos los que he hecho. Hice una compilación que se llama Lo mejor de Maitena. Es bastante particular. La edité yo y me gustó mucho lo que hice. Seleccioné 300 páginas, de unas 2000 que tengo, y cambié un montón de cosas porque yo cambié, mi ideología cambió. Me gustó mucho sacar palabras, cuadros, ideas con las que ya no estoy de acuerdo. Le puse muchos bocetos, hice una edición muy barata, que fuera para todo el mundo. Pero lo hice con la idea de que Lo mejor de Maitena era un libro que solo podía configurarse si había otro que se llamara Lo peor de Maitena, el libro con mis historietas eróticas de los ochenta y los noventa. Me puse a compilarlo y me encanta. Me estoy divirtiendo muchísimo. La verdad, está buenísimo.

¿Y cuántas van a quedar en este libro?

No sé… lo que pasa es que también encontré muchos bocetos a lápiz, muy eróticos. Están muy buenos, me gustan. En esa época, para hacer un cuadradito así, en la esquina de una escena, dibujaba la escena entera y después recortaba el pedacito. Encontré muchos diseños que están buenos y supongo que no me atreví a publicarlos. Así que voy a hacer una edición que tenga bastante de dibujo. Vamos a ver qué queda. No voy a poner todo, voy a poner lo mejor de lo peor.

¿Por qué comenzó su carrera haciendo historietas eróticas?

No arranqué por ahí. Fui madre soltera a los 17 años y salí a trabajar de dibujante. Dibujaba lo que pudiera.

¿Y cómo aprendió a dibujar?

Por mi madre…

Era arquitecta…

Sí, mi madre era arquitecta y siempre nos estimuló a dibujar a mí y a mis seis hermanos. Los días de lluvia o en invierno, nos daba a todos papeles y lápices. Era el lugar y el momento para dibujar, para mirar obras de arte y dibujos. Era muy estimulante y a mí me gustaba. De niña siempre era la que dibujaba en los cuadernos a los compañeros en el colegio. A los 17 años no sabía hacer nada y cuando tuve que salir a trabajar el padre de mi novio me consiguió trabajo en el departamento de arte de un diario.

¿Y cómo pasó de armar textos a dibujar?

En esa época se componían los textos y un día quedó un lugar libre. Hubo un quilombo porque por eso tocaba componer todo de nuevo. Yo dije que hiciéramos un dibujito. “¿Y de dónde lo vamos a sacar?”, me preguntaron. Les respondí que yo lo hacía. A la semana siguiente dejaron tres huecos a propósito y así empecé a dibujar.

¿Y en qué momento se planteó que quería hacer historietas y vivir de eso?

Nunca me planteé tanto. Lo único que me planteaba era pagar el alquiler, la luz, el gas y sacar adelante a dos hijos. Empecé a trabajar por necesidad y después todo fue pasando. Una cosa llevó a la otra y me enamoré también de mi profesión, del periodismo, me gustó trabajar en diarios y en revistas, empecé a conocer el cómic, a leer historietas.

¿En ese proceso consiguió trabajo en Ediciones de la Urraca, que publicaba revistas como SexHumor y Fierro?

Cuando entré a la editorial, tenía 23 años. Fui muy bien recibida, siempre había buena onda. Lo gracioso es que siempre me preguntaban que si yo, como mujer, había sufrido el machismo de mis compañeros de la redacción. Y la verdad es que no, todos eran caballeros. Me saludaban, me ofrecían un mate, un cigarrillo, me querían ayudar, miraban mi trabajo.

¿Quiénes eran sus compañeros?

Maicas, Tabaré, Fontanarrosa, Rep, Jorge Sanzol, Grondona White, O’Keefe, era increíble esa redacción. Yo era muy joven…

Todos son o fueron figuras en Argentina y Latinoamérica…

Dibujantes geniales que además sabían mucho. Cualquier comentario que te hicieran era una clase. Esos creo que fueron mis años de formación, mi universidad fue ahí, en Ediciones de la Urraca, en esas revistas, haciendo historietas de todo tipo, serias, en joda, parodias, cosas para niños, cosas para adultos, que sé yo, hacía como 18 páginas por mes. Ahí creo que aprendí el oficio de verdad. Todos los días iba a la editorial con la carpeta, iba y venía, estaba muy bueno.

¿Tenía oficina allá o trabajaba en su casa?

Siempre trabajé en mi casa, cerca de mis hijos. Ellos me robaban los lápices para el colegio. A la hora de ponerme a trabajar siempre tenía que recolectar todos mis materiales de las mochilas de mis hijos que estaban durmiendo, porque siempre trabajé de noche, así que entraba en puntas de pie… ¡qué hijodeputas me robaron todo! y sacaba de la cartuchera la goma, los portaminas, las plumas. Me quedaba despierta hasta las 5:00, 6:00 de la mañana, todas las noches. Después trabajaba en la editorial todo el día. Las hice con mucho amor esas historietas.

¿A qué hora dormía?

Dormía tres o cuatro horas por día y sigo durmiendo más o menos lo mismo. Pienso, como Groucho Marx, que ya descansaré cuando esté muerta. Es una de mis frases favoritas.

En alguna ocasión comentó que en esa época tenía más sexo dibujado que real…

Sí... era muy joven y trabajaba muchas horas por día. Más que tener más sexo lo que tenía era sexo más divertido que en la vida real. En la vida real tenía un marido, dos hijos, algún amante por ahí tendría, pero no demasiado, tenía 23, 24 años, era muy joven. Miro ahora las historietas y me doy cuenta que estaba pintando mis fantasías. Me encanta cuando las veo, me doy cuenta de que soy yo. El tema del sexo a mí me divierte mucho. Y ahora que miro todo esto y me acuerdo, me doy cuenta de que es algo que tiene que ver conmigo, que me encanta.

¿Siempre le interesó el sexo?

Desde muy chica. Tengo mis primeros recuerdos a los 9, 10 años, a esa edad ya estaba interesada en el sexo. Con un despertar sexual muy temprano, siempre me pareció algo como un juego, divertido, no lo viví con culpa ni mal. Sobre todo porque mi familia no logró educarme demasiado porque tengo seis hermanos. Soy la sexta o sea que nadie me dio pelota. Tuve la fortuna de no ser educada por mis padres. No tenían tiempo ni paciencia ni ganas ni les interesaba y creo que eso fue afortunado para mí. Cuando era chica no sufría. Ahora de grande me doy cuenta de que eso me salvó la vida. Estuvo bueno que fuera así.

Fue por la libre…

Me crié con mis propias reglas. Fui a la calle muy temprano. Me encanta la calle, me gusta la gente en la calle, lo espontáneo, que pasen cosas, las aventuras. A mí me gusta mucho la soledad y el aislamiento, por algo pude vivir acá en la playa tantos años. Ahora vivo igual en la ciudad y me doy cuenta de que me gusta la calle, me gusta la gente, me gusta el runrún de la ciudad

La vida es lo que le gusta…

Sí… mucho. No sé por qué mierdas porque me ha hecho cada perrada, pero bueno, me gusta igual. Prefiero estar acá que abajo.

¿Qué pensaba su familia de las historietas eróticas que hacía?

Como dicen en Belleza americana, nunca subestimes el poder de la negación. Estuvieron mucho tiempo sin enterarse de que las hacía. No se las mostraba, no hacía falta, y cuando lo supieron creo que prefirieron no verlas… no se hablaba del tema. Una vez fue mi madre a ver una muestra de dibujos, en donde había algunos míos, y salió horrorizada diciendo que estaba lleno de dibujos asquerosos de miembros masculinos. Y lo más gracioso es que no había ninguno… pero ella ¡los había visto!

Su mamá era polaca y su papá, vasco, ¿qué heredó de estos?

Mucho de los dos: la belleza, el drama, el estoicismo y cierta locura de lo polaco y la cabeza dura, la voluntad y la buena onda de los vascos.

¿Cómo es su relación con el sexo ahora, con la madurez y la experiencia?

Cuando veo las historietas que hacía hace 20 o 30 años me reconozco a mí misma, el mundo de mis fantasías, el timing, el ambient, las cosas que me gustan, las tormentas, el silencio, la música, las cosas que hay alrededor del sexo. También me sorprendieron mucho historietas muy darks, muy sado, está bueno, me reconozco muchísimo en todo lo que era a los 20 años, a los 25 años, el mundo de mis fantasías, que tiene mucho que ver conmigo y sigue teniendo mucho que ver. Y está bien. Al final creo que uno es quien es desde que empieza… Más allá de que después pasaron un montón de cosas y mi sexualidad no es igual a la que tenía a los 25 años.

¿Cuáles eran esas fantasías eróticas? ¿Las hizo realidad?

¡No se las voy a contar a una revista! Algunas las llevé a la realidad y otras no… ¡pero no pierdo las esperanzas! En esa época a veces me pasaba que algo que había dibujado se hacía realidad después… como una invocación mágica, no sé. Ahora que pienso en esto, tal vez debería dibujar un par de cómics con esas cositas pendientes. Quién sabe… igual el partido es largo.

Se siente más suelta ahora…

Sí… mucho más suelta y además ya no me importan las cosas que me importaban. No me importa nada, casi no me importa nada. Además me agarra este libro en un momento muy especial de mi vida privada, en una relación supersexy. No podía haber habido mejor momento para compilar este libro. Creo que va a estar bueno. Va a estar muy sexy.

Cuando hizo esos cómics, ¿se inspiró en otros autores?

Me gustaban mucho Moebius, Hugo Pratt, Max, José Muñoz, Liberatore, Claire Bretécher, Guido Crepax, Manara… dibujantes y escritores de cómics de ese momento de la revista Métal Hurlant. Estaba como loca con ese mundo, quería eso y me pasó. Era como volver a mis maestros, hacia ahí apuntaba. Me di cuenta de que estaba buenísimo, pero que no ganaba un peso, no me servía para vivir. Y bueno, en algún momento me sucedió lo de Mujeres alteradas y dejé de dibujar historietas porque me entusiasmé con el humor. Porque me iba bien, ganaba dinero. Pero fue un lindo romance el que tuve con las historietas. Duró muchos años.

Las protagonistas de sus historietas eróticas eran mujeres hasta que apareció el Langa, un personaje masculino. ¿De dónde salió?

Mis compañeros en la revista SexHumor, que eran casi todos hombres, decían que yo siempre hacía historietas con mujeres y que las historias eran siempre feministas. Entonces dije, bueno, voy a hacer un personaje masculino. Langa quiere decir galán al revés, al verse, que es como se habla en el tango, en lunfardo. El Langa era muy canchero, muy galán, siempre haciendo mucho amago… y no cogía nunca.

Eso es cruel…

Es que era una burla para compañeros. Mirá, como decir, quieren un personaje masculino, ahí tienen un perdedor. Al Langa todo le salía mal. El otro día encontré la historieta, estaba buena, tenía una esquelita que decía y “bueno al fin Daniel Frentelli cogió por primera vez en ocho meses”. Me pasé ocho meses haciendo historietas de todas las salidas que hacía con las minas, las cosas que le pasaban. Salía con dos minas y decía “a estas dos atorrantas me las voy a enfiestar, las voy a emborrachar y me las voy a llevar a mi departamento”. Las emborrachaba y salían de bares y qué sé yo, ya volvían al departamento y el que se quedaba dormido era él. Así le pasaba todo siempre.

¿Cómo trabaja?

Con muchísimo boceto. Esa fue una de las razones por las que dejé de trabajar. Porque trabajaba mucho. Soy muy objetiva. Nunca me gusta lo que hago. Últimamente me he dado cuenta de que 20 años después me empieza a gustar lo que había hecho. No está mal. Mujeres alteradas tampoco me gustaba, pero cuando lo compilé me gustó.

Pero Mujeres alteradas la lanzó a la fama y le dio todo…

Sí, me dio muchas cosas importantes, sobre todo dinero. Lo bueno del dinero es que una vez que lo tienes no hay que pensar más en él. Eso es lo mejor que tiene. Y una vez que estás en ese punto puedes decidir qué querés hacer, qué te gusta hacer y eso es un lujo que no todo el mundo puede darse. Cuando pude decidir qué quería hacer abandoné mi carrera en su mejor parte. Trabajé mucho, por eso dejé de trabajar joven, creo, estaba cansada de trabajar. En 2006 dejé de dibujar. Creo que estuvo bueno, después de eso escribí una novela, totalmente una locura, escribir una novela…

Y tengo entendido que también se dedicó a leer…

El año pasado fue el que menos leí en mi vida. Pero me gusta leer mucho. Es algo que pude hacer como quería cuando dejé de trabajar. Aprendí a leer aquí, en esta casa, en Uruguay. Y me gusta leer de esa manera que aprendí acá, que es agarrar un libro y terminarlo. Me gusta leérmelo en dos, tres, cuatro días, depende del libro, del tamaño. Leer diez horas por día. Es como más me gusta leer, como más me sirven los libros. Me gusta que sirvan para algo.

¿Qué obras le gustan?

Las novelas, las que hablan de cosas personales, las que hablan de todo pero de nada. Me gusta el producto de esa hipnosis, ese mundo propio que tiene cada novela. Todo me gusta que sea un poquito droga, un pequeño viaje, porque la realidad ya la conocemos, ¿no? Qué sé yo. Todo lo que te sirva para sacarte un ratito, un par de horas, es lo que me gusta, lo que me funciona.

¿Qué se siente saber que ha vendido más de un millón de copias de sus libros?

Durante un tiempo sufrí del síndrome del impostor, pero ya desde hace mucho que solo siento agradecimiento. Y me hace un poco de gracia también… ¡como que el papa sea argentino!

¿Volvió a dibujar?

No.

Y entonces, aparte de este proyecto de Lo peor de Maitena, ¿a qué se dedica?

A vivir.

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