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23 de junio de 2022

Reportaje

El billonario negocio «webcam»: entre el placer y la necesidad (segunda entrega)

Dos cuestionamientos se le atraviesan al próspero negocio del entretenimiento para adultos: la moralidad y la legalidad. En el primer caso, esta sociedad conservadora puede que empiece a vender sus principios, pero en el segundo, la persecución está a la orden del día para apartar a menores de edad.

Por: Ricardo González Duque
Estudio webcam norte de Bogotá
Estudio webcam norte de Bogotá | Foto: Foto: SoHo

Quien no conoce a Dios a cualquier santo le reza, es un adagio popular que se podría adaptar a las 130 mil modelos webcam que hay en Colombia, quienes para los críticos de esa industria de entretenimiento para adultos, son explotadas. Como ellas están en una difícil situación económica, aceptan hacer “lo que sea” con tal de lograr su supervivencia. La diferencia aquí es que el ‘santo’ no es cualquiera: son ganancias mensuales de hasta 30 millones de pesos e incluso, en contados casos, de 100 millones de pesos.

Es probable que esa plata pueda comprar a la Colombia conservadora en la que vivimos, que se escandaliza cuando se habla de sexo, que aún se opone a parejas homosexuales y que es la menor consumidora de pornografía en el continente, por lo menos los que lo admitieron en una encuesta de la página AshleyMadison.

Eso ya ocurrió en Rumania, el país al que los colombianos le arrebataron el primer lugar en producción de modelos webcam, como lo cuenta Alexandra Garzón, la gerente de Dream Studio de Bogotá: “en Rumania existía ese estigma, pero al ver que su principal ‘producto’ de exportación son modelos webcam, ellos dijeron ‘O comemos y vivimos bien o nos quedamos aquí viviendo mal y tratando de hacernos los santos’”.

Webcam modelos

Cuando las mamás se enteran

La tendencia de aceptar el negocio parece replicarse dentro de las familias de las modelos colombianas o venezolanas, en el caso de Alejandra Rincón, que emigró con su familia a buscar aquí un trabajo “normal” y terminó en este negocio. “Para mentir siempre he sido patética y a mí se me ocurrió decirle a mi mamá que trabajaba en una panadería, pero nunca llevé un pan a mi casa, era algo ilógico”, relata entre risas. “Por qué no trae pan, me decía mi mamá. En su lugar yo le daba plata para que lo comprara en otra panadería”. Así que la verdad duró oculta muy poco: “decidí decirle porque ella estaba viendo los cambios y fue la mejor decisión. Al principio estaba seria, pero ya lo aceptó”.

Algunas modelos, sin embargo, deciden mantenerse en el clóset de la vergüenza y el señalamiento, aunque hoy sea cada vez más difícil conservar la privacidad en una esfera pública como Internet. Paola Hernández no se ha atrevido a decirle toda la verdad a su mamá: “me fui de mi casa cuando llevaba 20 días acá y hasta el día de hoy saben muchos cercanos, pero mi familia como tal no”. Lo que cuenta ella a su núcleo más cercano es que trabaja en un estudio webcam, pero que lo hace como monitora y sicóloga, no como modelo. “Es un tema muy complejo para mi mamá por la religión y la educación que ella tuvo. En mi familia decían que una mujer como yo tenía que salir casada y virgen, y pues mira en lo que trabajo”, afirma sentada en un sofá rosa del estudio en el que también es socia.

En el caso de ‘Morgana’, la modelo que se divierte emulando a actrices, el apoyo de su familia es desbordado. Su hijo le dijo que se metiera en el universo webcam y su esposo no solo lo aceptó, sino que la asesora. “Me dijo que me iría muy bien. Él es actor y director de cine y me empezó a ver. Normalmente me ve y me dice ‘ponte así, arregla la luz, baila así’. Intenté retirarme dos o tres veces y él me animó a seguir”.

¿Qué hacer con las niñas que quieren ser modelos webcam?

La magia y el furor por este tipo de modelaje se enfrentan a la dura realidad del uso y explotación de menores de edad en estudios de garaje. Es cierto que muchas de ellas, jóvenes de 15 o 16 años, dicen que quieren dedicarse a trabajar como webcam porque ven allí buenos y fáciles ingresos, de la misma forma en que algunas son reclutadas con engaños e incurriendo en pornografía infantil, que establece prisión de 4 a 10 años en Colombia.

“Muchas modelos llegan con la falsa idea de que van a ser millonarias muy rápido, es una idea ilusoria, las cosas han cambiado. Fue creciendo el número de modelos y empezaron a ganar un poco menos. Hoy por hoy en promedio se va a ganar quizás 3 o 4 millones de pesos”, explica Juan Bustos que sigue considerando clave el entrenamiento y capacitación para hacer la diferencia.

Es bastante común que a los estudios lleguen menores de edad pidiendo que las reciban para empezar a recibir ingresos porque no tienen más que hacer y porque así como muchos han asumido como profesión ser youtubers o tiktokers, muchas quieren ser modelos webcam. La respuesta, en estudios legalmente constituidos como Dream, es radical: “les decimos bienvenidas, pero cuando tengan cédula, 100 % prohibido. La respuesta es ‘cuando seas mayor puedes venir a trabajar’”, asegura Alexandra Garzón que además no permite el acceso de ningún menor de edad incluso a la portería del estudio.

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Mujeres chateando en chat para adultos. Concepto de trabajo de cámara web. webcam modelo web | Foto: Getty Images

Esta determinación contrasta con el desorden e ilegalidad que se ha encontrado la Dirección de Protección de la Policía que realiza operativos contra esos estudios que no cumplen las normas para estar funcionando. “Hemos detectado y cerrado entre 800 y 1000 estudios que trabajan ilegales, porque no tienen requisitos necesarios o porque trabajan con menores de edad”, explica el coronel Marcel Villarte, jefe de investigación criminal.

De acuerdo a lo informado por el oficial, “en 2021 se ejecutaron 14 operaciones en contra de estructuras criminales por el delito de Pornografía con la materialización de 14 capturas, dos aprehensiones y tres imputaciones.” Para este año, ya se han realizado siete operaciones similares y según lo que calcula esa seccional de la Policía, se proyectan otras tres contra estructuras que reclutan menores de edad para trabajar en los estudios de garaje.

“No es algo positivo que las niñas quieran ser webcam, por eso nosotros no promovemos ni hacemos publicidad para que las mujeres entren a la industria. Incluso la política nuestra es no contratar mujeres de 18 años, mínimo 20 o 25 años, quienes pasan una entrevista con un psicólogo”, explica Juan Carlos Rivera de Lalexpo, que conoce la operación de los más 8000 estudios legales que hay en el país. Para él, por una simple razón de oferta y demanda, es preferible que haya menos modelos para que las que están ganen más.

El infaltable debate entre feminismo y machismo

La utilización de mujeres para satisfacer sexualmente a hombres, así sea a cambio de dinero —de mucho dinero— es un hecho que genera rechazo o por lo menos mucho ruido entre algunos movimientos feministas que consideran el modelaje webcam como una forma de esclavitud sexual en el siglo XXI.

“El problema empieza porque no tenemos suficientes oportunidades para capacitarnos y ser exitosas en la vida”, comienza apuntando Julieth Hernández, integrante en Colombia del movimiento RadFem —Radicales Feministas— que considera que esta profesión que adoptan las mujeres es la última alternativa para poder sobrevivir.

Y para ejemplificar la visión que tiene sobre esta industria, es bastante cruda: “hay tipos muy ‘rayados’, que piden cosas demenciales. Mil dólares y tienes que meterte una botella de shampoo. ‘Mierda, son mil dólares. Tengo que hacer cara de que disfruto porque tengo hijos, tengo cosas por pagar, tengo que comer’, piensan muchas de ellas”, explica Hernández, lo que coincide con las peticiones extrañas que revelaban Paola, ‘Morgana’ y Alejandra.

Al otro extremo está Juan Bustos, quien considera que esta profesión las libera económicamente a ellas y les permite ser autónomas incluso frente a sus parejas. “Si hay un trabajo que empodera a las mujeres es el modelaje webcam. Piensan que son los usuarios los que las doblegan y les puedo decir que es al contrario: son ellas las que doblegan al usuario, que terminan haciendo lo que la modelo quiere. ¿Y cómo se doblegan? Pagando, pagando y pagando”.

El nivel de adicción que puede tener esta actividad es tanto que, según Alexandra Garzón, recientemente conoció el caso de un militar en Colombia que le dejó a su estudio 20 millones de pesos en un mes por pasar tiempo con una de sus modelos, lo que implica que debió gastar más de 60 millones de pesos, teniendo en cuenta el dinero con el que se quedan las plataformas.

Siguiendo la línea de lo que plantea Bustos, para Juan Carlos Rivera, en la industria de entretenimiento para adultos no hay discriminación hacia las mujeres a la hora de trabajar. “La desigualdad que sienten muchas mujeres porque, por ejemplo, a un hombre contador le pagan 4 millones y a ellas 3 millones, aquí eso no existe. Al contrario, a ellas les pagan más que a los hombres”, finaliza.

Más allá del empoderamiento o la sumisión, dependiendo de donde usted lo mire, lo cierto es que este próspero negocio para las mujeres, por lo menos en lo económico, no les va a durar toda la vida. Es similar a la carrera de los deportistas de alto rendimiento, quienes solo viven un ‘cuarto de hora’, por eso ellas ya piensan qué hacer para salir de dilema del placer y la necesidad. Paola quiere estudiar derecho para seguir vinculada al gremio, Alejandra se sueña teniendo un spa muy reconocido y explotar el mundo del maquillaje que le encanta y ‘Morgana’ quiere seguir probando a ver qué pasa con sus habilidades actorales que sigue poniendo en práctica a diario.

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